Hasta que deje de doler

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Me paso la siguiente hora sentado en lo más alto de las gradas del gimnasio llorando como si fuera un idiota. Me siento tan mal que no creo que nada pueda mejorar a partir de este momento.

Además, el profesor de matemáticas debe saber que me he escapado de su clase. Habrá visto mi mochila sobre el pupitre y en cualquier momento recibiré la llamada de mi tía gritándome. No, definitivamente no, nada puede mejorar.

Mi tía es dulce y un encanto la mayor parte del tiempo, pero si en algún momento descuido mis estudios... Debería tener miedo, pero ni siquiera eso me importa ahora mismo.

Estoy dispuesto a quedarme aquí el rato que sea necesario. Todavía no me veo capaz de centrarme en ninguna asignatura, y después de saltarme una, ¿qué importa si me salto otra?

Me estoy secando las lágrimas con el dorso de la mano cuando veo a Jisung a lo lejos. Lleva mi mochila en una mano y la suya colgada del hombro. Se acerca a paso rápido y sube las escaleras hasta donde estoy yo.

—Hey, Lix.

—¿Cómo has sabido que estaría aquí?

—Este es el segundo sitio al que acudes cuando tienes que esconderte. Ahora tenemos inglés, ¿te vienes? 

Niego con la cabeza y él me pone la mano por encima de la rodilla.

—Entiendo cómo te sientes, pero no tienes que darle tanta importancia a lo que ha dicho Chan hyung. Solo se estaba preocupando por ti.

—Eso no era preocupación —respondo—. De todas formas, no estoy de humor para estar en clase.

—Felix, Chan...

—No es solo por lo de Chris, Hannie. Me he encontrado a Chanbgin y a Jisoo en el baño.

Jisung vuelve a entreabrir los labios por la sorpresa. Aprieta su mano sobre mi pierna. No somos hermanos gemelos de verdad, aunque ambos nos llamemos así siempre, pero es como si lo fuera. Desde que nos conocimos sentimos el dolor, la alegría y el enfado del otro. Nos peleamos como si fuéramos verdaderos hermanos y nos perdonamos a los cinco minutos. Nos abrazamos y a él le encanta darme besos en la cabeza cuando intenta cuidarme. Incluso celebramos los cumpleaños juntos, porque el suyo es solo un día antes que el mío. Siempre se cree el gemelo mayor y me trata como si fuera un niño, lo que suele molestarme y terminamos discutiendo. Pese a todo eso, le adoro más que a mí mismo.

Apoyo la cabeza en su hombro sabiendo que no le importa en absoluto. Cuando él se siente mal hace exactamente lo mismo mientras yo me dedico a acariciarle el pelo. Justo lo que empieza a hacer Jisung ahora.

—Hagamos una cosa —me dice al rato, moviendo el hombro para que me yerga—. Vámonos a tu casa a jugar a la play. Tu tía no llega hasta la tarde, ¿verdad?

Asiento.

—Pero ¿y las clases?

—Bueno, le he dicho al profesor que estabas enfermo, así que es normal que no aparezcas en todo el día. Y yo, bueno, sabes que mis padres lo entenderán si luego les explico por qué lo he hecho.

—Pero la mochila estaba sobre la mesa...

—La metí dentro de la mía cuando te fuiste. Supuse que necesitabas estar tranquilo y que no volverías. Ahora vámonos antes de que alguien entre aquí.

Caminamos en silencio hacia mi casa. Tengo muchas ganas de apagar todas las luces y dedicarme a jugar a cualquier videojuego con Jisung durante horas. De esta forma me olvidaré de todo por un rato, ya pensaré en lo malo cuando mi amigo se vaya.

—¿Desde cuándo te sientes así por Changbin?

—Desde antes de conocerte —digo.

Me pide que le explique la historia y yo no tengo ningún problema en contársela. No resumo nada porque sé que él lo prefiere así. Si no se entera de los detalles, dice, no puede decir lo que piensa o lo que me aconsejaría hacer. Me deja hablar mientras llegamos al portal del edificio y continúa callado mientras subimos por el ascensor. Es una suerte no tener miedo de encontrarme con Changbin aquí a estas horas o de hablar de él sin riesgo de que nos escuche.

Y es un alivio terminar de contarlo todo por primera vez en la vida. Me he desarmado por completo frente a mi amigo y este solo asiente con los labios apretados. No me juzga, no me dice que no está bien sentir lo que siento. Y eso hace que esté un poco mejor.

—Te comprendo, Lix. Comprendo lo que estás pasando y que es duro. Es muy valiente por tu parte alejarte de lo que te hace daño.

—Hasta que deje de doler.

—Hasta que deje de doler —repite. Cuando se abre la puerta del ascensor, sale y espera a que abra la de casa—. Pero... no es justo para Changbin. Él no entiende por qué lo has sacado de tu vida sin una explicación. Cree que ha hecho algo y que estás herido o enfadado por ello. Siempre pregunta por ti, está preocupado de verdad.

—No puedo decírselo sin más. No quiero perder la oportunidad de volver a ser su amigo en el futuro. Es muy importante para mí.

—Vuestra amistad empezó a estar en riesgo cuando decidiste dejar de dirigirle la palabra.

Mi corazón comienza a latir un poco más deprisa. ¿Está en riesgo? ¿Estoy siendo demasiado egoísta? ¿Estará harto de esperarme cuando por fin esté listo?

—¿Lixie? —me llama una voz conocida.

Me giro con la puerta a medio abrir. Dejo la llave en la cerradura cuando veo que mi abuela está justo ahí, saliendo del otro ascensor. Bien, cuando os estaba hablando sobre las abuelas, se me olvidó comentar algo sobre la real: vive en la puerta de enfrente.

Por norma general es un gusto poder verla cada vez que quiero. Incluso tengo las llaves por si algún día no me escucha llamar o no está en casa. Tengo una pequeña habitación para cuando he tenido que quedarme con ella porque ha enfermado o porque simplemente me apetece pasar la noche en su casa. Sin embargo, ahora mismo resulta ser un problema.

He contado con que mi tía está trabajando hasta la tarde, pero no con que podría toparme con mi abuela.

—Hola —digo.

—¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Han terminado las clases?

Es una señora muy bajita y sonriente con el cabello canoso y corto, pero en estos momentos no está sonriendo demasiado. Se la ve más preocupada o enfadada.

—Verá, señora Lee, Felix tiene dolor de estómago. He decidido venir con él por si acaso necesita alguna cosa —miente Jisung por mí con una sonrisa amable. Después se inclina hacia ella con respeto—. ¿Cómo está? Hacía mucho que no la veía.

—Yo estoy muy bien, hijo —dice complacida y con una sonrisa de alegría. Adora a Jisung y lo considera un nieto más. Se acerca a mí y me sujeta el brazo—. Lixie, cariño, venid a casa a comer hoy, yo os haré algo para que te sientas mejor.

—La tía me ha dejado la comida, no es necesario.

—Claro que sí. Es comida congelada, no te va a sentar bien.

Miro a Jisung y me doy cuenta de que está deseando ir. Le encanta la comida de mi abuela.

—Está bien —respondo con una pequeña sonrisa.

A ella se le llena el rostro de alegría y estira de mí para que entre en su casa. Con suerte logro coger las llaves y guardármelas en el bolsillo.

He's in the rain [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora