CAPÍTULO 11: ¿Minsung es real? [Minsung]
Jisung~
Estoy tan asustado que ni el hecho de hablar con mi mejor amigo me está tranquilizando. Dios, es que voy a quedar con Minho.
Es casi irreal.
Mientras escucho la voz de Felix intentando mantener mis nervios bajo control, observo mi armario. ¡No sé qué ponerme!
—Felix, ¿tengo demasiada ropa?
—Bueno, te gusta la ropa.
—¿Qué de todo debería ponerme?
Escucho que se ríe a través de la línea.
—¿Estás frente a todas las perchas pensando qué escoger?
—¡Sí!
—¡Oh! —exclama. Está jugando a la play porque puedo escuchar el sonido de los botones—. ¡Si te pones el peto estarás adorable!
—¿Qué? ¿El peto? ¿Estás loco?
—Creo que a Minho puede gustarle. Además, si no le gustas con peto no puedes aceptar que le gustes sin él.
—¿Por qué?
—Porque eres tú con el peto.
—¿Qué tengo de especial con un peto?
—No, no, no, un peto no, EL peto.
Busco entre la ropa hasta dar con él y lo saco del armario. Lo dejo sobre el colchón y lo examino. Me gusta, pero no sé si lo suficiente como para llevarlo en una cita.
—Así me gusta, Hannie. Y con la camiseta blanca de manga corta.
—¿Cómo sabes...? —empiezo, pero termino por callarme. Es Felix, tiene un sexto sentido o algo así.
Termino haciéndole caso y me visto mientras me cuenta que está matando a un montón de muñecos que le asustaban cuando empezó a jugar. Dice que ya no porque se ha acostumbrado. Ah, y que ahora tiene más miedo de mi cara que de esos bichos raros.
—Muy amable, friki. —Se ríe—. Te dejo jugar, que voy a irme. Esta noche te llamo y te cuento.
—Vale, que vaya bien.
Ha llegado el momento de caminar hacia allí. Quiero llegar pronto porque prefiero esperar a ser esperado, pero cuando llego, Minho ya está allí.
Lleva puestas las gafas y no entiendo por qué me gusta tanto así, pero no puedo dejar de observarlo mientras me aproximo. Lleva una camiseta blanca a rayas negras metida por dentro de unos pantalones vaqueros largos. Mi respiración se está acelerando, así que tengo que hacer algo en menos de un minuto antes de que me dé algo delante suya.
Se pone en pie con una sonrisa y espera con paciencia a que llegue.
—Hola, Han —dice con una sonrisita.
Le saludo algo nervioso. Esta cita tiene pinta de que va a ser un desastre, porque no soy capaz de formular ni una frase con sentido en mi cabeza, no quiero imaginarme si intento hablar en voz alta. Pero Minho parece darse cuenta y empieza a hablar de lo que ha estado haciendo esa mañana. Casi ni me entero de lo que me está diciendo sobre el veterinario y las vacunas de sus gatos, pero agradezco realmente que no intente hacerme hablar todavía. Llegamos al cine y me detiene junto a la cartelera.
—No hemos elegido qué vamos a ver. —Me pasa el brazo por encima de los hombros—. ¿Cuál te apetece? Puedes elegir cualquiera.
—Oldboy —digo.
Me mira, pero yo sigo observando la cartelera, aunque no me ha hecho falta mirarla. Deseo ver esa película otra vez.
—¿Oldboy? Rarito.
—Es una obra de arte —respondo con indignación—. ¿Acaso la has visto?
Minho se ríe y me da un beso en la mejilla.
—No, no sé nada sobre ella, pero adivina a quién le ha vuelto la voz.
Le doy un golpe en el pecho. Vuelvo a estar completamente rojo.
—Eres un idiota.
—Estás muy mono así vestido, enfadado y sonrojado.
—Agh, cállate.
Vuelve a besarme la mejilla unas cuantas veces y siento que no puedo ni respirar. Quiero gritar, salir corriendo y quedarme quieto mientras dejo que me haga lo que sea. No sé qué de todo hacer, pero cuando acaba me coge la mano para que vayamos a comprar las entradas.
Cuando entramos y nos sentamos todavía no me ha soltado. No quiero que lo haga, así que intento no moverme mucho.
Deja las palomitas entre mis piernas para que yo pueda coger cuando quiera, y me encanta, porque cuando me suelta para comer, puedo observar el recorrido de su mano desde las palomitas a sus labios y luego de nuevo a mi mano.
Y porque él siempre vuelve a cogérmela. Si fuera al contrario y yo tuviera que coger las palomitas de su asiento, ni comería ni le volvería a coger la mano. No soy tan atrevido.
La película empieza, y a la mitad sé que le está encantando porque tiene los labios entreabiertos y los ojos muy concentrados en la pantalla. No me suelta prácticamente nada porque ni siquiera quiere distraerse comiendo.
Adoro verlo disfrutar de algo que a mí me gusta tanto.
Y el hecho de que yo ya la haya visto es que los detalles me importan menos y puedo dedicarme a observarlo, o a mover el pulgar sobre su mano casi inconscientemente.
A veces él me devuelve la caricia, y cada vez que lo hace siento que todo mi interior tiembla.
Cuando la película termina, se lleva mi mano a los labios y los deja ahí unos segundos hasta que me da un pequeño beso y me sonríe.
—¿Quieres un helado?
Asiento. Los helados son incluso mejor que las palomitas.
Mientras me guía hacia la salida mis nervios se han disipado por completo. Minho ha conseguido que me relaje y que pueda disfrutar de la cita. Me lleva hacia el puesto de helados que hay en el parque cercano al cine y compra dos.
—Podríamos ir a sentarnos al césped, que al menos correrá algo de aire.
Sonrío indicándole que estoy de acuerdo y tras sentarnos empezamos a comentar la película.
—Te has manchado el labio —dice con una sonrisa divertida cuando termino de hablar.
Yo noto que el rubor vuelve a ascender por mis mejillas, y se hace más notorio cuando deja su helado sobre el césped y se acerca a mí.
—Te ayudo —dice llevando una mano a mi cuello.
Entonces, de un momento a otro, sus labios están sobre los míos. Me está besando y para mí es como si estuvieran tirando fuegos artificiales por encima nuestro. Hacía tanto que anhelaba esto que todavía no puedo creérmelo.
Al separase, me mira con una pequeña sonrisa y me pasa el dedo por el labio inferior para limpiármelo bien.
—Hannie, me gustas.
Vaya, es directo. El chaval es muy directo.
Entro en pánico.
Minho se ríe cuando trago saliva y trato de no mirarlo.
—¿Por qué te sigues poniendo así? Hemos hecho cosas peores.
¡¿Está intentando tranquilizarme o que me vaya corriendo?!
—Venga, Hannie, dímelo tú también.
Todavía tiene una mano en mi cuello, y cuando empieza a mover el dedo, no puedo evitar decirlo.
—También me gustas.
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He's in the rain [Changlix]
FanfictionDesde que Lee Felix abandonó su vacía vida en Australia, Seo Changbin llamó su atención. Llegó a Corea del Sur durante el verano, y desde entonces ha pasado casi un año y las cosas han cambiado por completo. Tanto, que Felix podría asegurar que llev...