Ruta 4: Milf Paradise...6

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- Parece que empiezas a acostumbrarte ¿no?

- ...

- Fufufuf...o a lo mejor ¿piensas que es el paraíso? Cualquier chico querría estar en tu lugar.

- ...No pienso...eso.

- ¿Ah sí? Que mal~ creo que me esforzaré un poco en hacerte creer lo contrario...ahora, métemela de golpe, me encanta esa fuerte sensación. Es como si me estuvieran violando~

Dio se dejó llevar como si no fuera él mismo y miró a Moeka que se había postrado sobre la banca que estaba en medio de los vestidores y entonces levantó su enorme trasero a merced del chico al mismo tiempo que abría sus orificios frente a él.

¿Cuántas veces llevaba ya follando ese culo?

Ni siquiera tenía ganas de recordarlo, simplemente, como un robot automatizado, con su pene erecto por reacción natural, lo introdujo con más fuerza de lo que ella quería, lo que provocó que ambos cayeran tumbados sobre el suelo. Los pechos enormes de Moeka amortiguaron su caída y su compañero acabó encima de ella. Eso no fue impedimento para que se detuvieran, es más, Moeka comenzó a mover sus caderas y el resultado fue obvio, ella lo exprimió y lo soltó hasta después de la quinta ronda.

***

- He escuchado que has hecho muchas travesuras en cierto club. Como maestra, es mi deber aplicarte tu respectivo castigo...quítate la ropa.

Ahora la maestra Kozue se había aprovechado de la situación para probar un poco del chico que aceptó... total ¿qué perdía ahora?

La maestra era una mujer que especialmente sentía una fuerte atracción por los chicos jóvenes. Hasta ahora había probado ya a varios alumnos que muchas veces se lesionaban a propósito para ser "atendidos" por Kozue que era la enfermera también.

La enfermería para Kozue era como su santuario en donde podía hacer lo que quisiera sin temor a ser descubierta por la posición estratégica (para ella) en donde quedaba.

Ella conocía a Dio desde que él era amigo de su hija Reika y desde entonces le había puesto el ojo, pero todo tenía un límite y ella prefería esperar a que al menos fuera mayor de edad y ahora era el momento de tenerlo.

Kozue toma suavemente de la mano al chico que se dejó llevar por ella hasta tumbarlo sobre una de las cuatro camillas de la enfermería, cada una dividida por cortinas blancas típicas de los hospitales.

- Hace mucho esperaba este momento, me gustan los chicos lindos como tú...¿quieres saber cuántas veces me toqué pensando en ti? Incluso me quiero tocar ahora...¿quieres verme masturbándome por ti?

Ni siquiera esperó una respuesta, ella se sentó sobre el colchón y abrió sus piernas en forma de "M" frente a él que desde hace un rato se sentía mareado, de hecho, últimamente llevaba muchos mareos y se sentía como si estuviera en el aire.

Con ojos perdidos miraba cómo su próxima compañía sexual descubría su intimidad apartando sus oscuras bragas. A diferencia de Abelion, Kozue estaba perfectamente depilada, eso le daba igual a él que por instinto comenzaba a excitarse en cuanto la escuchó gemir placenteramente al mismo tiempo que lentamente llevaba su otra mano hacia uno de sus senos, masajeándose en círculos, estrujándolos con cierta fuerza y en pocos segundos uno sus pezones amenazaban con perforar su blusa al igual que el bulto en el pantalón de Dio.

Kozue al ver que él había reaccionado de buena manera, no pudo soportar la tentación y se abalanzó sobre él o más bien, a su entrepierna.

- Quiero que me lo des todo...yo te entregaré todo de mí.

Divergencias del HaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora