48: "No entiendo que hicimos mal"

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Se puede decir que tengo la mente completamente bien, reformada, sana. Me siento fuerte y segura de mis pensamientos, no dudo, no sufro, no me como la cabeza. Simplemente me quiero, disfruto y me rayo por aquello que realmente vale la pena.

Pero para poder dejar todo esto realmente atrás, debo hablar con Matías, o más gritarle. Necesito decirle la clase de personas que es, el asco que me da, que voy a denunciarle y que deseo que se pudra en la cárcel para que entienda de una maldita vez que no, es no.

Hasta que no haga eso, siempre tendré un pequeño nudo en mi estómago, es por eso, que voy camino de su oficina. Porque ya no le tengo miedo, porque quiero enfrentarlo, porque nada de esto ha sido mi culpa, el único culpable es él, y nadie más que él.

Camino segura con paso firma por ese pasillo que con anterioridad ya he pasado, pero esta vez de forma totalmente distinta. Necesito soltar lo que pienso de él, lo necesito más que nunca.

-No puede pasar señorita- me interrumpe una chica joven cuando me ve dispuesta a entrar.

-Necesito hablar con él.

-No puede.

Me encojo de hombros y soltando el agarre que ejerce sobre mi brazo, me encamino sin importarme nada hasta el despacho. Escucho los gritos de la chica diciéndome que no puedo entrar y sus pasos tras de mí, pero vuelvo a repetir: no me importa.

Cuando abro la puerta veo a una chica sobre sus piernas y realmente me da lástima, porque no sé si sabe con la clase de monstruo con el que sale. Espero que no, porque de ser que sí, no entiendo cómo puede seguir a su lado.

-Vaya, vaya, que sorpresa tan grande- dice empujando a la morena de su regazo.

Le hace un simple gesto con la mano para que se vaya y ruedo los ojos al ver lo sumisa que es la chica. Que lástima, no sé como permite que la trate como un perro. 

-La mala educación viene de nacimiento desde luego- digo cruzándome de brazos mientras lo miro a los ojos.

Quiero que vea que no le tengo miedo, que me da igual lo que diga, que nada de lo que salga de su boca hará que me sienta inferior o mal. Porque su opinión me la pela, porque he aprendido a quererme de nuevo. 

-A todas las tías os pone un tío dominante.

Se ríe peor su chiste no me causa ninguna clase de gracia, así que no me río, simplemente me mantengo seria frente a él. Y aunque señala el asiento frente a él, no me siento, solo doy unos pasos, pongo las manos en la mesa y lo miro con todo el asco que puedo.

-A mí lo único que me produces es asco- escupo prácticamente en su cara las palabras.

-Eso no es lo que decías mientras te metía los dedos.

-Dije no, te dije muchas veces no- aprieto la mandíbula porque su sonrisa creída y engreída me pone de mal humor.

-El no en el idioma de las mujeres es claramente un sí.

Me río de forma irónica, porque estoy harta de oír ese discurso. Claramente todos sabemos pillar cuando hay un juego entre dos personas y se bromea con un no. ese no era el caso, y obviamente hay que ser gilipollas para no saberlo. 

-Las mujeres no somos complicadas, es muy simple: si, es afirmativo. No, es negativo. Si de mi boca sale un sí, es porque quiero que me toques, si sale un no, es que no quiero ni que te acerques- explico como si hablara con un niño de cinco años- pero como parece que te saltaste los primeros años de parvulario, te lo explico claro: no quería que me follaras, no quería ni que me tocaras, no quiero que te me acerques, te quiero lejos, me das asco.

SEXYS DIAMANTES { #1 Triología Diamantes }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora