Ruta 4: Nuestro Secreto.. 2

342 14 0
                                    

- ¿C-Cuánto tiempo llevamos aquí? M-Mi cuerpo está comenzando a sentirse entumecido.

- E-El mío también...¿Puedo besarte?

- No...estaría engañando a mi novio.

- Heh ¿acaso no lo estás engañando lo suficiente? Mira que estar desnuda y metida en un lugar oscuro como éste con otro hombre.

- E-Eso...

- No tienes porqué sentirte culpable...¿Recuerdas cuando me cuidabas?

- Eso era...distinto.

- ...Siempre que te quitabas la ropa enfrente de mí me decías muchas mentiras...pero aún si las supe después, nunca te odié...en cambio, te deseé. Cuando mi madre nos descubrió en el acto, le rogué como loco para que no te denunciara. Pero al final...lo hizo...

- No te preocupes por eso, jamás voy a arrepentirme...es normal que Reine se haya molestado conmigo por eso y por la suerte femenina no fui a la cárcel.

Sus palabras repleta de nostalgia inundaron a ambos con docenas de recuerdos de hace años.

En ese entonces ella tenía unos veintidós años y cuidaba al pequeño Dio que se en ese momento acomodó aún más entre sus pechos mientras jugaba apretando una de ellas suavemente con una mano, lo que la fue estimulando lentamente a Tori que ya tenía dificultades para respirar, el dióxido de carbono acumulado y el calor se volvió insoportable para ambos en un momento, por eso ella cuidadosamente había entre abierto la puerta corrediza, provocando que el el casi congelante aire del acondicionado penetrara fácilmente en el pequeño espacio enfriándolo en cuestión de segundos. Ambos respiraron profundamente al sentirse aliviados y fue entonces cuando comenzó la acción a eso de las tres...

- Ahhh...¿Q-Qué haces?- le preguntó Tori con un sonido de gemido ahogado, ella por nada del mundo debía levantar la voz o tendrían problemas graves con los profesores- Estoy sudada, está sucio.

- No hay nada sucio en el cuerpo de la chica que me convirtió en un hombre- replicó el chico que lamía frenéticamente los pezones de su maestra y amiga que comenzaba a estremecerse ligeramente debido al fuerte estímulo que sentía. Al mismo tiempo, él con cierta dificultad para descender su brazo, masturbó a Tori que por impulso abrazó fuertemente a Dio que sintió sus huesos tronar.

¡Ugh!

La fuerza de Tori obviamente superaba con creces a la del chico que sentía que se asfixiaba entre los senos de su amiga más la presión ejercida sobre él.

- ¡L-Lo siento!

Cuando se dio cuenta de que casi estaba matando a Dio, de inmediato lo soltó.

- E-Eres tan intensa como s-siempre- le dice él con un tono entrecortado mientras trataba de recuperar el aliento.

- Perdóname, olvidé medir mi fuerza.

- N-No te preocupes, siempre me han encantado las chicas fuertes.

- No deberías ilusionarte mucho conmigo, eres un buen chico, estoy segura que con todo lo que te he enseñado-

- ...No hay otra- le interrumpió Dio con un tono muy serio- no te lo había dicho hasta ahora porque sé que tú lo sabes...me gustas, no, de hecho, es mucho más que un simple me gustas, yo te amo, Tori. Eres la primera mujer que me ha hecho feliz, si te digo la verdad, en dos ocasiones, dos chicas se me confesaron...intenté salir con ellas, pero nunca me sentí satisfecho, así que las rompí.

- ...Ya veo, así que es verdad...

- ¿Qué cosa?

- N-Nada...

Tori no quiso decirle sobre algo que había leído no hace mucho. Para los menores, abrir la puerta de la sexualidad podría ser algo peligroso para sus mentes y Dio estaba mostrando esos signos...

No sentirse excitado por ninguna chica ya era algo malo...

En pocas palabras Dio sentía una obsesión por Tori aunque no lo demostraba mucho.

"¿Qué he hecho?"

No quería arrepentirse, pero en el fondo sabía que había arruinado su mente infantil en donde se supone que debía haber estado pensando en jugar en la calle con sus amigos o enamorándose de una niña de su edad de manera inocente.

Tori aunque no lo pareciera, había madurado un poco a lo largo del tiempo y a pesar de la distancia que trató de tener con él, de vez en cuando siempre se dejaba llevar un poco...

En este momento, ella no podía impedírselo y tan sólo se limitó a quedarse en silencio mientras Dio le demostraba su amor entre caricias que se convertían en manoseos por casi todo su cuerpo.

Dio conocía cada parte de ella, cada punto débil, pero también estaba descubriendo un par de cosas más, ya que su cuerpo al hacer mucho ejercicio cambió un poco desde la última vez que la tocó por completo como ahora.

Los jadeos de ambos en sincronía comenzaban a inundar nuevamente el pequeño espacio de calor, la lengua de Dio lentamente se paseaba alrededor hasta donde se podía permitir, de haber estado en la cama con ella seguramente se la hubiera comido por todas partes y ella lo sabía, él era un chico muy intenso con quién muchas veces había perdido la cordura. Sumando a los habilidosos dedos que se movían a gran velocidad muy dentro de sus labios vaginales, Tori entonces comenzaba a desear una sola cosa de él pero...no debía.

- T-Tori...m-me gustaría metértela...

- ¡N-No! ¡Todos m-menos eso!- exclamó ella de inmediato, pero siempre en un tono muy bajo.

- ...Entonces...¿Puedo besarte?

Sin recibir respuesta, Dio lo tomó como un "sí" y entró en acción.

Como una abrumadora tempestad, Tori no lo vio venir tan pronto y cuando lo sintió, su aliento ya casi se estaba agotando.

"E-Este chico...¿D-Desde cuándo se volvió tan bueno? Y pensar que era tan tímido que yo lo atacaba siempre...y ahora...me ha superado, sé que debería sentirme feliz, pero...bueno ¿a quién le importa ahora?"

Tori después de un rato tomó aliento desde su nariz y contraatacó con su mejor arsenal, una batalla de lenguas se desató hasta que la hora escolar había concluido, pero no se dieron cuenta hasta que la noche y la falta de aire helado los tomó por sorpresa.

- ¿Podemos ahora?- le preguntó Dio mientras salían de su escondite de varias horas, incluso les costó un poco ponerse de pie pero él ya tenía sus manos sobre la cintura de su compañera antes de que se diera cuenta.

Fue entonces cuando Tori entrecerró sus ojos, volviendo a la realidad apartó las manos del chico que la miraba confundido.

- Lo siento...no deberíamos estar haciendo esto en primer lugar.

Con una mirada culposa, Tori recoge su ropa, se viste y se va dejando solo a su mejor amigo que en su interior se sentía molesto.

Sin embargo, había alguien en el lugar que no habían notado hasta ahora y que se había dado cuenta desde el principio sobre la presencia clandestina de ellos dos metidos en el mueble.

Una mujer de una larga cabellera negra con lentes se asomaba cuidadosamente a través del borde de la pared de su oficina con una sonrisa curiosa.

Continuará

Divergencias del HaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora