Presente
Dexter
Las ciudades no eran sitios seguros en ninguna parte del mundo, o, por lo menos, eso se decía. Por aquella razón, el campamento estaba ubicado cerca de lo que en algún momento fue un pequeño pueblo situado a las afueras de una gran ciudad. Habían pasado muchos años desde que comenzó el virus, o eso decían los más mayores, y las ciudades y pueblos ya ni siquiera tenían nombre. Todos los que las recordaban se las habían llevado con ellos a la tumba. Nadie hablaba de ellas, al principio la gente intentaba entrar en el centro de las ciudades para conseguir comida, pero acabó siendo una misión imposible, los zombis eran los únicos habitantes de allí.
—¡Eh, Dexter!
Un muchacho de piel extremadamente blanca y de pelo del mismo color se acercaba hacia el recién llamado. Su cara mostraba seriedad.
—¿Qué quieres, Finn? —espetó el tal Dexter; se encontraba admirando las vistas desde el ventanal de la habitación. Observaba el terreno desierto que había más allá de las pequeñas murallas que habían levantado alrededor del campamento hacía no demasiados años. Sentía paz al admirar el paisaje, tenía suerte de estar allí, alejado del mundo exterior, a salvo. Tenía una cama donde dormir y comida que llevarse a la boca.
—Tenemos un problema —anunció el recién llegado—. Dariush ha vuelto a cabrearse y está haciendo recordatorio de todos los insultos que conoce para referirse a cualquier persona que se le cruce por el camino. Ah, y también patea todo lo que pilla. Está asustando a las demás personas.
Dexter suspiró pesadamente, negando con la cabeza y pensando si realmente aquel era su hermano. Si no fuera porque eran casi iguales físicamente, diría que era adoptado.
—¿Cuál es la razón de su enfado esta vez? —preguntó, intentando no perder los nervios.
—Sinceramente, no lo sé —respondió murmurando—. Supongo que lo mismo de siempre.
Dexter asintió y se giró hacia Finn, apartando por fin la mirada del exterior y dirigiéndola hacia el chico.
—Bien, yo me encargo. No te preocupes, ahora voy.
Su respuesta pareció complacer al joven y este se despidió con una leve inclinación hacia delante ante Dexter.
«Adiós paz y tranquilidad» —pensó, saliendo de aquel edificio, caminando hacia donde se encontraba su querido hermano mellizo, Dariush.
La escena que encontró no le sorprendió para nada, pues ya había presenciado otras de sus rabietas antes, y eran exactamente iguales a aquella.
—¡No puedo estar aquí! —gritaba escandalizado, apartando a empujones a los guardias que intentaban pararle y sedarle.
—¡Mantenedlo quieto! ¡Que no se mueva! —gritó uno de los guardias, quien tenía agarrado a Dariush del brazo derecho.
Cuando Dexter apareció en su campo de visión pareció cabrearse más de lo que ya estaba e hizo el amago de intentar lanzarse contra él.
—¡Diles que me suelten! —volvió a gritar, dirigiendo sus palabras hacia su hermano, quien observaba la escena con una expresión neutral—. ¡Dilo! ¡No puedes mantenerme aquí por siempre!
Con un gesto de mano indicó a los guardias que lo soltasen. Obedecieron casi al instante, dudando un poco por si decidía volver a intentar atacar a su hermano.
—Lo siento, Dariush. Sabes que no puedo hacer eso.
El anteriormente nombrado gruñó, justo en el momento en el que dos guardias volvieron a agarrarle de los brazos con fuerza, y un tercero se acercó y le inyectó un calmante en el cuello. Dejó de removerse al instante, y Dexter aprovechó para quedar cara a cara con su mellizo y susurrarle unas palabras antes de que cerrara los ojos para sumirse en un sueño tranquilizador:
—Es lo mejor para ti, Dariush, solo lo hago para protegerte.
Nadie lo oyó, o eso pensaba Dexter. Seguido de aquello dio una nueva orden y se llevaron a su hermano a rastras hacia el edificio que tenían justo enfrente, donde los infectados y criminales residían.
Dexter soltó un suspiro apenado; a su lado apareció Finn, posando su mano derecha en el hombro del joven, dándole todo su apoyo. Se podría considerar su mejor amigo.
—Tranquilo —susurró el recién llegado—, todo mejorará con el tiempo.
—Eso espero, compañero —respondió Dexter después de unos segundos en silencio—. Eso espero, no sé qué podría pasar si las cosas empeorasen.
Finn le observó fijamente, con expresión pensativa, y luego asintió, comprendiendo a lo que se refería.
—Nada bueno, capitán —aseguró el muchacho—. Sería un desastre, como el que pasó cuando...
—No —Dexter interrumpió a Finn bruscamente—. Eso no pasará, ¿de acuerdo? No quiero volver a escucharlo, y menos dicho de tu boca, ¿entendido?
El muchacho asintió, después de tragar saliva con nerviosismo—. Sí, capitán.
—¿Cómo está la chica? —cambió de tema rápidamente.
—Estable, pero sigue dormida.
—Bien. —Su voz sonó cortante—. Quiero a dos guaridas vigilándola, que no salga de su celda.
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Letales (#1) © ✔
Science FictionJude estaba sola, no recordaba nada ni tenía a nadie. Él la encontró, y desde entonces todo comenzó a cambiar. Todo él era misterioso, nunca le dijo su nombre. Y aún así, confiaba en él. Pero había cosas que le ocultaba. Y después de todo, quizás n...