Presente
Jude
El grito agudo de una niña pequeña se escuchó por todo el pasillo. Corría lo más rápido que sus cortas piernas le permitían, y tenía las mejillas empapadas de lágrimas derramadas. La niña no debía tener más de siete años, su pelo era negro completamente liso y sus rasgos asiáticos.
—¡Rachel! —exclamó una mujer más mayor, poniéndose de cuclillas cunado la niña llegó a su posición para estar a su altura—. ¿Qué ocurre, cielo?
La recién nombrada hizo un puchero con los labios, mientras sus ojos volvían a empañarse. La mujer tenía los mismos rasgos asiáticos que la niña, parecían familia.
—Jude me ha empujado —murmuró la pequeña.
La madre hizo una mueca de disgusto, no parecía muy contenta con aquello. Las dos se giraron cuando vieron a otra niña —casi idéntica a Rachel— acercándose a paso tranquilo por el pasillo, en dirección a ellas.
—Eso no es verdad —dijo cuando estuvo a su lado, era un poco más alta que la que parecía ser su hermana—. Rachel se ha enfadado porque ha perdido.
—¡Mentira! —saltó la mencionada, con las mejillas encendidas por la rabia—. ¡Jude ha hecho trampa!
La niña acusada se mostró indiferente, casi como si le diera igual todo lo que dijera. La mujer, quien había estado observando a las dos hermanas, se incorporó, cogiendo en brazos a la que lloraba, ahora más levemente.
—Jude —dijo, apartándole el pelo de la cara a Rachel—. Sabes que no me gusta que te pelees con tu hermana.
Al ver que no iba a responder, la cogió de la mano y las dirigió por el largo del pasillo, hasta entrar en un salón que parecía ser un comedor. Mientras caminaban, Jude sonreía de forma extraña, casi malévola hacia su hermana. Alzó una ceja en su dirección, y Rachel rápidamente escondió su cara en el cuello de su madre.
Le costó abrir los ojos esa mañana, solo quería seguir durmiendo todo el día, si aquello era posible. No había podido dormir bien, se despertó varias veces de madrugada porque sus pensamientos no la dejaban en paz. Los recuerdos también la asaltaban, pero cuando despertaba solo podía recordar unos pocos. Esa no fue la excepción. Aquel sueño que había tenido la sorprendió un poco, aparecía ella de pequeña (o eso creía), y también una niña idéntica a Jude. ¿Sería posible que tuviera una hermana?
Negó con la cabeza, eso no podía ser. Si Dexter la conocía de antes, entonces debería haber hablado de su hermana. Sin embargo, lo que más la había dejado confundida había sido su actitud en el recuerdo. Su mirada fría e indiferente, ¿era ella una persona tan fría y cruel en el pasado? Porque no le gustaba nada, se había dado cuenta de lo mal que se había comportado con su supuesta hermana, Rachel. Pero, ¿por qué ese nombre no le sonaba para nada?
Se sentó en la cama, frustrada consigo misma. Estaba cansada de ser la víctima, a la que le pasaba de todo. Cansada de que le ocultasen cosas que podrían tener que ver con ella. Si nadie quería decirle nada, entonces las descubriría por su propia cuenta. Por eso mismo el día anterior se había dicho que el primer paso sería intentar hablar con aquel muchacho que le había hablado antes de que Finn llegase. Sabía que cabía una enorme posibilidad de que solo estuviera jugando con su mente, pero ¿y si tenía algo que le podría ayudar? No perdía nada por intentarlo, y eso iba a hacer.
Desayunó con Dexter como de costumbre y, antes de que él se despidiera de ella para ir a trabajar le preguntó si podría ir a ver de nuevo a su amigo el albino. Al principio dudó un poco, pero acabó cediendo ante su petición y la dejó marchar, dejándole bastante claro que tenían prohibido intentar visitar a Gareth. Jude asintió a regañadientes, sin embargo, pensó que ya se ocuparía de aquello más tarde, ahora había algo que le urgía.
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Letales (#1) © ✔
Science FictionJude estaba sola, no recordaba nada ni tenía a nadie. Él la encontró, y desde entonces todo comenzó a cambiar. Todo él era misterioso, nunca le dijo su nombre. Y aún así, confiaba en él. Pero había cosas que le ocultaba. Y después de todo, quizás n...