Un día antes de llegar al campamento
Jude
Notaba su cuerpo balancearse a causa de los numerosos baches que había por el camino. Estaba tumbada en el suelo frío y húmero de la furgoneta en la que la habían dejado junto a Adams, Dariush ahora que sabía su nombre. Sentía todo el cuerpo pesado, llevaban dos meses inyectándole aquel líquido tan extraño cada dos días. Tenía la ligera sospecha de para lo que servía, dejaba de recordar cosas. En lo único que podía pensar era en no perder de nuevo la memoria. ¿Sería así como borraron su memoria la última vez? ¿O fue por otra causa?
A su lado, Dariush se movió para acercarse un poco a ella. Él se encontraba sentado. Levantó un poco la cabeza de la muchacha y la posó sobre sus piernas. Si hubiera podido hablar le estaría gritando lo mucho que lo odiaba y que quería que no se acercase a ella para nada. Aunque aún no entendía bien del todo lo que había pasado, de lo que estaba segura era de que le había mentido. La había engañado para que confiara en él, y al final resultó ser que su objetivo principal siempre fue llevarla a aquel edificio con aquellas personas tan extrañas que no parecían tener buenas intenciones.
Notó los ásperos dedos del muchacho apartarle un mechón de la frente y acariciar su mejilla. Acercó sus labios a su frente, estaban ligeramente secos.
—Lo siento mucho, Jude —murmuró contra su frente—. No quería que nada de esto pasara. Creía que no tenía otra opción, que era lo correcto—. Se le cortó un poco la voz a medida que hablaba—. Pero cuando me di cuenta de mi error fue demasiado tarde, ya nos habían encontrado. Espero que algún día puedas perdonarme o, por lo menos, entender por qué hice lo que hice.
El silencio volvió a reinar en aquel pequeño espacio.
Habían salido del edificio de aquella gente hacía dos semanas, acamparon en algunas casas pequeñas que había por el camino y que obviamente ya tenían localizadas para utilizarlas ellos mismos. Jue sabía lo que pasaba a su alrededor, pero su problema es que casi no podía moverse ni hablar. El líquido que le inyectaban era bastante fuerte y su organismo parecía no querer aceptarlo. Era por ello que le ponían la dosis cada dos días, pues acaba vomitando la mitad. Se negaba a olvidar todo de nuevo y tener que volver a empezar de cero.
La furgoneta se detuvo de golpe. Jude notó como el cuerpo de Dariush se inclinó hacia delante, pero consiguió mantenerse en el sitio. Si hubiera perdido el equilibrio habría acabado aplastando al cuerpo inconsciente de la joven asiática.
Adams
Pasaron un par de segundos antes de que abrieran la puerta de la furgoneta. Dariush apartó la cabeza de la muchacha de sus piernas con cuidado de no hacerle daño. Uno de los hombres que les había acompañado durante todo el trayecto recorrido cogió del brazo al muchacho y lo sacó del vehículo de forma brusca. La luz del exterior lo cegó por un instante, haciéndole llevar su brazo izquierdo a la cara para resguardar sus ojos del resplandeciente sol.
Le hicieron avanzar. Esta vez se encontraban en el césped, estaban rodeados de vegetación. Al mirar a su alrededor vislumbró que justo delante del comienzo de un bosque profundo, dónde empezaba a haber árboles, había unas vallas de metal que no dejaban cruzar nada. Estaba claro que era un sitio que ya estaba preparado, así podían instalar tiendas de campaña sin la preocupación de que a mitad de la noche aparecieran zombis a comerse un buen festín.
Justo en mitad del claro, el hombre lo empujó ligeramente hacia delante y le soltó el brazo.
—Ayuda a montar las tiendas —dijo antes de darse la vuelta y dirigirse hacia la furgoneta otra vez.
Adams dirigió su mirada hacia el suelo, donde unas cuantas piezas estaban ya colocadas; no tuvo más remedio que hacer lo que le habían ordenado.
Cuando terminó se sentó y observó cómo los demás estaban reunidos cerca de los vehículos, hablando entre sí. Jude seguía en la furgoneta, o eso creía él, porque no había visto a nadie que la sacara de allí.
Era aproximadamente media tarde cuando terminaron de instalarse, habían trasladado la furgoneta cerca del pequeño campamento y dejado la puerta abierta para cuando la chica se despertara.
A Adams le tocó dormir en una tienda de campaña junto a Forty. Al ver que él era su compañero pensó que le llamaba más la atención dormir junto a los zombis. Le costó un poco, pero acabó sumiéndose en un sueño profundo.
Jude
Por fin consiguió levantarse cerca del mediodía. Notaba todos los músculos entumecidos y agarrotados. Se incorporó en la furgoneta donde se encontraba y apoyó la espalda en la pared. La puerta estaba casi cerrada, solo había una rendija de luz que entraba. Escuchaba voces del exterior, distinguió las de aquella mujer tan misteriosa y Forty hablando sobre su próximo destino.
—¿Se han ido ya con Gareth a su posición? —preguntó la voz de la mujer, expresaba un poco de impaciencia e irritabilidad.
—Sí, han marchado hace unas pocas horas —respondió Forty; Jude se lo imaginó con su típica sonrisa en los labios.
—¿Sabe Gareth cuál es su posición? ¿O aún no quiere participar? Ese crío es insufrible, me pone de los nervios.
—Sí, parece... que le he hecho comprender lo que pasa cuando decides no acatar las normas. —Su tono de voz fue burlón, divertido por la situación.
Jude se imaginó lo que le habrían hecho a aquel pobre chico, seguro que le habían torturado hasta que terminó aceptando.
No hablaron más, en cambio, escuchó los pasos de una persona acercarse a la furgoneta. Segundos más tarde, la puerta se abrió. Por ella apareció Forty.
—Hora de la última inyección, muñeca —dijo entrando al vehículo con ella, con la jeringuilla en una de sus manos.
Jude se tensó, no le ponían la inyección dos días seguidos, ¿por qué ahora sí? Era la última, ¿dónde los estaban llevando? Eso significaba que el recorrido se acababa, estaban a punto de llegar al final del trayecto.
Pasó lo mismo de siempre, una vez el líquido se mezcló con su organismo volvió a dejarse caer sobre el suelo. Esta vez lo notó diferente, todo se emborronó en su mente, por su cabeza pasaron recuerdos de los últimos meses que iban desvaneciéndose: la figura de Adams, el beso con él, el ataque de un zombi contra ella, el secuestro, el dolor de su traición,... Hasta que finalmente pareció quedarse vacío y todo fue oscuridad, ahora completa.
No tenía a nadie, ni siquiera se tenía a ella misma.
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Letales (#1) © ✔
Science FictionJude estaba sola, no recordaba nada ni tenía a nadie. Él la encontró, y desde entonces todo comenzó a cambiar. Todo él era misterioso, nunca le dijo su nombre. Y aún así, confiaba en él. Pero había cosas que le ocultaba. Y después de todo, quizás n...