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Seducción, muy pocos y pocas conocían ese arte tan sutil que podía colocar al mundo ante sus bellos pies.

Sonaba fácil la teoría, lo complicado era realmente no cruzar la línea que convertía al depredador en un simple y vulgar ser.

En era una espada de doble filo ¿te atreverías a blandirla?

Otabek no era bueno seduciendo, pero tenía ese Sex Appeal que lo volvía sumamente atractivo tanto para hombres y mujeres, se dio cuenta de eso al llegar a la adolescencia porque la pubertad realmente hizo maravillas con su adorable cara.

Pasó de babybek a daddybek en unos pocos años, no le molestaba en lo más mínimo el cambio físico. Realmente disfrutaba verse rudo, era mucho mejor que ser el chico tierno y tímido del salón, ahora todos se pensaban dos veces antes de atreverse a molestarlo.

Lo único malo eran las personas que buscaban seducirlo y Hana realmente estaba terminando su paciencia. Aquella chica era hermosa, su forma sutil de coquetearle, las miradas, pero lastimosamente para ella Otabek no estaba de humor para caer en sus redes.

Desde su llevada cada movimiento fue sensualmente inocente, era exactamente lo que le gustaba. Su debilidad eran las chicas con apariencia inocente, adoraba protegerlas y robarles el aliento con un beso. En toda su vida solo había tenido dos novias oficiales, una chica en Kazajistán durante la secundaria y otra en Francia cuando iniciaba la universidad.

Normalmente le llamaba la atención los ojos, la primera chica poseía unos hermosos ojos negros capaces de hacerlo seguir sus órdenes con solo parpadear y la segunda tenía unos bellos ojos miel bastante traviesos, pero nadie se comparaba con la mirada de soldado de Plisetky.

Esas esmeraldas eran únicas, lo puso a sus pies desde el primer momento. Sus ojos eran puros, fuertes y dulces al mismo tiempo. Quien dijo que los ojos son la ventana del alma no conoció a Yuri, su bella mirada era todo menos una ventana. Nadie podía ver el alma de tigre, aquel rubio controlaba todo desde el momento en que abría sus hipnotizantes ojos.

Otabek... —

Aquella voz lo sacó de sus sueños ¿Cual era el tema? Lo único que recordaba era la forma divertida con la cual la seda jugaba a revelar los senos de su compañera de clases.

lo siento, me distraje — explicó suavemente quitándose un momento los lentes — ¿más café? — empezó a caminar dejando que aquella chica lo devorará con la mirada, realmente no entendía porque sus conquistas amaban verlo con ropa deportiva. Estaba seguro verse mucho mejor con jeans y su chaqueta de cuero.

¿Otabek que te parece New York? — aquella voz femenina era realmente suave, casi podía sentir la invitación silenciosa de recostarse en su regazo recibiendo mimos el resto de la noche o madrugada — algunos dicen que está ciudad tiene la magia de hacerte creer en los sueños, yo más bien siento que tiene lo suficiente para hacerte encontrar un sueño — Plisetky era su sueño, aquella carita de ángel lo ponía a dudar sobre si todo lo que vivió en la tarde fue realidad. Sobre si el rubio era real, su hermosura y fuerza parecían de otro mundo.

Sirvió las dos tazas de café y cuando se acostó aquella pelicastaña se acurrucó en su pecho — me siento tan cansada, me vendría bien un poco de actividad física — susurró contra el cuello ajeno. Hana deseaba a Otabek, pero no como un simple amorío, lo deseaba como novio y futuro esposo. Jamás dejaría ir a un partido tan bueno, aquel tipo de oportunidad no se prestaba todos los días. Atractivo físico, dinero e inteligencia, Altin era el paquete completo de hombre perfecto.

Bad Reputation (OtaYuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora