Hansol dejó caer sus cubiertos sobre la mesa en un parpadeo, sus ojos se fijaron en el rostro de los otros príncipes que se veían quizá casi tan estupefactos como él debería verse. Sintió a su lado tensarse al príncipe Jaemin y del otro lado a su padre conversando tranquilamente con el consorte del Reino Him.
Algo no estaba bien, los rostros tensos de los demás príncipes le indicaban que no era solo él el loco.
Tallo sus ojos con sus manos para saber si tal vez estaba en un maldito sueño pero al abrirlos se encontró nuevamente en su silla con un plato humeante de sopa enfrente. No era posible, no podía ser lo que estaba pensando... Irene no podría...—Es un honor tenerlos a todos reunidos una vez más en el Banquete de los Reinos. —exclamó de pronto el Rey JongWoon y todos dejaron sus cubiertos a un lado— Altezas, les invito a tomar una copa en nuestro salón sur, mientras los príncipes toman este tiempo para... conversar y conocerse. —la última parte iba con una sonrisa hacia su propio primogénito, Jungwoo se encogió encogió en su silla—. El postre se servirá en media hora. —se levantó de manera elegante de su lugar, siendo seguido por los demás reyes que se atrasaron apenas unos minutos para soltar advertencias más silenciosas a sus propios hijos.
—Por tu bien, espero que te tomes ya en serio tu deber hacia tu reino y el Príncipe Jaemin. —le siseo su padre al oído, apretando su brazo con un poco de fuerza y provocando que un escalofrío se subiera por su espalda.
¿Jaemin? Pero... se supone que su prometido era Taeil.
Taeil, que estaba sentado al lado de Chittaphon con el rostro pálido y descompuesto, su boca estaba apretada mientras su hermano veía de forma alarmada al príncipe Kun.—Nuevamente estamos en la mierda. —pensó, escuchando como los pasos de los Reyes atravesaban las amplias puertas dobles y los sirvientes salían por la puerta pequeña para dejarlos solos.
—¿Qué demonios está pasando? —la voz mordas de Kun hizo saltar a uno que otro, su silla se corrió hacia atrás en cuanto las puertas se cerraron y se paro con sus manos en sus caderas, su ceño fruncido y la banda roja cruzando su pecho— ¿Quién se hizo el gracioso?
—Estoy casi seguro de que todos estamos igual de confundidos que tu, Príncipe Kun. —habló YoungHo y Hansol elevó sus cejas llenas de sorpresa, bien, al parecer el futuro Rey si había cambiado de actitud porque en otras circunstancias sería el primero en soltar un golpe. Noto la pequeña sonrisa que Jungwoo le dirigió y como tomo su mano por debajo de la mesa— No... no sé bien qué está pasando, lo último que recuerdo es que estábamos en el jardín y... bueno, ahora estoy tomando esta sopa asquerosa otra maldita vez.
—Me siento muy idiota. —murmuró Dongyoung y rápidamente Taeyong tomó su mano y beso el dorso, negando en un susurro su comentario, del otro lado de la mesa, Yangyang recostó su cabeza en el hombro de Hendery, que tocaba su cabello suavemente.
—Yo no me siento muy bien... —susurró Xiaojun, sosteniendo su cabeza con sus manos, a su lado, Yuta extendió una mano hacia él pero rápidamente la contrajo, su mirada se movió hacia otro lado.
Hansol hizo una mueca, las parejas que desde un principio estaban con su pareja correcta se veían tranquilas —a excepción de Yuta y Xiaojun que se veían casi igual de indiferentes con el otro que siempre— pero las otras parejas, los que estaban sentados al lado de quien ahora sabían era el prometido de alguien más se veían incómodas, él incluso podrá decir tristes...
Él más destrozado era Chittaphon, su hermano se veía a punto de llorar él iba a levantarse para ir a abrazarlo (y de paso ver a Taeil más de cerca, saber si estaba bien) pero Kun fue más rápido y en segundos lo tenía en sus brazos. Jeno se acercó a un abatido Jaemin y de alguna forma MinHyung había terminado sentado en el regazo de Yukhei cuya mano recorría lentamente su espalda.
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Bendición de los dioses | NCT
Fanfiction¿Qué pasa cuando eres un Príncipe? Uno arrogante, abusivo, grosero... cruel, manipulador y encantador Príncipe, especialista en conseguir lo que quieres y en evitar tus responsabilidades. Los dioses te dan una lección... El oráculo te da la profecía...