- Decidido. Estoy enamorada.
Contengo la risa mientras mi compañera de habitación se deja caer en la cama llevándose el dorso de la mano a la frente de forma dramática.
- Creo recordar que la semana pasada también decidiste lo mismo.
Ella entrecierra los ojos y me dedica una mirada matadora.
- Eso fue antes de decidir que ese era un capullo. No me lo recuerdes.
Paso el dedo índice y pulgar por mis labios como si cerrara una cremallera.
- La vida es maravillosa, Hayley - dice ella con un suspiro.
- La vida es maravillosa. Y jodida. Muy jodida.
Se incorpora rápidamente, quedando sentada sobre la cama y cogiendo un cojín para abrazarlo entusiasmada. Creo que se está volviendo loca. Más loca.
- Cuéntame tu historia.
Ruedo los ojos. Ahora entiendo su postura. Me recuerda a mí de pequeña cuando papá o mamá me contaban algún cuento, o su historia de amor por enésima vez.
- Ya te la conté.
- Otra vez.
Suspiro. Nunca es fácil volver a los inicios. No cuando el final aún te duele tanto.
- Por favor - me suplica pestañeando repetidas veces.
- No sé porque quieres volver a oírla. No es bonita.
Me dedica una sonrisa ladeada. Supongo que intenta reconfortarme de algún modo.
- Es real - dice finalmente.
Me quedo mirándola fijamente.
Sí lo es. Probablemente por eso sigue doliendo tanto. Porque es jodidamente real.
Mi historia. La misma historia que le conté a mi compañera de habitación hace unos meses en un momento de bajón mientras lloraba desconsolada abrazada a un bote de helado de nueces de macadamia. Recuerdo que cuando acabe mi largo relato entre sollozos, sonrisas y más sollozos, ella me preguntó por el final. No se lo conté. No sé ni siquiera si lo hay o es que no quiero que sea ese. Nunca me gustaron los finales tristes y si ese era el final, el mío sin duda lo era.
Cojo aire. Lo voy a necesitar.
- Está bien. Ahí va mi historia. Otra vez:
Mi padre solía decir que los sueños tienen nombres. Los nombres de aquellos a quien amas, porque no se trata de lo que quieras en la vida, si no de con quien quieres compartirla.
Mi tío solía decir que los miedos también tienen nombres. El nombre de una persona, de un barrio, un apellido, o incluso el tuyo propio, porque te aterra el poder que tienen sobre ti.
Siempre me pregunté qué somos para los demás. ¿Nuestro nombre es el sueño de alguien o el peor de sus miedos?
Puede que lo sepas cuando lo pierdes. Perdí a alguien a quien amaba. ¿Sabes qué es lo más jodido? Ver como se apaga. Cuando alguien deja de estar en tu vida de la noche a la mañana, haces un alto en el camino y lloras todo lo que puedes. Luego, con el tiempo sigues porque no te queda otra. Pero eso no fue lo que me pasó a mí.
Él no desapareció sin más, él se fue desvaneciendo poco a poco, llevándose partes de mí antes de que nos diéramos cuenta.
¿Qué haces cuando ves que un ángel se corrompe?
Conocí a la mejor persona, alguien que veía el mundo diferente, alguien que sabía amar bien, bonito y sano.
Y lo perdí.
No sé cuando empezó todo.
No recuerdo la primera vez que lo vi.
Nunca hubo esa escena a cámara lenta de él acercándose a mí y yo enamorándome a primera vista que suele haber en las películas. No fue como cuando mi tío Dylan conoció a Brooklyn en la cafetería de la universidad y algo dentro de él cambió para siempre. Tampoco fue un amor infantil que intentamos ocultar a través de burlas y odio fingido como el de mis padres.
Con él nada fue así de sencillo. Por supuesto que saber cuando empezó no iba a serlo tampoco.
Así que empezaré por aquel día. ¿Porqué? No lo sé. Simplemente recuerdo aquel día.
Yo tenía 17 años entonces y una bonita y positiva forma de ver el mundo.
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Multimedia: Hayley Miller. La bella Odeya Rush.
¡Empezamos!
Subiré un capítulo por semana si todo va bien.
Aquí empieza la historia de Hayley Miller. La preciosa hija de nuestros Dan y Summer.
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¿Cuál es tu nombre? #CETS3
Teen FictionTERCERA PARTE DE "¿CUÁL ES TU SUEÑO?" *No es necesario haber leído los dos anteriores pero sí recomendable para entender toda la historia con más detalle* - La vida es maravillosa. Y jodida. Muy jodida. - Cuéntame tu historia. - Ya te la conté. ...