La historia bonita

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- De verdad que no entiendo nada - dijo Ryan frustrado dejando el libre sobre la mesa de un golpe.

- No es tan difícil, déjame ver.

- Paso. No voy a estudiar más.

- Ryan - dije a modo de advertencia.

- Hayley no me cabe más contenido en la cabeza.

Negué con la cabeza.

- No te entra porque no estudias bien.

- Genial, lo apuntaré en mi lista de cosas que no hago bien.

Dejé el libro a un lado y lo miré con los ojos entrecerrados.

- ¿Qué te pasa?

Ryan suspiró con brusquedad.

- Estamos en el último año de instituto. No creo que vaya a aprobar todas. Mis padres tienen las expectativas muy altas y ni siquiera le encuentro sentido. No voy a ir a la universidad.

- Oye, no tienes que aprobar por la universidad, ni por tus padres. Tienes que acabar el instituto por ti. Y para eso tienes que confíar en ti mismo. Y estudiar bien, ya de paso.

- No sirvo para esto.

- No digas tonterías. Tu problema es que te esfuerzas en memorizar sin entender lo que estás leyendo.

- Mi problema es que no sé lo que voy a hacer con mi vida el año que viene.

- Bienvenido a mi mundo - dijo una voz a nuestra espalda antes de dejarse caer en la silla del bar.

Ambos la miramos confundidos.

- ¿Qué?

- ¿No sabes lo que quieres hacer? - pregunté con cautela.

Con Harper nunca se sabía.

- Nop.

Ryan y yo nos miramos entre nosotros antes de volver la vista hacia ella.

- ¿Porqué me miráis así?

- Es solo que... - dudé un poco antes de seguir - Parecías tenerlo todo tan claro...

- Mi madre lo tenía claro - soltó con amargura - Y yo hacía lo que decía mi madre.

Quise preguntarle más acerca de eso. Ni siquiera sabíamos aún el motivo por el que Harper vivía con Ian de repente. Aún así no dije nada, porque Harper necesitaba su tiempo para contar las cosas, con ella no valía simplemente preguntar. Si intentabas saberlo, ella levantaba los muros, se ponía a la defensiva y conseguías el efecto contrario: alejarla.

- ¿Tú lo tienes claro? - me preguntó.

Asentí mientras le daba un trago al café.

- Quiero estudiar trabajo social igual que mi tío Dylan y Brook - respondí segura.

Lo supe desde que era pequeña. Mi padre es psicólogo, mi madre abogada de oficio y mi tío trabajador social. A menudo, hablaban de casos sin decir nombres (por lo de la confidencialidad y esas cosas) y habían llegado a trabajar juntos en muchos de ellos, sobretodo cuando mamá tenía que defender a algún menor y el tío Dylan debía intervenir, o cuando el caso requería ayuda e informes psicológicos. Ahí entraba papá.

El caso es que crecí así, bajo un techo en el que "las causas perdidas" nunca estaban perdidas del todo para nosotros.

- ¿Qué le pasa a tu hermano? - me preguntó Ryan mirando hacia la barra y cambiando drásticamente de tema.

¿Cuál es tu nombre? #CETS3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora