Presente
Jude
Cuando abrió los ojos, por un momento no supo dónde estaba, pero segundos después recordó que el día anterior aquel chico que le pareció tan bueno la había liberado de la celda en la que estaba y dado un pequeño apartamento.
Sonrió inconscientemente, quería recordar más; quería recordarlo a él. Necesitaba hacerlo, porque sentía que había perdido una parte de sí misma.
Cuando estuvo debajo del chorro de agua de la ducha se sintió en la gloria. No recordaba haber disfrutado del agua caliente en mucho tiempo, por no decir nunca. Pensó en cómo harían funcionar el gas y la electricidad cuando estaban en un mundo apocalíptico. Lo que sí que le sonaba era haber escuchado que cuando el virus comenzó unas pocas asociaciones se reunieron para seguir fabricando comida y hacer funcionar ciertas cosas, como el agua, el gas y la electricidad. Eso sí, nada de móviles, ni televisiones, ni ningún otro aparato electrónico que tuviera que estar conectado a una red.
Se demoró más de lo que esperaba en la ducha, pues había estado demasiado metida en sus pensamientos.
Se estaba terminando de vestir —con ropa que el muchacho de piel negra le había dejado en la habitación— cuando escuchó dos golpecitos en la puerta principal. Se acercó rápidamente; tenía el pelo mojado y las gotas caían sobre el suelo, mojando todo el camino hacia la puerta.
Se sorprendió al ver a Dexter parado con una sonrisa en los labios.
—Buenos días —dijo el muchacho—. ¿Has dormido bien? No creo que la celda fuese muy cómoda.
—Bien, gracias —respondió Jude; no pudo evitar hacer la pregunta que rodaba en su mente—: No quiero sonar grosera pero, ¿qué haces aquí?
El chico no pareció sorprenderse ni ofenderse por su pregunta, y contestó:
—Todas las mañanas nos reunimos en un salón para desayunar —explicó brevemente—. Así que he venido a recogerte para acompañarte.
—Oh —murmuró la muchacha—. No lo sabía. Deja que me seque el pelo y vamos juntos. —Se apartó de la puerta para que él pudiera pasar y seguido de aquello corrió al baño para coger el secador.
Estaba maravillada por todo lo que había en el campamento. Cuando vio el secador el día anterior casi chilló de la emoción, sabía lo que era, pero no recordaba haberlo utilizado nunca.
Menos de diez minutos después Jude y el joven salieron del edificio. El lugar donde iban no estaba muy lejos caminando, se trataba de un espacio pequeño —para unas cien personas— cubierto por una carpa. Ellos se dirigieron hacia el final del salón, donde el amigo de Dexter se encontraba —chico que Jude no conocía—. Cuando se sentaron a la mesa, la joven asiática no pudo evitar mirar al desconocido un poco embobada, debido a su pelo extremadamente blanco y su piel lechosa. Nunca había visto a un albino.
—Jude —dijo el muchacho—. Me llamo Finn, encantado de conocerte.
—Igualmente —respondió rápidamente, saliendo de su ensoñación. Sintió sus mejillas colorearse un poco, le daba vergüenza que el chico la hubiera pillado mirándolo tan fijamente.
—Capitán —saludó el albino al muchacho negro.
Jude alzó una ceja al escuchar cómo lo llamaba. Dexter, al ver a la muchacha confundida, le explicó:
—En el campamento soy el líder, algunos me llaman así.
Jude asintió comprendiendo. ¿Entonces ella debería llamarlo así? Ya que no recordaba su nombre y él se negaba a decírselo... ¿Cómo si no le iba a llamar?
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Letales (#1) © ✔
Science FictionJude estaba sola, no recordaba nada ni tenía a nadie. Él la encontró, y desde entonces todo comenzó a cambiar. Todo él era misterioso, nunca le dijo su nombre. Y aún así, confiaba en él. Pero había cosas que le ocultaba. Y después de todo, quizás n...