Capítulo 26

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-Entonces Evan, ¿cuántos años tienes?
Si pudiera fulminar con la mirada a mi madre, lo haría. Ella más que nadie sabe cuántos años tiene mi prometido. Estábamos comiendo en la pequeña mesa del comedor, un rico plato de pasta con algo más que no supe identificar, pero que Evan aseguró que sería delicioso. Y no se equivocó.
Evan con sus finísimos modales bajó los cubiertos, se limpió la boca y contestó.
-Dieciséis señora, pero en un mes diecisiete.
A mi casi se me cae la mandíbula al piso. Demonios! Falta un mes para el cumpleaños de Evan y yo no estaba ni enterada. Miro a Evan y él solo se encoge de hombros como diciendo no es importante.
Arrugo el ceño, claro que es importante.
_Ah, es decir eres menor que Abbey, eh muchachito?
Mi padre eligió el momento justo para hablar, se había mantenido en silencio desde que llegamos, y ahora lo acribilla con la mirada.
Evan se aclara la garganta y se remueve incómodo en el asiento, el hecho de que sea menor que yo nunca le ha hecho gracia, y mucho menos que se lo anden recordando.
-Sí señor.
Mi padre abrió la boca de nuevo pero mi madre se le adelantó.
-Qué haces en tus ratos libres?. - mi madre colocó un brazo encima de la mesa y le prestó toda la atención, aunque podía percibir como me echaba algunas ojeadas.
-Estudio señora. - Evan contestó simplemente, como si eso solo fuera todo.
-Por favor dulce, no me llames señora, me hace parecer muy mayor. - mi madre me guiñó un ojo y suspiré, oh no, esto no se ve bien. - Sólo dime Abbey.
-Abbey?. - repitió como si no entendiese.- es decir, es su apodo no?
Me miró como para afirmar su pregunta pero yo negué con la cabeza y puse la frente encima de la mesa. Esto es ridículo. ¿Siempre tienen que contar la misma historia?.
-Sabes cómo es el nombre completo y real de mi hija muchacho?. - mi padre se acercó lo más que pudo por encima de la mesa y colocó su expresión que solía inundar de terror a mis nuevos amigos.
-Abbeville Howland no?. - Evan no se inmutó por la intimidación que estaba sintiendo de mi padre.
-Y sabes porqué dulce?. - preguntó mi madre.
Evan negó con la cabeza y el ceño fruncido, creo que de verdad nunca se preguntó el origen de mi nombre y no es de extrañar, las personas no se preguntan el origen de los nombres de las demás personas. Sería raro.
-Abbey es de verdad mi nombre, no es un apodo o un mote y conocí a su padre en una ciudad que encontré por casualidad y que también se llamaba Abbey, pero con la diferencia de que era “Abbeville”
Evan abrió tanto la boca por la sorpresa que si era una situación diferente me hubiera desternillado de risa. Muy pocas veces ves a Evan el serio fuera de su control.
-La ciudad que está en..?
-Exactamente. - confirmó mi padre. - conoces el lugar muchacho?
Levanté la cabeza y giré los ojos, mi padre se empeña en decirle “muchacho” como si fuera un desconocido y no mi prometido.
-Sí señor, fui el año pasado. -asintió con la cabeza mientras miraba a la puerta como recordando. - es un lugar hermoso..
-Lo sigue siendo?. - la iluminación de los ojos de mamá me rompió. Nunca salíamos de casa y según tengo entendido no fueron más de viaje desde esa vez en Abbeville.
-Quizá algún día podamos ir.. - dejé la oración en el aire porque la verdad no sabía si podía cumplir lo que decía.
-Sí. - Evan se colocó seriamente de nuevo, como cada vez que quiere enfatizar algo importante. - podemos ir todos juntos y así ustedes podrían recordar la primera vez que se conocieron.
El brillo y la complicidad que mi padre y mi madre tuvieron me hizo apartar la mirada, era como si fuera una mirona en un momento tan especial entre ellos. En un sueño que querían cumplir, como si estuvieran compartiendo un secreto sólo ellos dos. Fijé la mirada en Evan y él veía maravillado a mis padres. Claro, sus padres o mejor dicho, su familia entera es un asco.
Antes de que pueda sentirse mal o algo por el estilo me levanté y empecé a juntar los platos vacíos. Evan también al instante lo hizo y cuando nuestras manos se rozaron me sonrió, pero no de esas sonrisas frías o sarcásticas que me solía dar, sino era una pequeña, una muy íntima.
-Sólo disfruta con tus padres pequeña, yo limpiaré. - iba a pasar a su lado con los platos en mano, sin hacer caso a su comentario cuando me tackleó, literalmente me hizo un tackleo, como un jugador de fútbol americano.
Lo miré arqueando las cejas y él sólo señaló el asiento, a lo que yo obedecí, mientras que él se disponía a llevar al fregadero los platos sucios.
Mi madre quién se percató de nuestro pequeño encuentro me sonrió cómplice, mientras mi padre arqueó una ceja. Sabía lo que iba a decir, el apodo de pequeña no le había dado gracia. Le dirigí una mirada asesina y él sabiamente cerró la boca.

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