Reino Bul, Casa Zhang.

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- Su Alteza. - la sirviente hizo una reverencia ante el príncipe Kun. - Su Majestad, el Rey JunMyeon solicita la presencia del Príncipe Yukhei, ¿Lo ha visto usted por aquí? -

Kun sonrió ampliamente, mientras su mano jugaba con un par de piedras. - Me temo que no, lo siento ¿Para qué lo necesita? -

- Quiere que vaya al Reino Keun, he de suponer que es algo entre el Príncipe y el Príncipe SiCheng. - exclamó con una sonrisa.

- Oh, ya veo. - Kun sonrió apretando las piedras en su mano. - Lo siento, no lo he visto, tal vez del otro lado del castillo. - la sirviente agradeció y se despidió de él. El Príncipe caminó despacio, mientras jugaba con las dos piedras en su mano.

Llegó al pequeño salón, su oficina personal y se sentó en el sofá por un momento, colocó ambas piedras a su lado y se levantó hacia la ventana.

- Mierda, me revuelves las neuronas. - gruñó Yukhei tocando su frente fuertemente. - ¿No puedes solo tomar las piedras? ¡No! Te gusta jugar con ellas... -

- Deberías disfrutarlo y dejarte llevar. - exclamó Chenle, acostado en el suelo con los ojos cerrados. - Se siente como flotar, no te quejes, acaba de salvarte el culo. -

Kun rió fuertemente, su mano se colocó en su frente y se giró hacía sus hermanos. - Levantate Chenle, la última vez vomitaste en mi alfombra. -

- No vomitariamos si dejaras de jugar con las putas piedras. - siseo Yukhei de nuevo.

- No le hables así a tu mayor, pero ya van a tener que esconderse muy bien o... irse conmigo al Reino Ttang, me invitaron a tomar el té con Su Majestad y el Príncipe Renjun. - Kun soltó un suspiro. - Tienen como dos segundos para pensarlo. - Chenle levantó la mano, emocionado. - No puedes quemar nada. - y así, al instante su mano bajó con un puchero.

- ¡Pero...! - Chenle bufó. - Vamos, al menos unas cuentas cosas. -

- No, Chenle... la última vez casi incendias todo el puto bosque, Taeil y Renjun casi nos matan. -

- Se tardaron menos de media hora en hacer de nuevo su jodido bosque. - exclamó Yukhei, como si fuera nada. - Que no sean nenas. -

- Renjun estuvo en cama dos días... fue mucho de su poder y era muy joven. - Kun los vio fijamente. - No podemos hacerlo pasar por eso de nuevo, ellos... -

- Deja de defenderlo - Chenle gruñó molesto, pequeñas chispas en sus manos. - Ni siquiera es tu esposo para que estés protegiendolo como... -

- Pero lo será... Chenle. - Kun suspiró. - Lo hago por el Reino, aceptar la voluntad de Su Majestad. -

El labio del menor tembló anunciando que sus lágrimas estaban a punto de salir, un total contraste con las llamas que abrazaban sus manos.

- No es justo, Ge... - exclamó el menor entristecido. - Vamos a extrañarlo tanto. -

- Chenle... cariño. - Kun se acercó hasta él, su mano se recubrio de hielo antes de alcanzar la mano de su hermano que estaba rodeada por llamas. - Yo te cuidaré, a ti y a Yukhei hasta donde pueda... luego, MinHyung te cuidará a ti y Yukhei cuidará a SiCheng. -

- Es injusto, no quiero separarme de ustedes. - murmuró Chenle abrazandose a su hermano, que hizo una mueca al sentir el cuerpo caliente del menor.

- Es algo que debo hacer, Renjun... él también está consciente de eso. - agregó, mientras sus manos pasaban con suavidad por su cabello, el ambiente se torno frío y su mirada giró convenientemente a la puerta. - Oh, Padre. -

El Rey YiXing los contemplaba con una sonrisa, sus manos tomadas sobre su vientre. Se acercó con pasos ligeros hacia ellos, tocando sus hombros con suavidad.

- No quería interrumpir. - su padre los vio con amor. - Parecía que no sabían que estaba ahí... no quería arruinar su momento de hermandad. -

- Está bien, papá. - Chenle sonrió abrazandose al cuerpo de su padre. - ¿Qué te trae por aquí? -

- ¡Oh sí! - el mayor se alejó de ellos para verlos con emoción. - ¿Han visto al Príncipe Yukhei? -

Chenle lució sorprendido, Kun se disculpó con una reverencia.

- Perdóname, Padre, por no poder responder a tu pregunta. - Kun sonrió ampliamente. - No sabemos en dónde se encuentra... ¿Tal vez en la parte trasera del castillo? A Yukhei le gusta montar a caballo. -

- ¡Muy cierto Kun! - YiXing sonrió complacido antes de besar la mejilla de sus hijos. - Estoy orgulloso de ustedes... mis Príncipes, tan correctos y responsables... que conocen el deber con su pueblo. - exclamó caminando hacía la puerta.

Ambos se inclinaron hacia su padre, esperaron un tiempo prudente y dejaron salir el aire de sus pulmones.

- Vaya mierda. - Yukhei se levantó del sofá. - Lo bueno es que Papá es algo ruidoso para caminar por el Castillo. -

Kun se sentó en el sofá, Chenle se lanzó al suelo. - No puedo creer que usaras la carta de MinHyung... fue buena idea, pero traté de no vomitar. -

- ¿Tu? Yo tuve que aceptar la boda con el niño primavera. - bufo el mayor. - Es más, debo ir a verlo para el jodido té. -

- Te van a dar tierra como la última vez. - bufó Yukhei. - Quieren envenenarte. -

- Solo espero morir rápido. - Kun empezó a reír. - Será mejor morir que pasar mi vida con Renjun. -

- Eso que no soportas a SiCheng, él... - dos golpes en la puerta hicieron a Yukhei detenerse, la puerta se abrió dejando ver a una nueva sirvienta.

- ¡Oh! Su Alteza, Príncipe Yukhei, Príncipe Chenle. - una reverencia ante cada uno la hizo pararse firme de nuevo. - Me alegra encontrarlo, Príncipe Yukhei, Su Majestad me ha pedido... -

- Tu no encontraste a nadie. - la voz de Yukhei sonó con fuerza por la habitación. - Olvida lo que viste y vete. -

- Pero... -

- A nadie. - siseo. - No viste nada, no recuerdad nada... vete. -

Los ojos de ella se volvieron nublosos, su mirada se perdió en la nada mientras Yukhei la miraba fijamente.

- Su Alteza, Príncipe Chenle. - murmuró viéndolos sin en realidad hacerlo. - Me retirare, debo... buscar a... el Príncipe Yukhei. - su cuerpo se movió con lentitud, su mirada seguía perdida cuando la puerta se cerró y Yukhei cayó en el sofá al lado de su hermano.

- Me voy contigo. - exclamó. - No van a hacerme ir con él de nuevo... -

- Yo también. - Chenle asintió. - Si me ven solo mandarán por MinHyung y prefiero morir envenenado con el té de tierra. -

- ¡No se diga más! - Kun se levantó con una mueca, sus brazos se estiraron antes de tomar dos piedras azules en sus manos. - Prometo que será carruaje y no caballo... sino, Chenle si va a vomitar por días. -

Sus pasos salieron de la sala, sus hermanos, literalmente, en sus manos y su traje impecable... listo para hacerle el día imposible al niño florecita. 

Bendición de los dioses | NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora