Ruta 3: Las fantasías de Seira 4

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Como suponía, nadie me culpó sobre el chico que se cayó del edificio, según en las noticias él había cometido suicidio.

No siento ninguna culpa, se lo merecía.

Pasaron algunos días desde entonces y mi vida continuaba sin mayores cambios, aunque últimamente...

- Madre ¿sabes en dónde está la camisa que dejé en el baño? Ha desaparecido al igual que mi bóxer de la vez pasada.

Misteriosamente, a mi hijo se le está desapareciendo algunas prendas, eso puede ser un problema...

No entraré en detalles sobre esto.

***

- Esta semana no vendré, tengo un viaje al extranjero que no puedo perderme.

- Está bien, tómate tu tiempo querido, espero que disfrutes de tu viaje.

¡Que oportuno! Mi marido se va de viaje ¿saben lo que esto significa?

Estaré sola con mi hijo por un muy buen rato...

Manos a la obra.

***

Como sé perfectamente cuáles son las rutinas de mi hijo fuera y dentro de la casa, de manera sútil mi vestimenta cambió empezando por una blusa sin mangas que Dio notó pero no me dijo nada, al día siguiente fue mi falda, más corta de lo normal pero que mi hijo apenas notó por el delantal que llevaba.

Luego al día siguiente me solté completamente y me vestí de una manera tan provocadora que incluso a mí me hace sentirme incómoda. Ahora mi blusa era en hilos, no estaba usando sostén pero sí unas bragas muy eróticas que llevaba apenas por debajo de una mini falda.

Fufufuf, puedo ver cómo se me marca todo, es imposible que un hombre no se me eche encima...aunque parezco una cualquiera a decir verdad, no es la clase de ropa que debería estar usando pero lo único que quiero es calentar a mi hijo.

Seguro que la poca imagen que él tiene ahora sobre mí se terminará por desmoronarse, pero pensándolo mejor, es conveniente, tal vez así decida no volver a verme como la madre que intenté ser, pero al final no lo soy, simplemente soy una extraña que ha cuidado a un chico al que terminé por amar por alguna razón.

- ¿M-Madre? ¿q-qué estás usando?

- Ara, pensé liberarme un poco, no me mires mucho eh.

Ahhh...¡Qué lindo se mira cuando se sonroja! Como quisiera tirármele encima y...

No puedo, por mucho que me incomode esta sensación que estoy sintiendo entre mis piernas, no puedo dejar que mi aroma a mujer en celo se haga notar.

Debo contenerme.

Sé muy bien que Dio está nervioso por mi apariencia, eso me gusta y como era un día domingo sin nada qué hacer para él, me las ingenié para provocarlo.

Mientras él miraba la tv fingí estar aspirando el piso sólo para pasar por delante de él y mostrarme mi gran trasero.

Fufufuf pude ver cómo a mi pequeño Dio se le hacía agua la boca y ponía un cojín sobre sus piernas para ocultar su erección.

Vamos, mi pequeño niño, si tanto quieres agarrar mi culo hazlo, nada me hará más feliz en ver que descargues tus jugos masculinos en mí. Yo tengo mucha más experiencia que esa mocosa sin gracia, puedo convertirte en un hombre ¡puedo hacer mucho más!

En otra ocasión, (en realidad era ya la quinta vez) prácticamente me le puse en bandeja a Dio dejando la puerta del baño semi abierta.

Sé que él viene a darse un largo baño en la tina por las noches a las siete, así que esperé hasta que él abrió la puerta, de tal manera que me vio completamente desnuda delante de esos ojos azules.

Divergencias del HaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora