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Todos hablan de la esperanza, de luchar hasta el final, sin embargo pocos entienden que ciertas personas no tienen fuerzas. Algunos nos consideramos débiles, rotos de una forma que nadie realmente va a poder apreciarnos. Desde nuestra perspectivas estar fragmentado es un delito que buscamos ocultar con falsas sonrisas.

¿Porque nos cuesta tan aceptar que no somos los únicos?

Quizás porque creemos que no tenemos el derecho de estar rodeados de oscuridad o de ser infelices, sin embargo todos tienen derecho de estar rotos y pedir ayuda no nos vuelve débiles, pedir ayuda nos vuelve humanos.

Otabek no comprendía a Yuri porque no vivía lo mismo, sus luchas eran diferentes y sus problemas tenían otra esencia. Sin embargo no despreciaba al rubio o buscaba moldearlo a su medida, él no deseaba ignorar los problemas de Yuri acomodándolos bajo la palabra incomprensible. Otabek quería entenderlo y ayudarlo, porque estaba seguro que eso era lo que necesitaba aquella maravillosa persona con personalidad caótica.

Todo se volvió más claro cuando estacionó la motocicleta al reconocer  el auto estacionado. Yuri estaba llorando, sosteniendo su cabello, a veces ocultándose entre los mechones rubios. No se veía para nada como el tigre altanero que siempre aparentaba ser y le dolía en el alma. No sabía que decirle o como acercarse, porque lo que menos deseaba era hacerlo sentir avergonzado por estar tan dolido.

Decidió quedarse quieto hasta ser consiente que el rubio se encontraba más tranquillo – Yura, es hora de ir a casa – el rubio no opuso resistencia al ser cargado para recostarse en el asiento trasero. Estaba muy ebrio y probablemente al día siguiente le reclamaría su impertinencia por haberlo ayudado.

Llamó a J.J para que lo ayudara a llevar la motocicleta y lógicamente le avisó a NIkolai que Yuri se quedaría en su departamento a dormir. El abuelo de su adorado tigre no estuvo muy de acuerdo, pero tras explicarle todo aceptó.

La mañana llegó y con ella el mal humor de Yuri, le gritó hasta que no pudo más y cuando se negó a dejarlo ir se enfrentó aún más a su furia. El rubio no quería escuchar razones, solo gritaba como siempre. Un sistema de autodefensa fuerte, si no fuera porque Otabek conocía la otra cara de la moneda podría intimidarse.

El kazajo había visto a Yuri en sus mejores y peores momentos a pesar que no se conocían por mucho tiempo. Realmente te si analizaba cada detalle no Yeni sentido, Yuri era muy reservado hasta con sus amigos de años. No se mostraba sensible con nadie, su mal carácter era siempre presente y nunca hablaba de sus problemas.

Yuri jamás aceptaba que algo estuviera mal en su vida, siempre peleaba y tenía una respuesta para todo. Le gustaba sentirse el rey del mundo y dejaba en claro que los problemas solo volvían su vida más interesante.

¿Que tan agotador puede ser nunca aceptar que algunos días no son buenos?

Debe ser de lo más desesperante, porque realmente nadie tiene aguante para soportar malos días sin reacción alguna. No todos los días son agradables y en ocasiones pareciera que no existen momentos buenos. La vida puede volverse caótica con efecto de dominó ligado a los peores problemas.

Yuri era consiente de ello y aún así no buscaba hablar con nadie.

Otabek era consiente de aquello, por lo tanto apreciaba mucho los momentos donde podía ver la realidad tras la máscara del ruso. Le gustaba verlo si reír o hasta triste, porque después de llorar siempre lograba sonreír un poco. No existía nada mejor que ver como la tensión abandonaba su delgado cuerpo tras confesar sus frustraciones.

Lastimosamente no pasaba muy seguido y mientras más se acercaba, Yuri buscaba alejarse. Siempre terminaban con pequeñas y raras peleas donde Yuri salía corriendo.

No era culpa de nadie en particular, simplemente el rubio Yeni años de malos momentos y poca comunicación. Todo inicia con el deseo de "no preocupar a nadie" y termina con uña sistema que bloquea emociones causando un estrés difícil de tolerar.

Yuri estaba llegando a su límite y por lo que necesitaba pararlo. El tigre de Rusia debía buscar ayuda profesional, porque Otabek no podía ayudarlo si Yuri no quería aceptar que correr no era una solución.

Huir de los problemas solo funciona hasta cierto punto, porque las huidas se acumulan y el precio es muy caro. La salud mental se deteriora y los fantasma del pasado solo se vuelven más fuertes.

Llevarlo a casa no fue un problema, el verdadero reto sería al día siguiente donde por primera vez Otabek tocara el tema de forma directa. No deseaba volver a pasar el miedo de buscar y correr el riesgo de no encontrarlo.

Yuri merecía ser feliz y libre de las cadenas del pasado.

Bad Reputation (OtaYuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora