Capítulo 5

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Ocultar los pensamientos.

Leí toda la mañana unos libros sobre historia griega antigua que había en una de las estanterías. Cuando empecé a tener hambre me dirigí hasta la cocina y empecé a abrir armarios.

En las alacenas había toda clase de alimentos (arroz, pasta,...) para cocinar, y muchos otros ya preparados (galletas, golosinas,...); en la nevera comida precocinada, huevos, leche,... No me apetecía cocinar. Metí una pizza en el horno y me senté en el sofá. No había nada en la tele pero encontré un canal de televisión que no había visto nunca.

- Bienvenidos a Hefesto TV, la mejor programación para dioses y espíritus! - dijo la voz en la pantalla.

Apague la televisión sorprendida y esperé a que la pizza estuviese hecha. Comí tranquila y leí otra vez por la tarde. Los siguientes días transcurrieron básicamente igual: Hera venía un rato por las mañanas (a veces para enseñarme cosas sobre semidioses modernos, otras para comprobar como avanzaba mi aprendizaje sobre el mundo clásico y otras simplemente para hacerme compañía) y por las tardes leía las cosas que yo consideraba mitos pero eran más que eso. Pasó una semana sin apenas percatarme y ya sabía todo lo que había que saber del mundo moderno y antiguo de los dioses. El primer día tras esa semana, me desperté con la luz de la ventana (algo que ya era habitual), me vestí con unos vaqueros largos, una camiseta holgada y unos zapatos planos y me puse a esperar a Hera.

- Buenos días Jess - dijo sonriendo después de que se extinguiera toda la luz que se formaba a su alrededor cada vez que aparecía.

- Hola Hera - dije devolviéndole la sonrisa -. ¿Qué me vas a contar hoy sobre la vida moderna de los semidioses? - pregunté.

- Nada - la miré sorprendida y aclaró -. No te voy a explicar nada más porque ya sabes más de la vida de los semidioses que sus propios padres divinos. Mañana es el solsticio de verano - empezó Hera - y voy a presentarte oficialmente como mi protegida. Por eso hoy y mañana te enseñare a ocultar tus pensamientos y emociones para que nadie pueda saber lo que estás pensando.

Asentí conforme. Ella se levantó de los sofás en los que estábamos sentadas y se dirigió a la puerta que yo nunca había cruzado. Abrió la puerta y me indicó que pasara.

Lo primero que vi fue un largo pasillo blanco con paredes del estilo del departamento que habitaba. A izquierda y derecha de mi puerta decenas de puertas iguales a la mía estaban cerradas. En el extremo derecho del pasillo había una gran puerta doble y, a la izquierda, una esquina que hacía perder de vista el final.

- Sígueme - dijo Hera -. Primero debes conocer el Olimpo.

No hay palabras para describir lo impresionante que es el Olimpo: tan limpio, de mármol blanco, tan cuidado... Por no hablar de los cientos de ninfas, dioses menores y otros espíritus inmortales que había correteando por ahí. Cada sala, cada pasillo y cada puerta parecían ser mejor que el anterior. Salimos a unos jardines con pequeños espacios dedicados a distintos dioses. Todos me miraban sorprendidos. Por último fuimos a la sala del trono. Temí encontrarme con Zeus, pero no fue así. La sala estaba vacía. Era simplemente increíble. Tronos de varios metros de altura dispuestos en forma de U se alzaban a mi alrededor. Volvimos a mis habitaciones y yo no podía dejar de maravillarme por lo que había visto.

- ¿Crees que podrás enseñar mañana esto a los semidioses? - Preguntó Hera.

- Desde luego - contesté inmediatamente. Un dato sobre mí: tengo muy buena memoria.

- Bien - dijo Hera complacida -. Empecemos.

Todo el día y parte de la noche aprendí a ocultar mis pensamientos y mis emociones externas. Cada segundo que pasaba aquí parecía haber sido sacado de un libro de ciencia ficción. A la mañana siguiente fue Hera quien me despertó. Antes incluso de la salida del Sol.

- Bien, hoy es el día en que te presentaré a los Olímpicos. La guerra contra la Madre Tierra ha acabado, creo que es un buen momento para presentarte. Los héroes de la profecía y otros semidioses de los que ya hemos hablado vendrán a la noche. Ahora una clase básica de protocolo.

<< Aunque conmigo te puedas saltar ciertas formalidades, con otros dioses no será posible. Debes tratarlos con un respeto subordinado hasta que ellos te digan lo contrario. Apolo, Artemisa, Atenea y puede que Poseidón, permitirán que los trates como a iguales porque vas a pasar un tiempo aquí. Sin embargo debes tener mucho cuidado con Zeus, Ares y, sobre todo, Hades. Pueden ser muy peligrosos.

Asumí la situación inmediatamente y aprendí el protocolo en menos de dos horas.

- A las cinco de la tarde vendré a buscarte - dijo señalando un reloj en el que no había reparado hasta ese momento -. Ponte el conjunto que hay encima de tu cama - desapareció en una luz brillante sin despedirse, como hacía siempre. Puse unos espagueti al fuego y fui a mirar en mi cuarto.

Un precioso vestido rosáceo de tirantes descansaba sobre mi cama. Era largo y con un poco de vuelo. En la alfombra unos zapatos plateados de tacón de aguja que, con sólo mirarlos ya me daban vértigo. En la cómoda unos pendientes largos y una cartera al lado de un exuberante collar de fina pedrería (imágenes en la galería).

Apenas toqué mi almuerzo, debido a los nervios. A las cinco menos cuarto llegó Hera para darme unos últimos consejos antes de la gran presentación.

- Bien - dijo Hera mirando el reloj -, es la hora.

Me cogió la mano y nos disolvimos en una luz dorada al tiempo que yo cerraba fuertemente los ojos, como la primera vez que había venido aquí. Cuando mis pies volvieron a tocar el suelo abrí los ojos. Miré a mi alrededor. Identifiqué la sala rápidamente. La Sala del Trono. Sólo que esta vez no estaba vacía.

Hasta aquí el capítulo de hoy!! Espero que os guste. En la galería de imágenes del principio está el conjunto que le deja Hera a Jess para que se ponga en su presentación ante los Olímpicos. Me ayudaría mucho que votarais y que comentarais como creéis que está yendo la novela. Si tienen sugerencias me encantaría leerlas :) El lunes que viene otro capítulo. :3


La protegida de HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora