Reino Keun, Casa Park.

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Lo que había empezado como un accidente  mientras pulian los escudos había terminado en una pelea a muerte. El Príncipe observaba divertido como dos guerreros que el día de hoy estaban destinados a limpiar las armas y escudos de guerra estaban pelando sin armadura frente a sus ojos.

El inicio había sido cómico, él iba pasando por ese sector del castillo cuando escuchó un fuerte sonido, corrió hasta donde lo había escuchado y encontró a los dos guerreros disculpándose, al parecer, uno de ellos le había pedido al otro que le pasara un nuevo escudo para limpiar y lo había dejado caer.

Había sido un accidente, los accidentes pasan... pero el Príncipe Hansol estaba aburrido.

Un "¿quieres que me llamen la atención, estúpido?" había sido la chispa y habían terminado con un "duelo a muerte por su honor" ya que ambos se llamaban al otro mentiroso. En alguno de ellos se veían la confusión por momentos, como si no supieran por qué se gritaban o intentaran apuñalarse, pero el otro siempre encendía la chispa de nuevo.

—Tienes una sonrisa tan malvada que a veces asusta. —Murmuró el Príncipe SiCheng colocándose al lado de su hermano. —Debes parar esto antes de que se maten.—

—¡Te acusare con el Rey por traición!— gruñó uno de los soldados mientras los ojos de Hansol brillaban de emoción.

—¿Bromeas?— Hansol burló, mientras veía a su hermano menor extrañado. —Es la mejor pelea que he visto en meses.—

Y lo era, vaya que lo era, ellos estaban en un cuarto lleno de armas de guerra, sacaban diferentes tipos de espadas, se lastimaban con látigos y pequeñas navajas.

—Le voy al de la izquierda.— exclamó SiCheng y el nombrado dio una patada directa a las costillas del contrario, dejándolo en el suelo.

—¡No puedes beneficiar a ninguno!— gritó Hansol pero fue demasiado tarde, el otro estaba en el suelo tocando su costado con dolor y paró a tiempo el guerrero que iba a atravesar su pecho con una espada. —Iba a ser una competencia justa y tu vienes a joderlo.—

Se alejó de su hermano, que observaba como los guerreros se veían algo confundidos y apenados, habían hecho un desastre en el cuatro y ahora debían limpiar y ordenar todo de nuevo.

—Vengo a buscarte por algo más importante que jugar a los soldaditos.— SiCheng alcanzó a tomar el brazo del mayor a tiempo. —Chittapon no está.—

—¿Cómo que no está? Tu debías estar pendiente de él...— Hansol pasó una mano por su rostro. —¿Estás seguro que no solo cambió de nuevo? No tendría un motivo para escapar esta vez... —

—Taeil va a venir para no sé qué mierda... yo estaba con él cuando la sirviente llegó a informarle los cambios de parte de Su Majestad y de repente ya no estaba...—

—Ya no estaba...—

—Exacto.— SiCheng asintió rápidamente, Hansol rió mientras apretaba el puente de su nariz con fuerza, estaban jodidos... sino encontraban a Chittapon antes de que llegara el tierroso todo sus planes de ausentarse a la cena real se iba ir a la mierda.

—¿Qué compromisos tenía para hoy? ¿Qué pasó con la sirviente? ¿Desapareció también?— preguntó el mayor mientras empezaba a caminar por los largos pasillos del castillo.

—¿Cómo rayos voy a saberlo? Apenas sé qué debería hacer yo hoy... y sí, desaparecieron pero... no sé como, yo sólo sé que dije ¡debo ir por Hansol! porque perdí a ambos de vista... y él no tiene ese poder, yo lo sé... ninguno de nosotros puede desaparecer y aparecer solo así.— SiCheng cruzó sus brazos y un ligero puchero asomó en sus labios, contrastando totalmente con su traje azul obscuro y la banda plateada en su pecho.

Bendición de los dioses | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora