Hay muertes más divertidas.

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—Un paso más y te corto la garganta.

—Uh, caliente... pero ya quisieras, puto, voy al baño. —bufó Jisung, caminando por el espacio permitido de ambos en su habitación.

—Sí, sí, lo que sea... ya es suficiente tenerte a mi lado todo el día como para que ahora vengas con la mierda melosa. —siseo Renjun acostándose en su cama de nuevo y cerrando sus ojos.

—¡Como si a mi me gustara fingir que no me da asco tocarte! —La puerta del baño se cerró con fuerza y el mayor sonrió complacido por incomodar a su prometido.— Apestas a muerto y plantas mugrosas.

—Creí que la mierda estaba saliendo de tu culo y no de tu boca. —Renjun se removió, tronando su espalda y estirando sus músculos con cuidado, aprovechando que el menor no estaba en la habitación para fastidiarlo.

Vio de reojo las líneas pintadas en el suelo y agradeció que no dejaran a nadie entrar a su habitación o todo la actuación se iría a la mierda cuando se dieran cuenta que apenas soportaban respirar el mismo aire que el contrario.

Las reglas habían sido fijadas desde el primer día, Jisung marcó con una tiza el espacio de cada quien y el espacio "común" que ambos podían usar... que fueran a estar juntos toda su vida no significaba que iban a compartir espacio personal. Esto era un negocio y ambos cumplían con lo solicitado hasta ahora, eso era lo que debía importarle a Irene... que ellos al menos no se mataran.

—Y yo creí que la mierda no hablaba.

—Eso dicen, pero ¡escuchate! en fin, voy a ir a robar comida. —Gritó el mayor hacia la puerta del baño—. Espero que cuando vuelva estés muerto.

—¡Cuando vuelvas no estaré aquí!

Renjun caminó en silencio por los pasillos del palacio, al parecer todos estaba tranquilos después de un drama que la verdad no entendió pero escucho gritos y a Yangyang y Yuta correr. Pobres débiles.

Eso pasa cuando se doblegan ante su estúpido corazón y dejan de pensar por si mismo, entregando el poder a alguien más.
Eso pasa cuando se enamoran y sucumben ante el amor... se vuelven idiotas.

Caminó con una sonrisa hasta la cocina, tomó unos panecillos y volvió con pasos ligeros hasta su habitación, dándole el tiempo necesario a Jisung de irse a algún jardín o cuarto adicional, no es que odiara al menor... bueno, sí, pero él era alguien que amaba su espacio personal, punto final.

Aunque Jisung le llegara a caer bien en algún momento de su vida, el contacto físico es algo que él detestaba de alguien más que no sean sus hermanos o sus padres; solo estar cerca de Jisung lo hacia sentir incómodo y ansioso, no quería ni pensar qué pasaría si se abrazaran o algo.

—¡Renjun trae la luz al mundo! —exclamó, entrando a su oscura habitación mientras su mano encendía la luz.

—Wow, eso fue patético.

—¿Pero que...? —las palabras no lograron salir cuando vio a Jisung, un pedazo del panecillo se atoro en su garganta y Renjun golpeo su pecho tratando de no seguir ahogándose.

El menor se levantó asustado, se había acostado en la cama porque no pensó que Renjun fuera a volver pero solo se despertó con la frase más estúpida del mundo y un enano ahogándose en el suelo de la habitación.

—Puta madre. —siseo molestó, viendo como Renjun hacia todo su esfuerzo por respirar de nuevo.

Una idea pasó rápidamente por su cabeza... si Renjun moría, el compromiso se acababa y oh mierda... si el mayor moría sería fenomenal, él tenía la excusa de no resucitarlo por no poder usar sus dones y sería libre de tanta mierda para hacer lo que quisiera.

Lo observó, con las lágrimas saliendo de sus ojos mientras seguía tosiendo, pálido, de rodillas tratando de hacerse reaccionar y...

—Maldita sea. —siseo, levantándose de la cama, caminando rápidamente hacia el mayor para levantarlo del suelo y se colocó atrás de él con sus brazos pasando por su cintura y bajando a donde creía estaba su ombligo.— Si me vomitas, te mato...

Sus manos se empuñaron y empezó a compresionar contra su abdomen mientras Renjun se removía contra su cuerpo, había dejado de toser y eso solo alarmó a Jisung a ser más rápido, así que presionó más fuerte y con unos segundos después una bolita de pan había salido de su boca y una bocanada de aire había sido tomada.

Jisung sintió el cuerpo de Renjun tambalear y se pegó a la pared para deslizarse por ella aún con el mayor contra su pecho, su abdomen se elevaba por sus marcadas respiraciones, sus ojos estaban llorosos al igual que sus mejillas. Las piernas abiertas del menor le facilitaron recostarse en su pecho, sus manos alcanzaron las manos del contrario y las tocaron con cuidado.

—Gr-gracias... —murmuró, con voz ronca y rasposa.

—Tranquilo. —Jisung murmuró cerca de su oído, no sabía bien qué hacer ahora, pero Renjun parecía muy cansado como para levantarse.— Todo está bien ahora.

Renjun asintió, respirando despacio pero seguro mientras sus ojos vagaban por la habitación, como si buscara algo en específico... Jisung se sintió incómodo, las manos del mayor estaban sobre las suyas, la calidez que desprendían lo sorprendió, él siempre había tenido las manos frías y el contraste le daba escalofríos.

¿Debería quitar sus manos del cuerpo del mayor?
Podría ser una buena idea, pero Renjun se aferraba a él cual salvavidas y por más que quisiera golpearle en la cabeza por ser estúpido y asustarlo, sentía que tenía que reconfortarlo... era confuso, como si una parte quisiera matarlo y la otra abrazarlo.

—Mierda, no... —siseo y Jisung levantó la cabeza, dándose cuenta que había apoyado su frente en el cabello olor a eucalipto del mayor, pero como el descarado que es, fingió demencia y vio lo que el mayor había encontrado... no pudo evitar sonreír.

—Cuando te asustas... ¿haces crecer chía?

—Cállate. —susurró, sonrojado pero no enojado, solo se rió, cubriendo su rostro con sus manos.— Que jodida vergüenza.

Jisung rió, viendo como los retoños de chía se movían con el viento e involuntariamente, apretó el agarré en la cintura de Renjun.— En realidad... me parece tierno, creo.

—¿Crees que Irene se enojara?

—Lo dudo, fue un accidente, no fue intencional... estabas asustado. —murmuró contra su oído, encogiéndose de hombros.— Sé que ella va a entender.

Renjun asintió, pero a diferencia de lo que Jisung pensó, recostó su cabeza en su hombro y cerró sus ojos con fuerza.— Gracias por ayudarme...

—De nada. —Jisung sonrió, mientras su nariz se acercaba a su cabello.— Es solo que no podía permitirlo... hay muertes más divertidas que ser ahogado por una bolita de pan.

—Lo sé. —Renjun soltó una carcajada, sin querer, o tal vez queriendo, acurrucandose más en el pecho del menor.— Yo pensaba lo mismo, me dije ¡no puedes morir a manos de un estúpido panecillo!

—Y... ¿qué es eso de "Renjun trae la luz al mundo"?

—Si tu no le cuentas a nadie yo no diré que me salvaste.

—Trato. —sentenció el menor, que había empezado a pasar la palma de su mano por el abdomen del contrario y con la otra limpió sus lágrimas mientras Renjun se recostaba en su pecho y le permitía oler su cabello.— Esto tampoco puedes decírselo a nadie. —murmuró en su oído.

—Trato. —exclamó, quedándose un momento más en el suelo y dejándose ser en manos de Jisung viendo los minutos pasar mientras su mente le decía que era un estúpido por lo que estaba pasando y su cuerpo le exigía dormirse... asi que lo hizo.

Se quedo dormido... en brazos de Jisung.
Mierda.

Bendición de los dioses | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora