Cuatro meses antes de llegar al campamento
Jude
Al abrir los ojos, se deslumbró y se los tapó de inmediato con el brazo para evitar que la luz del techo la cegara. Estaba tumbada en una cama, lo sabía porque notaba lo cómoda que era en comparación con el suelo en el que había estaba durmiendo durante semanas, o puede que meses. Una vez más no se sentía propietaria de su cuerpo. Quiso mirar a su alrededor para localizar aquel lugar, pero lo único que consiguió divisar fueron las paredes blancas, antes de que una enfermera (o eso es lo que le había parecido en un principio) le tapase los ojos con unas vendas.
Se removió un poco incómoda en la cama. Intentó gritar, pero su yo de aquel entonces no lo hizo. Era obvio, se trataba de un recuerdo. Cualquier cosa que ella intentase hacer no pasaría.
Escuchó como la mujer se iba y la dejaba sola en la habitación; tan solo oía su respiración acompasada, nada más. Se quedó allí lo que le pareció una eternidad antes de que escuchara la puerta siendo abierta una vez más. Una mujer tarareando una canción con parsimonia entró, sus pasos resonaban contra el suelo.
—Buenos días —dijo una voz femenina, la de la mujer que acababa de llegar y se había posado justo al lado de ella—. ¿Cómo te encuentras?
—Bien. —Su voz sonó firme y segura, cosa que le pareció extremadamente extraño, pero no pudo hacer nada.
—Me alegro.
No le vio la cara, pero estaba segura de que estaba sonriendo.
No entendía lo que pasaba, ni dónde estaba ni quien era aquella muchacha que parecía conocer. Su yo de aquel recuerdo había reconocido la voz, o eso creía. Sin embargo, no podía estar segura de nada.
Sintió un pequeño pinchazo en el brazo izquierdo. Hizo una mueca y se quejó internamente; la mujer se desplazó hacia el otro lado de la cama.
—¿Estás preparada? —le preguntó de repente.
¿Preparada para qué?, quiso preguntar Jude, pero no era dueña de su cuerpo y mucho menos de su voz.
Su yo del recuerdo suspiró pausadamente, las palabras no parecían ser necesarias en aquella situación. Jude habría agradecido que hubiera dicho algo, pero estaba claro que su mente no quería cooperar para que recordase.
—Esto ya está —susurró la mujer para sí misma. Le quitó la aguja del brazo y volvió a hablar—. Enseguida vendrán para prepararte. No te tienes que preocupar por nada, todo irá bien.
Sus pasos se fueron alejando. Escuchó como abría la puerta y la cerraba de nuevo, dejando a Jude sola.
Abrió los ojos de golpe. Una sensación de malestar se había extendido por todo su cuerpo, obligándola a despertar. Se incorporó con lentitud, haciendo una mueca de disgusto al quedarse sentada y sentir su cuerpo más pesado de lo normal. Miró a su alrededor, sorprendiéndose (aunque no tanto) al estar sola; últimamente cuando despertaba siempre lo estaba, y no era agradable. Prefería tener la seguridad de que no volvía a estarlo, como antes. Aunque no recordaba cuando lo estuvo, sabía que lo era.
Se levantó, recordando ya muy poco el sueño que había tenido. Era frustrante no poder hacerlo.
La noche anterior Adams y ella había decidido quedarse en una tienda pequeña de utensilios de cocina. Estaba apartada de las demás, así que tenían más probabilidades de estar más seguros que en cualquier otro sitio de aquel edificio. Jude recorrió la tienda, sin ver a Adams en ningún rincón. Se preguntó si sería buena idea salir y dejar todas sus cosas allí, pero tampoco lo era coger todo y marcharse en su busca. Entonces no tenía más remedio que sentarse a esperar, aunque los otros planes sonaban más tentadores.
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Letales (#1) © ✔
कल्पित विज्ञानJude estaba sola, no recordaba nada ni tenía a nadie. Él la encontró, y desde entonces todo comenzó a cambiar. Todo él era misterioso, nunca le dijo su nombre. Y aún así, confiaba en él. Pero había cosas que le ocultaba. Y después de todo, quizás n...