¿Alguna vez has escuchado la frase "éramos felices y no lo sabíamos"?
Creo que no hay frase que me duela más.
Seis palabras, solo eso, pero lleva tanto implícito. Implica que fuiste feliz y ya no lo eres, que ni siquiera fuiste capaz de darte cuenta, que no lo valoraste lo suficiente. Detrás de esas palabras se encuentran tantas emociones... Anhelo, nostalgia, por algo que tuviste y te arrebataron. Ira, por no haber sido capaz de retenerlo. Rencor, por lo jodida e injusta que es la vida. Culpa, porque cada día te preguntas si hubieras podido cambiarlo. Y tristeza, mucha tristeza, porque la frase no dice "era feliz y no lo sabía", dice "éramos", tú y yo, juntos.
En aquel entonces, Ethan y yo empezábamos un nuevo capítulo de nuestra historia. Uno de los que recuerdo con especial cariño, de los que me roban sonrisas antes de ser sustituidas por lágrimas al acordarme de como terminó.
Llevábamos un par de semanas quedando, a solas, con nuestros amigos, en el parque, en el bar...
Nos comíamos a besos, jugábamos a "¿Qué prefieres" y seguí conociendo a aquel Ethan que siempre elegía la opción contraria a la mía. Puede que entonces me causara gracia, ahora entiendo que quizás era una señal de lo muy distintos que serían nuestros caminos.
- ¿Quién soy? – dijo una voz aguda detrás de mí mientras unas manos me tapaban los ojos.
- ¡No lo puedo creer! ¡Chris Hemsworth! Te has hecho de rogar, eh... llevo años pidiéndote de deseo de cumpleaños, cada vez que soplo una pestaña, un diente de león...
Ethan carraspeó fingiendo que estaba molesto pero se le escapó una risa por lo bajo.
- Ya, ya... me lo merezco – dijo finalmente al tiempo que me destapaba los ojos – Lo de tapar los ojos es muy cliché.
- Lo es – contesté mientras me giraba a mirarlo.
Él sonrió de lado y envolvió mi cintura con un brazo acercándome a su cuerpo.
- Hola – dijo simplemente.
- Hola – contesté sonriendo antes de acercar mis labios a los suyos.
Nos besamos a modo de saludo. Luego él profundizó un poco más y yo no me resistí. Cuando nos separamos, me di cuenta de que estaba en el pasillo del instituto, delante de bastante gente.
No es que me avergonzara, en ese pasillo siempre había parejas jóvenes hormonales dándose el lote. Más bien caí en cuenta de que Ethan estaba ahí, en el instituto, y yo no había quedado con él hasta la tarde.
- ¿Qué haces aquí?
- He venido a buscarte y a preguntarte si quieres venir a comer a mi casa.
Pude notar la duda en su voz, como titubeaba. No sé si pensaba que yo no querría ir o si era él el que no estaba muy segur de querer que fuera.
- Claro – contesté con una sonrisa.
Ethan podía parecer siempre muy seguro de sí mismo pero tenía sus miedos, y su familia era uno de ellos. Llevar a alguien a su casa era una de sus mayores inseguridades, sobre todo teniendo en cuenta lo que pasó con Jess.
No voy a mentir, estaba nerviosa. Todo el camino en moto hasta la zona del barrio donde vivía Ethan lo pasé mordiéndome el labio bajo el casco. Conocía a su familia desde que era pequeña. Su padre, pese a haber sido uno de los mejores amigos del mío cuando eran jóvenes, no tenía mucho contacto con mis padres, pero aún así en el barrio todos nos conocíamos. A pesar de eso, esta vez ya no me verían como "la pequeña Hayley", "la hija de Daniel y Summer" o "la hermana de Alec", esta vez me vería como la novia de su hijo.
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¿Cuál es tu nombre? #CETS3
Teen FictionTERCERA PARTE DE "¿CUÁL ES TU SUEÑO?" *No es necesario haber leído los dos anteriores pero sí recomendable para entender toda la historia con más detalle* - La vida es maravillosa. Y jodida. Muy jodida. - Cuéntame tu historia. - Ya te la conté. ...