Estoy tumbado en su cama boca arriba cuando se aparta de mí. Mi cabeza está en otro lado.
Mi respiración todavía está luchando por volver a la normalidad, y Changbin parece sentirse igual al echarse a mi lado. Nunca había hecho algo como esto, mi cuerpo nunca se había sentido tan extraño. Necesito que me abrace durante toda la noche, porque estoy realmente cansado e inseguro de mí mismo. Pero pese a todo eso, estoy feliz. Por fin estoy feliz.
Ni siquiera me importa que mañana haya clase.
—Eh... —empieza. Mi corazón se acelera. ¿Esta situación le incomoda?—. ¿Vas a quedarte?
No me está mirando mientras lo dice, y yo no necesito más para saber que me está echando.
¿Me está echando después de todo?
Consigo soltar un débil «no» y en seguida busco mi ropa. Me la pongo todo lo deprisa que puedo, me disculpo y, sin mirar atrás, abandono la habitación, luego la casa, y después a mi corazón. Porque mi corazón se queda en esas cuatro paredes.
En el ascensor me miro en el espejo. Me duele todo, pero lo que siento dentro es mil veces peor.
Changbin acaba de aprovecharse de mis sentimientos para hacerlo conmigo, sabiendo que era el primero, sabiendo lo que me dolería después.
Quizá ha cambiado demasiado durante estos meses.
O quizá nunca he llegado a conocerlo.
¿Acaso me conozco a mí? No, ni siquiera yo sé quién soy.
No sé quién es nadie.
Entro en casa justo cuando rompo a llorar. Otro día normal para Lee Felix. Un día sin llorar no es un día.
Voy directo a mi cuarto. Me doy asco a mí mismo. Siento asco por lo que he dejado que suceda, por no haberme dado cuenta antes de qué pasaba realmente. Me siento vacío. Vacío. Vacío. Vacío. ¿Me he sentido de otra manera en algún momento de mi vida?
Creo que es muy tarde cuando mi tía entra en mi habitación. Lleva puesto el pijama y tiene el pelo recogido en un moño bajo. Su expresión es de máxima preocupación.
—Cariño, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así?
—No puedo, tía. No quiero seguir aquí. Déjame pasar el verano en Australia, por favor. Me quiero alejar de él. No quiero volver a verlo más.
Estoy tirado en el suelo con la espalda apoyada en el armario y estoy llorando como un niño pequeño. La mujer se acuclilla a mi lado y me rodea con sus brazos para que me apoye en ella.
Después me acaricia la mejilla con suavidad y me aparta el pelo de la frente.
—¿De quién estás hablando?
Niego con la cabeza repetidas veces.
—Lo siento por no tener novia, por no tenerla nunca. Lo siento. Lo siento.
—Felix, ¿qué sucede?
—Estoy enamorado de Changbin —digo apretando los ojos con fuerza.
Estoy enamorado de un imbécil. Siento el pulso calmado de mi tía en mi rostro. Sus caricias todavía no han cesado.
—¿Y por qué te disculpas?
—Nunca voy a tener novia.
Ella asiente.
—Nadie te obliga a tenerla.
—Pero... Pero tú te veías tan feliz.
Sonríe y me da un beso en la frente.
—Yo estoy feliz cuando tú lo estás, mi niño. Me da igual si estás feliz con una chica o con un chico. Eso depende de ti.
—No estoy feliz, tía.
Nunca me había sentido tan patético, pero ahora que estoy desahogándome por completo, no puedo parar.
—¿Quieres volver a Australia?
—Sí, pero ¿puedo ir primero con Jisung unos días?
Ella responde que sí, que mientras la llame todas las mañanas y me asegure de comer bien, tengo su aprobación. No me pregunta por qué me he puesto así, y por eso la quiero tanto.
Antes que nada, llamo a Jisung por teléfono.
—Tío, son las tres de la madrugada.
—No puedo esperar...
Debe notar algo extraño, porque en seguida su tono de cansancio se convierte en uno de alerta.
—¿Qué ha pasado?
—¿Crees que me puedo quedar en tu casa un par de días?
—Sí, claro. ¿Vienes ya?
—¿Puedo?
—Sí. Te preparo la cama del cajón en un momento. ¿Vas a contarme qué ha pasado cuando llegues?
—Sí.
Colgamos. Mi tía me da dinero y me ayuda a meter algo de ropa en la mochila del instituto. Le digo que probablemente mañana no vaya a clase. Está conforme.
—¿Changbin va a preguntar por ti?
—No creo, pero si lo hace dile de mi parte que me ignore.
Me despido de ella y salgo de casa. Por suerte ya ha dejado de llover. Creo que la lluvia va a recordarme siempre esta noche.
Mientras voy hacia la casa de Jisung no puedo evitar pensar en la posibilidad de que Changbin siga con Jisoo. ¿Sería capaz de hacer lo que ha hecho conmigo estando todavía con ella? Me gustaría pensar que no, pero también me gustaría pensar que nunca me ha echado.
Sé sobre su costumbre de no alargar más los momentos cuando es innecesario. Lo he explicado alguna vez.
Lo que pasa es que esta vez yo no lo consideraba innecesario.
Es más, era algo que necesitaba.
Solo sentirme querido por él durante unas horas.
Jisung me abre la puerta y me guía a su habitación sin decir nada.
—Cuando se despierten mis padres les diré que te quedas, ¿vale? No habrá ningún problema, ya sabes lo que te quieren.
—Vale.
—¿Quieres ducharte? —Niego con la cabeza—. ¿Comer algo?
—No.
Se sienta en su cama y me señala la que ha sacado de debajo de la suya.
—Pues cuéntamelo todo.
Como siempre, me escucha con atención, sin quejarse por la hora que es.
Suelta un suspiro.
—¿O sea que resulta que es un idiota?
—Sí.
—¿Estás enfadado?
—Herido.
Asiente y luego me dice que debería dormir. Tiene razón, así que me cambio de ropa, nos tumbamos y apaga la luz.
—¿Te parece bien si mañana no voy al instituto y me quedo durmiendo?
Ojalá no despertar hasta dentro de mucho tiempo.
—Lo que necesites.
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He's in the rain [Changlix]
FanfictionDesde que Lee Felix abandonó su vacía vida en Australia, Seo Changbin llamó su atención. Llegó a Corea del Sur durante el verano, y desde entonces ha pasado casi un año y las cosas han cambiado por completo. Tanto, que Felix podría asegurar que llev...