Capítulo 34

2.8K 186 27
                                    

Hacemos de policías una vez más

Salimos a hurtadillas de la casa por la misma puerta por la que habíamos entrado.

- Podemos hacernos pasar por federales, en plan 'Supernatural' - dije ya a una distancia prudencial de la casa.

- Super... ¿qué? - respondió Nico confuso.

- Ahora mismo eres Cas en las primeras temporadas - dije riéndome de mi propio chiste y de la cara de asombro de Nico -. Olvídalo.

El chico negó con la cabeza.

- ¿Quién llevará este caso? No creo que la policía local tenga recursos para algo así - meditó Nico.

- Bueno - respondí -. Soy la hija de la víctima. Supongo que si lo pregunto, me lo dirán.

Me encogí de hombros y puse rumbo a la comisaría local.

Pasaba del medio día cuando un policía orondo y bastante mayor se dignó a atendernos.

- ¿Qué queréis, niños? - Preguntó con sorna, metiéndose un bollo entero en la boca.

- Saber que le ha pasado a mi madre - respondí cabreada.

El hombre se atragantó con el dulce y cambió su semblante sarcástico por uno más serio. Se limpió las manos al pantalón y me tendió la derecha.

- Te acompaño en el sentimiento - dijo con solemnidad.

Rechacé estrechar su mano que, al cabo de unos segundos, se retiró. El policía se aclaró la garganta y rebuscó entre los papeles de su mesa, bajo mi escrutadora (y llena de mala leche) mirada.

- Sí, aquí se ve claro. Ha sido un asesinato - constató, señalando las fotos del crimen - Lo más probable es que haya sido... James Johnson. Ya se sabe cómo son los extranjeros - rio el hombre.

Un poco prepotente. Mucho, en realidad. Típico policía ido a menos que con los años había aprendido a culpar a otros de sus tragedias. Nunca lo relacionaría con su propia incompetencia, claro está. Me cayó mal desde el primer momento, pero iba a peor. De las típicas personas que, cada vez que hablan, sube el pan.

- ¿Quién lleva el caso? - Pregunté cortante, interrumpiendo su risa.

- Pues... eh... La policía nacional ha insistido en llevar a cabo la investigación. Aunque claro, nosotros habríamos podido hacernos cargo sin problemas - aseguró el policía ufano.

Me levanté sin siquiera mirarle y crucé el umbral de la puerta esperando que Nico me siguiese.

- Gracias por su tiempo - le oí decir al hijo de Hades a mis espaldas.

Ya estaba fuera de la comisaría cuando el chico salió.

- Hay que ir a la capital de la provincia - anuncié, tendiéndole la mano sin darle tiempo a reaccionar.

- Bien - respondió secamente, me alegró ver que Nico había renunciado a protestar.

Me arrastró a una callejuela tras la comisaría y nos fundimos en las sombras. Una vez en la capital, constaté que no, no tenía ni idea de cómo moverme en esa ciudad.

Estábamos en algún punto del casco antiguo de la ciudad, en una calle estrecha con altos edificios a ambos lados. Salimos hacia una calle más ancha y considerablemente más bulliciosa y preguntamos dónde quedaba la comisaría de la Policía Nacional.

Una vez pusimos rumbo al edificio repasamos el plan.

- Tenemos que entrar al depósito de pruebas y hacernos con el arma. Pensé que tendríamos un plan más elaborado - dije sarcástica.

La protegida de HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora