Capítulo O1 - Louis.

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Me levanté temprano en la mañana como suelo hacerlo y me preparé para ir al instituto <ugh, que molestia.>  pensé, pero luego recordé que después iría a Starbucks, ese que está bastante alejado de mi casa, el instituto y mis problemas. Para mí el instituto era el mismísimo infierno y aquel Starbucks era el mismísimo cielo, a la hora en la que yo salía era el horario en el que aquel pequeño negocio estaba casi vacío; era como si lo tuviese todo para mí, o al menos la mayoría. El día en el instituto empezó de lo más normal: insultos por ser gay, Niall defendiéndome, más insultos, más Niall sacando su lado de mamá oso.

Niall Horan es mi mejor amigo desde que tengo memoria, siempre estuvimos juntos y espero siempre estarlo. Él me apoyó desde el principio, cuando acepté mi sexualidad y decidí contarles a todos.


Me siento muy nervioso. Mis manos sudan, mis piernas apenas me responden y estoy absolutamente seguro que perderé a quien ha sido mi mejor amigo durante toda mi vida.

- Niall... Tengo que decirte algo. - dije sintiendo como las palabras se quedaban atrancadas en mi garganta. No quiero hacerlo. Me arrepiento de haber tomado esta decisión. ¿Por qué demonios tengo que hacerlo? Mierda.

- ¿Qué sucede, Louis? - preguntó un poco preocupado, creo que mi cara no es la mejor en este momento.

- Esto... yo... Niall, sé que probablemente te vayas a espantar por esto y... - no puedo ni siquiera armar una frase con coherencia. Bien Louis, con eso seguramente no se espantará. Idiota.

- ¡Louis! ¿Qué diablos te sucede? - dijo un poco exasperado esta vez. Oh, mierda lo voy a perder.

- Niall, soy gay. Y no, no estoy enamorado de ti, para que sepas. - dije por fin. Siento como si me hubiera sacado un peso de encima, ahora sólo queda la dolorosa respuesta de su parte. Siento como mis ojos se humedecen a causa de esto.

- Louis... ¿Sabes que realmente me importa un carajo qué es lo que te gusta, verdad? - dijo y yo solo me lo quedé mirando con los ojos abiertos como platos.

-¿Qué? - dije y mi voz tembló un poco.

- ¡Oh, vamos! ¿Qué esperabas que dijera? "Eres una escoria, marica" "ya no quiero ser tu amigo, vete" ¿Eso es lo que esperabas? ¡idiota! ¡A mi qué diablos me importa si te gustan las mujeres, los hombres o los malditos panes! Aunque en lo último compartiría el gusto... - rió y yo me relajé un poco, pero aún seguía con las ganas de llorar de felicidad porque no he perdido a mi mejor amigo. - Ven aquí grandísimo tonto. - me abrazó y ya no pude contenerme, comencé a llorar. - ¡Deja de llorar! Ahora, ¿cómo que no te gusto? ¿Tan feo estoy? - bromeó.

- Te quiero, Ni. - dije entre sollozos, no puedo creer que me haya aceptado tan fácilmente... - No me gustas porque con ese tinte de cabello pareces mujer, y no me gustan las mujeres. Tonto. - dije riendo.

- Pero al menos soy hermosa. - dijo y los dos reímos.


Al fin llegó la hora de biología que, además de ser mi asignatura preferida, era la última hora en este maldito infierno. Gracias al cielo los minutos pasaron rápido y la profesora no nos ha dejado tarea, cosa que es casi un milagro. Me despedí de Niall y me dirigí directo hacia aquel Starbucks o, como yo lo llamo: el paraíso. El negocio estaba a 30 minutos caminando o a 15 minutos en el transporte y yo siempre elijo ir a pie, ya que me relajo al máximo mirando cómo va cambiando todo, voy desde un lugar que me hace completamente infeliz, exceptuando a mi mejor amigo, hasta que me voy acercando a "mi cielo"; un Starbucks situado lejos de mis problemas.

Cuando por fin llegué al negocio pude ver que estaba casi vacío, de nuevo, pero esta vez había algo diferente, al no saber qué era solo supuse que habrían cambiado una mesa de lugar y me dirigí hacia la caja para hacer mi pedido. Con que allí estaba lo que había cambiado... Un nuevo empleado. - un dios. - me dije a lo cual me reí por mi pensamiento, que creo que a él le hubiese dado asco por el simple hecho de que un hombre lo dijera. Un hermoso chico una cabeza más alto que yo, con unos rulos desordenados color chocolate, una sonrisa extensa que dejaba ver sus hermosos dientes y unos ojos que... joder, unos ojos color esmeralda que hicieron que me derritiera al instante.  Me quedé observándolo unos segundos hasta que el mismo me sacó de mis pensamientos.

- Bienvenido a Starbucks, ¿Qué puedo servirte? - dijo sonriendo, joder su voz también es preciosa. 

Un Caramel Frappe, tu nombre, tu número y dirección pensé. Oh, vamos Louis, no empieces.

- Un Caramel frappe, por favor. - dije y le sonreí. Hubiese jurado que se me había quedado viendo, pero supongo que solo estaba pensando el número que tenía que poner en la caja registradora.

- Enseguida sale, ¿cuál es tu nombre? - me preguntó con un vaso y un marcador en sus manos.

- Lou - dije suspirando - digo... Louis. - dije de nuevo apenado. Louis, controla las malditas hormonas. Y él rió, rió por algo que yo dije... es hermoso. ¡Louis! Cálmate, joder.

- Muy bien, Lou, son 3 dólares. - dijo y cuando le di el dinero nuestras manos se rozaron, ambos nos miramos un segundo y volvimos a lo nuestro.

- P-por favor espera aquí al costado. - dijo y bajó la cabeza. Y, si mi vista no falla, juro haber visto sus mejillas tornarse rosadas. Lo cual lo hacía más hermoso aún si es que eso era posible.

El resto de la tarde me la pasé dándole vistazos a ese chico. Es que no se ven muy seguido a chicos así por la calle, aunque su cara me parecía algo conocida...  yo recordaría ese hermoso rostro en cualquier lado, pero no me quito la idea de que lo he visto alguna vez. Deja Vú quizás.

Él también me dedicaba algunas miradas, pero supongo que sería porque le parecía raro que alguien lo estuviese viendo tanto y por mi cara de tristeza en ese momento. Porque, vamos, tampoco soy de acero, es obvio que los insultos me afectan aunque yo no lo demuestre y sólo los mire con mi cara de me-importa-una-mierda-lo-que-digas, o tampoco es demasiado fácil soportar que mi padre sea homofóbico y me mire (y trate) como si fuese una mierda. Es por esa razón que elegí ese lugar para escapar, uno alejado de todo y todos, un Starbucks alejado con un precioso lugar a unos metros de donde se sitúan las mesas al aire libre, hay un hermoso árbol donde puedo sentarme a leer después de mi delicioso frappe.

Noté que ya se estaba haciendo demasiado tarde y estaban por cerrar el local, así que me dirigía lentamente hacia la salida. El camino a casa fue más tranquilo que nunca, excepto que no dejaba de pensar en aquel muchacho ¿Cómo será su nombre? ¿Le habré parecido acosador? ¿seguirá trabajando para la próxima vez que vuelva? No lo sé, no lo sé y no lo sé. ¡Louis! Contrólate. 

Para cuando quise darme cuenta ya me encontraba en la puerta de mi casa, donde sólo se escuchaban los gritos de mis padres.

- ¡Ese marica no es mi hijo, Jay! - gritó furioso mi padre. Me dolió más de lo que esperaba, pero no dejaría que él lo notara. Nunca.

- ¿Cuál es tu puto problema con que sea gay? - gritó esta vez mi madre. - lo quieras o no, él es tu hijo. Acepta eso de una jodida vez. Si yo puedo amarlo ¿por qué tú no? - dijo mi madre llorando.

En ese momento solo quise entrar a mi casa y abrazar a mi madre para luego sacar a patadas a ese monstruo que no es mi padre. Mi padre era el que jugaba conmigo en los columpios, el que me contaba cuentos antes de dormir, mi padre era mi héroe. Esto no es mí padre; no es un padre. Entré a mi casa hecho una mezcla de decepción, furia, enojo y tristeza. Ni siquiera miré a mis padres, solo corrí a mi habitación y me encerré. Lloré. Lloré porque escuchaba los gritos de mis padres, culpándose el uno al otro de mi actitud. Lloré porque por mi culpa la familia se está despedazando. Lloré porque... porque soy como soy, un estúpido marica. Todos en mi escuela tienen razón ¿por qué sigo en este mundo? Soy sólo un estorbo para todos. Pero no les daré el gusto de irme, no, me quedaré y les demostraré que puedo salir adelante. Al menos eso intentaré. Por mi, solo por mi, por nadie mas. Yo soy quien tiene que estar orgulloso de quien soy. No los demás.

Caramel Frappe  {Larry Stylinson} (EDITANDO lentamente)Where stories live. Discover now