Capítulo 21

1K 75 0
                                    

-No puedo respirar. - me quejo en una inhalación brusca.
-Falta poco ama. - dice Jaida con esfuerzo y tira con más fuerza los cordeles del corsé
-Si si. - coincide Jane agitando la cabeza de arriba a abajo. - Además el señorito Ean ha elegido el vestido él mismo.
Hago una mueca y Jane se disculpa con los ojos. Pensar en él me da repelús, pero de todas formas le sonrió para aliviarla.
-Necesito que vengas aquí atrás. - le dice Jaida a la menor.
Ella deja el espejo que estaba sosteniendo frente a mi y va con su hermana.
-A la cuenta de tres necesito que respire profundo ama. - me avisa Jaida.
Me preparo mentalmente para el conteo.
-Tres!. - grita una de las dos y no puedo identificar bien, porque apenas siquiera me dio tiempo de respirar antes de que tiren de los cordeles con todas sus fuerzas.
-Mierda. - digo apenas respirando
-No suelte tacos señorita ama. - me reprende Jaida.
-Lo siento. - me disculpo. - pero es que me tomaron de sorpresa.
Jane suelta una risa entre dientes y agarra de nuevo el espejo.
-Mire. - me dice.
Y lo hago, de verdad que lo hago. Pero es imposible reconocer quien está parada frente a mi.
¿Tanto maquillaje? ¿Tanta extravagancia en el cabello? Y ni que decir del vestido.
Suspiro pesadamente
-Bien, es hora de que esto comience.

(...)
El dejavu que pasa por mi cabeza al instante me desconcierta. Esa primera fiesta en donde Evan me anunció como su prometida. Fue en este mismo salón, estaban las mismas personas o tal vez más pero esta vez por un motivo muy diferente. La herencia y el nuevo compromiso. Iugh
Sigo entre el gentío serpenteando, buscándolo a él obviamente.
-Con permiso!. - unos niños pasan corriendo frente a mí y casi me pisan.
-Cuidado!. - les digo de vuelta y veo al mayordomo.
-Stephen. - justo iba a pasar a mi lado pero lo retengo. - ¿Dónde está Evan?
Él arruga el entrecejo como pensándolo y alza una mano para ver la hora.
-En este momento debería estar en el salón principal. - contesta y mira entre la gente.
-No está. - Le aviso
-Que raro. - admite. - debería estar aquí para el traspaso de herencia y para presenciar su nuevo compromiso señorita.
La gente se calla abruptamente y hay un silencio sepulcral.
Una criada está en el escenario y hace señas nerviosas a Stephen, él se disculpa con la mirada y va.
Yo busco entre la gente la causa del silencio y enseguida lo diviso.
Está subiendo con toda la confianza del mundo y con ese andar arrogante característico de él, pero yo sé muy bien qué significa. Tiene un traje negro y zapatos bien brillantes. Cuelga de su cuello.. Una capa?
Ruedo los ojos al instante, en serio se toman literal esto de la "coronación"?
Stephen está parado a un lado y tiene una especie de corona en las manos. Bufo internamente
Pero la verdad que todo este rollo de rey, coronación y demás, hace que todo le quede bien a Evan. Es tan guapo que hasta creo que debería ser pecado.
Mira a todo el público con aburrimiento y se sienta en una silla bastante bonita.
Stephen le coloca la corona y todo el mundo estalla en aplausos.
El mayordomo alza la mano calmando a la gente rica.
-Hoy, en este día especial se realiza el traspaso de la herencia de la familia Jones, en memoria del antiguo heredero Jason Jones, que en paz descanse.
Mis ojos se abren como platos y mis cenas se pegan al cuero cabelludo.
El papá de Evan falleció? El señor tan amable que rescató a mis dos doncellas está muerto? Y peor aún, porqué Evan no me lo había contado?
-Y aquí, si nadie tiene una palabra en contra, el traspaso se concreta exitosamente hasta que la muerte lo decida.
Una vez más las personas estallan en aplausos y vítores.
La gente empieza a hacer camino y veo como Ean se acerca y sonríe a cada persona que ve. Cada paso que da exuda alegría y gruño cuando la gente le devuelve la sonrisa como si fuera la cosa más buena de la vida. Já! Si ellos supieran que hizo, cambiarían de opinión.
Sube al escenario y se coloca frente a un micrófono.
-Buenas tardes, es como dijo Stephen, hoy es un día especial. - hace una pausa y mira a todos con una sonrisa. - Tengo que comentarles que..
-¡Humo! ¡Humo! ¡Humo!. - una criada viene completamente pálida y jadeando
El mundo entero se empiezan a mirar asustados y cuchichear.
Miro al escenario y veo que Evan va corriendo no sé donde.
-¿Dónde?. - pregunto asustada.
-¡En el ala Sureste!. Se está quemando!
Mi cerebro hace cortocircuito un segundo antes de que lo comprenda completamente.
Mis piernas están a punto de correr cuando escucho una voz muy molesta a mi lado.
-No seas estúpida. - dice con aburrimiento. - deja que los guardias se encarguen.
-Mis cosas!. - grito sin poder evitarlo.
-Deja de avergonzarme. - susurra molesto.
Bien! Esa fue la gota que colmó el vaso. ¿Qué yo lo avergüenzo? Verá lo que es verdadera vergüenza.
Lo cacheteo con fuerza y las pocas personas que están a nuestro alrededor sin entrar en pánico, retroceden un paso sorprendidos.
-No hables si no vas a ser de ayuda Ean
Corro, corro lo más rápido que puedo y lo que mis pulmones me lo permiten.
Llego al pasillo y todas las cortinas están en llamas, las paredes y el suelo también.
La puerta de mi habitación está también con fuego y cuando quiero abrirla ésta me quema.
Siseo del dolor y lo intento de nuevo aguantando hasta que lo abro. Todo mi cuarto está ardiendo, el humo me está asfixiando y empiezo a toser.
Busco debajo de la cama en llamas y debajo de lo que queda de la mesita de noche.
¿Dónde lo habré dejado? ¿Dónde está mi caja de madera? Todo lo que hay dentro no puede perderse, no puede quemarse! Es lo único que me queda de Evan.
El techo se desmorona, me muevo esquivándolo y casi cae encima mío. Toso con más fuerza, es cuando diviso la pequeña caja de madera que por milagro todavía no lo ha alcanzado el fuego. Está encima del estante ardiente y si no me doy prisa también va a prenderse.
Me acerco y salto pero no lo alcanzo, no soy lo suficientemente alta. Se me ocurre una idea.
Empiezo a escalar e ignoro todas las quemaduras que me causan. Lo estoy alcanzado apenas con los dedos cuando todo se mueve.
El estante se cae y yo aprovecho alcanzando por completo la caja, lo abrazo pero a un costo alto.
Chillo de dolor cuando se cae encima de uno de mis pies. Toso constantemente, el aire ya casi no entra en mis pulmones y la visión se me pone borrosa.
Mierda, esto no está nada bien...

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora