No soy ella

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Cuando vuelvo a abrir los ojos me siento algo desorientado.

Algo me cubre el cuerpo, pero no son mis mantas, sino una suave sábana que no da nada de calor. Supongo que mi abuela me la ha puesto para que no tenga la tentación de coger de nuevo mis apreciadas mantas. Además, tengo un peluche de un koala que me traje de Australia porque era mi favorito cuando era niño. Lo acaricio ya que sigue estando tan suave como al principio.

Y entonces voy despertando de verdad y empiezo a ser consciente de mi alrededor.

Changbin me está mirando desde la silla de mi escritorio, que no está demasiado lejos de la cama. Tiene una expresión seria, aunque es la normal en él. Parece que está inmerso en sus pensamientos, porque hasta que no le miro directamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa, no reacciona.

Parpadea un par de veces y se levanta para acercarse a mí. Yo me echo hacia un lado porque preferiría guardar las distancias, pero no se da cuenta de ese pequeño detalle y se agacha a la altura de la cama.

—¿Cómo te encuentras?

—¿Qué haces aquí?

—Tu abuela tiene peluquería. He venido a cuidarte.

Frunzo el ceño y abrazo más al koala contra mí. De repente soy demasiado consciente de la falta de ropa en mi cuerpo. Quizá es por eso que mi abuela me ha tapado, y no lo que yo pensaba.

—Puedes irte, me encuentro bien.

—No voy a irme, pero voy a ver si dices la verdad.

Se levanta y se acerca al escritorio de nuevo, donde está el termómetro. Cuando vuelve, aprieto los brazos con fuerza para no dejarle hacerlo. Estoy avergonzado, no llevo camiseta y no quiero que me vea.

Con todo, Changbin me destapa un poco, dejando mis hombros al aire, y baja la sábana con suavidad hasta que llega a la altura de mi estómago. Soy consciente del excesivo rubor de mis mejillas ahora mismo.

—Levanta un poco el brazo —me pide, y yo hago caso inmediatamente.

—Tápame, por favor.

Me cubre de nuevo y luego se sienta en la silla y vuelve a lo que supongo que es el libro de texto del instituto. La situación es esa durante unos segundos. Yo mirando el techo blanco mientras escucho la respiración de Changbin y este de espaldas a mí, concentrado en algo que no me interesa en absoluto.

Hasta que el termómetro pita y se gira rápidamente. Me lo quito antes de que vuelva a destaparme, se lo tiendo y cierro los ojos.

Estoy algo mareado.

—Tu abuela me ha dicho que antes casi estabas al máximo, y ahora parece que has bajado bastante. También que te haga otra sopa y que si veo que has mejorado, pruebe a darte algo sólido. Supongo que estás harto de la sopa, así que te dejo elegir lo que quieres merendar.

—¿Voy a librarme de la sopa?

—No, pero puedes elegir algo para comer.

Sonrío. Por fin puedo comer comida humana. Changbin también sonríe.

—Quiero galletas de chocolate.

Ahora sé que se está aguantando la risa, pero de todas formas se marcha. Aprovecho para coger el teléfono y mandarle varios mensajes a Jisung contándole lo que está pasando. Me responde en seguida con un montón de mayúsculas y exclamaciones. Quedamos en que mañana le contaré todo bien.

—Aquí le traigo la comida al bebé de la casa —dice entrando en la habitación con una bandeja.

Se sienta donde se ha sentado mi abuela antes, con la bandeja en el regazo. Se me hace la boca agua al ver las galletas que tanto me gustan, pero se me pasa al ver la sopa.

He's in the rain [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora