Capítulo 22

4.6K 311 38
                                    

El sueño

A los pocos segundos el descapotable de Apolo estaba aparcado en el claro.

- ¿Qué pasa hermanita? - dijo Apolo sonriente - ¿Jess? - añadió guiñándome un ojo.

- ¿Puedes curarla? - dijo Artemisa exasperada intentando no gritar.

- Claro, soy el dios todopoderoso del sol, la medicina, la música y la poesía... Hablando de poesía... ¿Os apetece que recite un Haiku? De camino se me ha ocurrido uno muy bueno... ejem...

- Cúrala - gritó la diosa perdiendo la paciencia.

- Vale, vale... No hace falta que te pongas así hermanita

- No me llames hermanita! - Volvió a gritar Artemisa.

Apolo se puso manos a la obra mientras la diosa me cogía del brazo y me llevaba a parte.

- Apolo la curará - dijo Artemisa, no muy convencida -, ¿qué ha pasado? - preguntó con un deje de miedo en la voz.

Procedí a relatarle mi sueño a la diosa.

- ¿Seguro que no fue un sueño normal? - dijo la diosa no muy convencida - Rea siempre estuvo de nuestra parte, nunca nos ha dado problemas. No entiendo por qué iba a revelarse ahora, ¿qué motivos tendría?

- No lo sé. Pero mi "querido" Isaac ha dicho que era Rea - dije haciendo comillas con los dedos.

- Hay que considerar que es un chico - dijo Artemisa, pensé que me tomaba el pelo, pero tenía cara seria -. Además eres una mortal, es inusual que tus sueños sean premonitorios como los de los semidioses - la miré intentando parecer ofendida, pero prosiguió como si nada -. También hay que pensar que puede ser una estrategia para poner a los Olímpicos contra la Titán.

- Lo que deberíamos hacer es localizarla. O contarle esto a Zeus. O algo. Si es cierto que ella está de la parte del enemigo, ya lleva tiempo espiándonos - repliqué, intentando hacerme oír.

- Lo pensaremos. Se lo diré a Thalia a ver qué opina y luego acudiremos a una reunión con los olímpicos, para informarles de la posibilidad de que Rea esté conspirando contra nosotros - dijo la diosa soltándome el brazo y girándose hacia su hermano.

Apolo tenía las manos sobre el vientre de Cora y los ojos cerrados. Por su parte, la cazadora respiraba a trompicones con mueca de dolor. La sangre había parado de brotar de la herida y la mancha oscura que la rodeaba parecía seca.

- Bien - dijo Apolo levantándose y sacudiendo las manos -. Trabajo hecho - añadió sonriente.

Artemisa corrió hacia Cora y yo la seguí.

- He cerrado la herida - dijo el dios con una pizca de orgullo en la voz -. Estará adolorida unos días, pero se repondrá al cien por cien.

Ayudé a Cora a levantarse mientras Artemisa se dirigía a su hermano.

- Gracias - le dijo la diosa de la caza, sinceramente -. Hay novedades en cuanto a la guerra - añadió -. Convoca una reunión para el día 19 de Julio.

Apolo asintió sin su habitual mueca divertida, hizo un gesto con la mano y se marchó en su ardiente coche.

Lo observé irse con los ojos entrecerrados y volví la vista hacia Cora, que se sostenía con cierta inestabilidad. Artemisa la sujetó por el otro lado y fuimos caminando hacia el campamento de las cazadoras. Descubrí que no hubiese encontrado el camino de vuelta aunque mi vida hubiera dependido de ello.

Cuando llegamos Laura y Megan estaban preparando la cena y recibieron ansiosas y felices a su compañera. Celebramos una pequeña fiesta en honor a Cora esa noche.

Los siguientes días pasaron con rapidez y relativa tranquilidad.

El día antes de mi marcha se celebró una cena especial con objetos comprados en un supermercado (algo muy inusual para las cazadoras).

- Sólo se hace cuando se una persona importante nos deja, ya sea porque abandone las cazadoras o porque, bueno, ya sabes - dijo Megan antes de la cena, dirigiendo miradas nerviosas a Cora.

- Sí - dijo la morena -. Es un gran honor.

Sonreí a Megan y Cora y recorrimos la distancia necesaria hasta nuestro sitio en el círculo que se formaba con las integrantes.

- Atención - dijo Thalia una vez terminamos de cenar -. Artemisa quiere decir algo.

La diosa se levantó con una gran sonrisa en los labios.

- Bueno, quería decir que ha sido un verdadero placer compartir estos días con Jessica. Desde luego serías bienvenida aquí en cualquier momento - tendió una mano hacia mí, me levanté para aceptarla y nos despedimos con un abrazo.

Sin darme mi aventura como cazadora había llegado a su fin. Jamás reconoceré esto delante de nadie, pero aquello me había encantado. Después de mi desilusión con el amor, la soltería eterna no me parecía tan mala opción. Pronto cambiaría de opinión.

A la mañana siguiente recogí la mochila que había traído y la ropa que Artemisa me había regalado y Hera vino a buscarme.

- ¿Ha sido enriquecedora tu experiencia con las Cazadoras? - Preguntó Hera cuando llegamos a mi habitación en el Olimpo.

- Sí - contesté entusiasmada -. Aunque he echado de menos mi cama - añadí haciendo un gesto hacia el cuarto.

La diosa del matrimonio cambió su expresión sonriente por otra más seria y se sentó en el sofá, haciendo un gesto para que yo hiciese lo mismo.

Intuitivamente le conté todo lo que le había contado a Artemisa. Cuando acabé el relato Hera asintió.

- Apolo ya ha convocado una reunión. Coincide con el día anterior a tu bajada al Campamento Mestizo, por si no te habías dado cuenta - dijo señalando el calendario, en el que había una nueva fecha -. Esto significa que podrás acudir a la reunión, Afrodita ha dado su consentimiento, pues es con la diosa con la que tendrías entrenamiento ese día.

- Está bien. ¿Pero que se supone que voy a hacer yo en esa reunión?

- Ver, oír y callar. A ser posible sacar conclusiones propias. No te dejes engañar porque seamos una familia divina, son una panda de catetos. Hasta que llegue el momento ninguno de ellos admitirá que tenemos un verdadero problema.

Me sorprendí al oír a la diosa hablar así de su familia, pero asentí educadamente, incitándola a continuar hablando.

- Mañana aprenderás a usar la espada. Supongo que algo ya sabes, dada tu actuación con los cíclopes. ¿Crees que tienes el arco dominado? - Preguntó Hera esperanzada.

- Sí, se podría decir así.

- Bien, me alegro. Atenea ha dicho que debes estar en la sala número 18 de entrenamiento a las 7 de la mañana.

Volví a asentir, con una mueca de resignación en el rostro. ¿Las siete? ¿En serio? ¿No podríamos empezar a las nueve, como las personas normales? Pensé algo disgustada.

Me despedí de Hera, que prometió pasar a ver mis progresos al día siguiente durante mi entrenamiento y me fui a dormir sin más preámbulos.

Nuevo capítulo! Siento la tardanza, prometo haceros esperar menos para el próximo XD Espero que os guste, cualquier idea o sugerencia en los comentarios, por favor :)




La protegida de HeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora