Peter Pan

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Los siguientes dos meses fueron indescriptibles. Lo sé, iré por partes, es solo que me cuesta mucho quedarme solo con algunos momentos. Cuantas más cosas descubría de Ethan, más quería seguir indagando.

Ethan Hayes es probablemente la persona más sencilla y compleja que he conocido. Todo él es una contradicción. Para otros podía parecer que no era de los que tenían detalles, no te sujetaba la puerta para que entraras o salieras de algún lugar, no te retiraba la silla de la mesa si ibais a cenar, no se ofrecía a pagar él la cuenta... No, Ethan era de los que parecía distraído pero de reojo te veía sonreír mirando un simple llavero en forma de aguacate y al día siguiente se recorría la ciudad para regalarte uno. Era de los que no ponía los ojos en blanco cuando hablabas de algún tema absurdo que te apasionaba, de los que te escuchaban sin importar cuantas veces habías hablado de ello. Me escuchó contar la historia entera de Hogwarts, sus fundadores, los secretos del castillo y mil cosas que a nadie más le interesaban. Pero a él sí, y no porque fuera un fan de Harry Potter (no lo era), sino porque yo lo era y con eso le bastaba para darle importancia.

- Soy una pesada - le dije una vez después de media hora argumentando porqué Hufflepuff era la mejor casa.

Estábamos en el portal de mi casa, él sentado en el escalón de la puerta principal y yo enfrente, sentada sobre la acera con la espalda apoyada en el coche aparcado de mi padre.

- Pues sí - contestó.

Me ofendí. Seamos sinceros, solo dije lo de "soy una pesada" para que él me dijera "claro que no, sigue hablando". Así somos las personas, buscamos aprobación constantemente.

- Cambia esa cara Pocahontas, no eres una pesada por hablar de lo que te gusta, eres una pesada por decir que eres una pesada cada vez que lo haces.

Fruncí el ceño y él rió abiertamente.

- Venga, gruñona... Sabes que me encanta escucharte. Te brillan los ojos, tu voz se vuelve más aguda, sonríes y gesticulas muchísimo. Eres la viva imagen de la alegría cuando hablas de lo que te apasiona. Pero no es solo eso... Cuando hablas de cosas que te cabrean o te indignan frunces el ceño, así como ahora mismo, elevas la voz y a veces siento que me vas a arrancar la cabeza en cualquier momento aunque yo no sea el culpable de tu enfado.

- ¿Y eso también te gusta?

- Eso también me encanta. Porque eres tú, en tus mejores y peores momentos, sigues siendo tú. Y me encanta ser un espectador si se trata de ti.

Me acerqué a él sonriendo y me senté en su regazo.

- No eres un espectador, eres un participante. EL participante.

- ¿De tu vida? - sonrió ampliamente.

- De la nuestra.

Así de cursis éramos. Hay mil escenas como esa en mis recuerdos. Cuando leía libros me solían empalagar esas escenas ridículamente azucaradas, hasta que las viví. Vistas desde fuera pueden producir ganas de vomitar arco-iris, pero mientras las vives desde dentro sientes que las palabras no son en vano, que son reales por muy sensibleras que sean.

Y es que no sé porqué rechazamos las palabras bonitas mientras recogemos las feas. Cuando alguien dice cosas malas, solemos recogerlas y guardarlas, atesorarlas, atormentarnos con ellas. Cuando nos dicen algo bonito o le quitamos importancia creyendo que están exagerando o diciendo que son demasiado cursis.

Otra de las virtudes de Ethan era que no se escondía de nada. Del mismo modo que no tenía ningún reparo en decir esas mismas palabras delante de todos sus amigos, tampoco negaba lo que sentía y siempre estaba dispuesto a abrirse ante el mundo.

¿Cuál es tu nombre? #CETS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora