Mi miedo es que te vayas y no vuelvas.

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—¡Xiaojun! —Yuta corrió por el pasillo sintiéndolo sin fin, parando por momentos solo para escuchar si el contrario seguía corriendo o no.

Ese jodido, para ser alguien que podía ver y sentir el miedo de los demás para utilizarlos en su contra era un cobarde cuando se trataba de sus miedos y aunque a Yuta le doliera que él siguiera negándose correría hasta él y lo besaría hasta cansarse.

—¡Pero qué mierda Xiaojun! —el grito lo hizo detenerse, la voz del Príncipe Yangyang llegó a sus oídos y temió lo peor.

Llegó con un pulmón de fuera a la habitación de Yangyang y Hendery ya mentalizado para lo que vería y no se equivocó, aunque esta vez no era el único cabreado y dolido.

El pequeño Príncipe Yangyang veía la escena con la mandíbula apretada, encogido en su cama, al lado de la parejita, a Yuta no le pasó por alto por alto la bandita en su frente pero su atención y corazón se concentró por completo en Xiaojun, quien sostenía el rostro del Príncipe Hendery y lo besaba con fuerza mientras el contrario trataba de separarse de él.

Yuta decidió que no se quedaría a ver tanta mierda, así que levantó el rostro con orgullo y empezó a alejarse de la habitación en silencio, unos pasos se escucharon  detrás de él, por un momento vibró lleno de esperanza al creer que era Xiaojun pero se asustó al sentir como Yangyang tomaba su mano mientras limpiaba sus lágrimas con su mano libre.

—C-conozco un lugar... —murmuró halándolo y Yuta se dejó ser, al fin y al cabo, ya no sentía ganas de luchar por nada.

Yangyang lo llevó al lugar más alejado que pudo haber pensado, una de las torres a las que nadie podía subir pero nadie le decía a Yangyang que hacer. El menor cerró la puerta con llave y se acercó a la ventana para limpiar sus lágrimas, Yuta se sentó en una de las sillas de la pequeña habitación y se quedaron en silencio un momento.

—Esos dos se traen un rollo grande ¿no? —murmuró el menor y él asintió porque sentía el nudo apretando su garganta y sus ganas de llorar aumentando.— Me siento estúpido...

—No deberías. —susurró levantando la mirada.— Al menos tu prometido no fue el que corrió a los labios de otro después de besarte a ti.

—Mierda... —

—Exacto, mierda. —Yuta suspiró, acercándose a la ventana donde Yangyang se veía tan pequeño.— Al menos Hendery estaba tratando de alejarse, eso es bueno sabes... se ve que te quiere. —agregó con una sonrisa y el menor no dudó en lanzarse a sus brazos por un abrazo, sintiendo como su pecho dolía tanto y sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas.— No llores Yangyang, estoy seguro de que Hendery está buscándote en este momento.

El contrario rió, ni con gracia sino con dolor y tristeza, mientras negaba y se apretaba más al mayor.— Lo dudo... ¿quién iría por alguien como yo teniendo a alguien como Xiaojun lanzándose a sus brazos?

—Entonces haremos un puto club de mierda y dominaremos el mundo con manipulación emocional y armas. —burló Yuta haciendo que Yangyang riera ahora de forma real.— A quién le importa lo que diga el oráculo, si esos dos se van a estar comiendo nosotros pasaremos mucho tiempo juntos.

—Eso me parece bien. —Yangyang sorbio su nariz, viendo con amabilidad a Yuta.— Seremos YY,  YaYu o YuYa... algo todo divo inalcanzable como YuYang.

—Me gusta pequeño, me gusta. —exclamó el mayor, sobando con cuidado su espalda mientras suspiraba de nuevo.— Estamos juntos ahora.

El tiempo pasó sin darse cuenta y Yuta se arrepintió de hacerle dicho que Hendery podría estar buscándolo porque él reverendo idiota no aparecía, Yangyang no parecía querer volver y lo comprendía. Sin embargo aprovecharon el tiempo conociéndose, ellos eran tal vez los que menos hablaban más allá de saludarse así que si iban a estar unidos de cierta forma era mejor conocer al contrario.

Bendición de los dioses | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora