Capítulo 19

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Evan

Acaricio la caja de terciopelo negro con dulzura.
Sé con certeza que ya debería haber salido como hace 10 minutos pero no tengo la valentía suficiente. Trazo círculos perezosos sobre la cajita, lo conseguí hace un día para Abbey, como ya voy a asumir mi herencia debo casarme lo antes posible con ella, pero me mata el pensamiento de que me rechace.
Cuadro los hombros y me levanto del sofá de mi cuarto. Debo hacerlo, ¿Desde Cuando Evan Cameron Jones Beckham tiene miedo? Nunca, nunca más desde..
No, no voy a pensar en ello. No ahora.
Voy a ir a hablar con Abbey y a darle el anillo verdadero, vamos a casarnos como sea. Ella me gusta y yo le gusto. Nunca me lo dijo pero puedo verlo en sus ojos.
De repente, la vista de ella llegando al altar mientras la espero parado frente al maestro de ceremonia me da una inmensa felicidad y me lleno de coraje y emoción.
Con ella se siente todo bien, como si a su lado sacara lo mejor de mí. Me hace ser mejor persona.
Guardo la cajita en mi bolsillo delantero y me encamino a la puerta a paso relajado.
Cuando estoy a mitad de camino escucho golpes en mi puerta.
Ruedo los ojos, de seguro es Stephen que ya viene a buscarme por mi retraso.
Abro la puerta solo para que la respiración se atasque en mi garganta.
Abbey, mi Abbey está en la puerta, en mi puerta. Está hermosa.
Sus pies están decorados con unos zapatos altos que dejan ver sus delicados dedos finos pintados de.. rosa? Reprimo una sonrisa, Abbey está dedicada completamente a ese color en particular.
Subo la mirada para encontrarme con esas piernas blancas moldeadas y... Arrugo el ceño.
El vestido es mucho más corto que cualquier otro que la hubiera visto usar. La mitad de sus muslos descubiertos. Me obligo a pasar rápidamente la mirada y arrugo de nuevo el ceño
Tiene la cabeza hacia abajo y la cascada de cabello rubio, casi blanco bloquea mi visión. No puedo ver sus ojos marrones, esos ojos café que no me dejan dormir por la noche de tanto que pienso en ella.
Levanto la mano para ponerla debajo de su barbilla para que pueda mirarme pero mi movimiento es interrumpido a mitad de vuelo.
Una mano.. No, mejor dicho un brazo esculpido y bronceado está enroscado alrededor de la estrecha cintura de Abbey.
La puerta se abre completamente y me muestra a quien podría ser mi perfecto gemelo, pero no lo es por la diferencia de edad y de ojos.
Me sonríe completamente con el triunfo brillando en sus ojos y reacciono por inercia, sin pensarlo ni calcularlo.
Lo empujo a un lado y rápidamente apoyo a Abbey en mis brazos
-No toques a mi prometida. - gruño como un maldito territorial.
La carcajada que suelta me pone los pelos de punta. ¿Cuándo lo había escuchado reírse así por última vez?
-Ya no más la tuya. - dice con un tono afilado.
Entrecierro los ojos hacia él.
-De qué estás hablando?
En mis brazos Abbey se siente rígida y fría. Me pregunto que estará pasando.
-Pequeña. - dice extendiendo una mano hacia ella que Abbey no duda en tomar y se aleja de mí.
La incredulidad frota desde el fondo de mi alma. ¿Qué está haciendo?
La agarro de nuevo negándome a dejarla ir con él.
-Pequeña. - repite Ean en tono amable pero está vez ella levanta la cabeza para mirarlo y no sé qué vio en él que empezó a retorcerse para salir de mi agarre.
-Basta Ean!. - grito. - Ella es mi prometida, ella es..
-No Evan!. - grita esta vez Abbey y el shock de que ella me levantara la voz como si fuese su enemigo me hizo soltarla
Me quede rígido un momento.
Fue a paso decidido hacia Ean y éste pasa un brazo por el hombro desnudo de ella en gesto dominante.
Estoy a punto de gruñir de nuevo pero la sonrisa completa de Abbey y el rubor en sus mejillas hace que cierre la boca al instante.
La escena cae en mi mente una y otra vez como partes de un puzzle ordenándose. Una y otra y otra vez.
Ean abrazando a Abbey, ella devolviéndole el gesto. Su sonrisa, sus mejillas rosadas y el peso de la cajita en mi bolsillo se me hace toneladas.
-No. - susurro incapaz de salir del aturdimiento.
-Te gusta el nuevo vestido que le compré a mi prometida?. - se burla Ean y recuerdo exactamente el día que interrumpió la cita que tenía con Abbey. No mi Abbey, mi mujer...
La bilis amenaza con salir pero me obligo a tragarla y enfrentar esto.

-Tu prometida?. - pregunto con la lengua espesa, como si hasta eso se me hubiera entumecido.

Esta vez es Abbey quien habla, solamente para destrozar más mi corazón.

-Ean y yo nos vamos a casar. - dice mirándolo al rostro todavía con esa maldita sonrisa.

-Pero..

-Ya no estoy enamorada de ti Evan. Desde la semana pasada, desde esa semana todo es diferente. Desde que llegó Ean, sentí un flechazo por él. Y él va a ser mi esposo.
Mi mundo empieza a dar vueltas pero aprieto los dientes y obligo a mis pies a sostenerme
"Ya no estoy enamorada de ti" "ya no.." "él va a ser mi esposo"
Esas oraciones se repiten una y otra vez en mi cabeza.
El peso de mi bolsillo amenaza con tumbarme
E

an solamente sonríe con arrogancia y la aprieta más hacia él. Empiezan a caminar hasta pasarme unos pasos y yo no puedo mover, yo no puedo hacer nada. Mientras todo empieza a ponerse en su lugar.
Como si mi propia mente me jugara a propósito una mala pasada recuerdo el día que llegó. Ese maldito día de mierda.
La carta que él envió lo recibí yo y lo queme, con la esperanza de que no sea cierto y que desista de la estupidez de visitar la mansión.
En cambio lo encontré en mi jardín, con los ojos brillantes y en sus brazos a mi prometida, ella totalmente iluminada por su belleza. Como si él lo envolviera en su trampa de niño lindo y bueno que siempre pone. Una fachada estúpida.
Aprieto los dientes con fuerza, sonrío con dolor.
Ya no más mi prometida ah?
Como si ellos escucharan mis propios pensamientos se detuvieron a varios pasos por detrás de mí.
-Por cierto hermanito. - dice Ean y me mira por encima de su hombro mientras todavía tiene un brazo alrededor de la cintura de su nueva prometida.
Me giro para encararlo y dice
-La sucesión pasa para pasado mañana, es decir para dentro de dos días. - mis puños se cierran para evitar abalanzarme sobre mi propio hermano y ahora titulado enemigo. - allí te pondrán tu corona e informaré sobre mi compromiso a todo el mundo.
Me guiña un ojo descaradamente y vuelven a caminar a paso flojo.
"Voltea, voltea, voltea por favor Abbey. Dame alguna señal de que esto no es real" . Rece con mis fuerzas.
Pero solamente me quedé parado allí, frente a mi puerta, en el ahora vacío pasillo, con el corazón y el alma rota. Porque jamás Abbey disminuyó el paso ni miró hacia atrás.

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