Harper Benson - Festival III

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Harper se echó a reír.

Temí que se estuviera volviendo loca, pero la amargura de su risa me indicó que solo era un mecanismo de defensa.

- ¿Mason? Mason es perfecto delante de los demás. Es atento, cariñoso, e incluso parece que me quiere y todo.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Sarah.

- Que cuando estamos solos ni me mira, Sarah. No me toca, no me dice nunca que me quiere, no quiere hacer nada conmigo...

- Harper...

- Soy su puto trofeo. Una simple mujer objeto que él cuelga de su brazo para pavonearse y presumir ante los demás.

La miré y por mucho que intenté que no pareciera que me daba lástima, por lo visto no lo conseguí.

- No pasa nada, Hayley. Porque, ¿sabes que és lo peor? Que yo lo sé. Siempre lo he sabido. Siempre sospeché que me ponía los cuernos, que en realidad no le gusto ni siente nada por mí. Pero soy imbécil y miré hacia otro lado. Fingí que no me daba cuenta y que nuestra relación de verdad era perfecta como lo era cara a la galería. Porque sinceramente, me daba pánico quedarme sola, que nadie me quisiera.

- ¿Y preferiste un amor fingido? - la pregunta escapó de mi boca.

No pretendía hacerla sentir mal, solo que no entendía porque seguía con alguien así.

- Sí, lo preferí - se encogió de hombros con una sonrisa - Porque así ha sido toda mi vida. Una mentira.

- No tiene porque ser así - intervino Sarah.

- Siempre lo ha sido, no conozco otra cosa. ¿Habéis visto a mi madre? Siempre elegante, con las uñas recién hechas, pelo perfecto y joyas caras. Pues todo mentira. No tiene dinero.

- Pero si siempre...

- Siempre ha contado con la manutención que le daba mi padre, hasta que él le dijo que si no se iba a gastar el dinero en mí no le iba a seguir dando.

- ¿Entonces porque odias a tu padre? Es tu madre la que...

- Mi madre se inventó un mundo perfecto, Hayley. Un mundo en el que ella y yo éramos las mejores, geniales, siempre sonrientes, siempre perfectas. Yo era pequeña y me lo creí. Mientras que mi padre me decía que no podía darme más de lo que me daba y mi madre me decía que era mentira, que él no me quería como ella. No se trataba de lo material, se trataba de la imagen de mundo que me daba cada uno.

- Pero creciste, Harper - observó Sarah - Te diste cuenta de que todo era mentira y no cambiaste nada.

- Nunca odié a mi padre. Y no lo odio. Estoy cabreada con él.

- ¿Porqué? - yo no entendía nada.

- Porque dejó que me lo creyera. Dejó que me convertiera en aquella niñata consentida y caprichosa y dejó que siempre prefiriera a mi madre.

En ese momento su llanto aumentó. Tuvo que dejar de hablar para contenerlo y tanto Sarah como yo le dimos su tiempo.

- Sé que no es su culpa pero no puedo evitarlo. Cuando empecé a alejarme de él, él se limitó a entenderlo. Me dio mi espacio y mi tiempo. Nunca me obligó a verlo más de la cuenta o a aceptar Haldron y a vosotros.

- Ian es muy comprensivo... - murmuré.

- Pero yo no necesitaba que lo fuera, joder - lloraba desconsolada - Necesitaba a mi padre. Necesitaba que me dijera que me estaba comportando como una niña estúpida y me castigara o me obligara a aceptar la puta vida real. Me hubiera cabreado en el momento pero ahora no sería una chica de 17 años que vive un un mundo de mentira, con gente falsa, sintiéndose vacía y sola sin saber como salir de ahí.

¿Cuál es tu nombre? #CETS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora