Apuñalando tu propio corazón.

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Renjun soltó el aire que había estado conteniendo una vez la puerta de la dama de hierro fue abierta, sus ojos estaban llorosos y aterrados, sus manos temblando mientras Jisung lo tomaba de la cintura y lo ayudaba a bajar.

Pudo morir, maldita sea.

Recuerda como se despertó de golpe y un pinchón en su vientre lo hizo gemir de dolor, su mano intento moverse a la zona pero sintió más clavos raspar su piel en la oscuridad y lo supo. Reconoció en dónde estaba y lloriqueo, tratando de moverse lo menos posible para evitar que algo perforara más de lo que ya estaba haciendo.

—Estás hecho un desastre. —bromeo Jisung, tocando su cuerpo con cuidado.— ¡Jeno! ¡Ven aquí!

Renjun sonrió ligeramente, agradecía que Jisung no hiciera una escena dramática, incómoda y rara, por un lado porque le dolía y del otro porque sería vergonzoso. Jeno caminó rápido hacía él, supo por su cara que estaba hecho mierda y era cierto... se sentía así.

—Bien, cierra los ojos y relajate, dejará de doler. —confirmó tocando cada una de sus heridas y cerrándolas al instante.

—Siempre metiéndote en problemas. —negó Jisung, sus dedos largos pasando por su cabello.— No puedo dejarte ni un rato solo.

—Ustedes son los que casi me dejan desangrarme. —burló Renjun, sintiendo su piel hormiguear.— Pude morir...

Los ojos de Jisung se oscurecieron, lo miraban con seguridad y dolor a la vez.— No bromees con eso... yo no dejaré que eso pasé.

—Lo sé... —murmuró Renjun, sintiendo las manos de Jeno por su cuerpo.— Niño muerte.

—Niño flor. —burlo y Jeno también rió.

—Listo, ahora vamos con los otros. —exclamó el menor, dándole la mano a Renjun para que se levantara.— No tocó ni un órgano, hiciste un buen trabajo.

Jisung sonrió ante eso, la paz volviendo a su cuerpo de una manera extraña al saber que Renjun estaba bien.— Subete... —ordenó, colocándose frente a él de espalda.— Estás agotado y eres un enano.

El mayor obedeció, subiéndose a la espalda de Jisung y abrazando su espalda mientras caminaba al lado de los demás, Jungwoo iba adelante, seguido de Donghyuck y Hansol, que igual que Jisung, cargaba a Yangyang en su espalda.

—¿Quienes faltan? —murmuró Yukhei, sorbiendo su nariz.

—MinHyung, Kun, Chittaphon y Xiaojun. —murmuró Donghyuck, pasando una mano por su rostro.— Suponiendo que ya tienen a Jaemin... porque bueno, ya sabemos que no tienen a Taeil.

—¿Cómo que no tienen a Taeil? —exclamó Renjun, moviéndose en la espalda de Jisung.— Ta-También falta Chenle...

—Murieron, Injun. —susurró Jisung, quedándose atrás de los demás.— En serio lo siento... ellos solo se fuero, no pudimos hacer nada.

Renjun sintió sus lágrimas caer, el recuerdo de su hyung dolía.— Pe-Pero tu puedes traerlos... yo sé que sí...

—Solo puedo si hay un cuerpo, Renjun... Irene se los está llevando, no me deja tocarlos. —negó, sintiendo el nudo en su garganta.— Lo siento mucho, cielo... Perdóname por no poder hacer nada.

El corazón de Renjun revoloteo, ¿fue el cielo o el afecto? Quien sabe, pero su cuerpo se relajó, de saber que tenía a un bobo atento con él.

—Debemos pensar... ¿dónde podría estar Kun? —murmuró Jeno, viendo a su alrededor.— Diosa Cirse... diosa de la magia, ¿en dónde puedes estar?

—¿Huele a quemado? —Donghyuck preguntó, arrugando su nariz.— A hojas quemadas...

Los demás respiraron profundamente, el olor viajando con el aire a toda velocidad, hasta que los ojos de Yukhei se abrieron ampliamente.— Una hoguera.

Bendición de los dioses | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora