Enamorarme fue fácil, olvidarlo se me da de pena

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Que nos hiciéramos amigos fue gracias a mi tía.

Me desperté bastante temprano al día siguiente. Quizá porque había dormido algo así como catorce horas —no seguidas, claro. Primero tuve la interrupción de la familia Seo, y luego me entró hambre a las dos de la madrugada y me zampé todos los dulces que me habían regalado.

Mi tía ya estaba despierta cuando aparecí, preparándome el desayuno.

Empecé a devorar los cereales en la cocina mientras observaba a la mujer ir de un lado a otro arreglando cosas. Fue ella la que me explicó entonces la confusión que había tenido el día anterior. Admito que me moría de vergüenza, por lo que cuando me mandó a mi cuarto a vestirme para subir a ver a Changbin, me negué en rotundo.

Pero me convenció en cuanto me dijo que solo necesitaba mejorar el idioma, pero que si subía a visitarlo, podía invitarlo a jugar a videojuegos en casa.

Me puse lo primero que encontré por la maleta, ansioso como estaba, y subí hasta el séptimo piso. Al llamar al timbre fue él mismo quien abrió.

Vestía unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes negra. El día anterior también había estado vistiendo con colores oscuros, así que alcé las cejas ante tanta alegría aparente por vivir. Él también las alzó. Nos estuvimos observando durante unos segundos.

Yo ni siquiera recordaba el error que cometí, solo podía pensar en que mis ojos no querían apartarse de los suyos nunca más. Tenía una belleza diferente a la que había visto anteriormente, pero lo estropeó todo cuando me preguntó si tenía hambre.

Estuve a puntito de patearle la cabeza.

Pero yo, conservando como pude mi dignidad, le invité a mi casa, ya que ese era mi plan inicial. Lo rechazó, por supuesto, es Changbin, odia los videojuegos. Pero yo no me rindo con facilidad, así que volví a intentarlo al día siguiente.

También me rechazó, pero insistí tanto que se quedó sin argumentos y sin excusas para evitarme. Por lo que lo obligué a jugar al fortnite durante tres horas seguidas. Yo habría continuado, claro está, pero me di cuenta de que no quedaba mucho para que a Changbin empezara a salirle humo por las orejas y me rompiera la play. Decidí parar y pregutarle si prefería ver una película. Eso fue un sábado.

Después de ese, todos los demás sábados veíamos una película en mi habitación. Los viernes los reservamos para las cenas. Cuando la hacíamos en su casa porque su madre tenía turno en el hospital, cocinaba él, y cuando la hacíamos en la de mi tía... Cocinaba él.

Vale, a mí no se me da bien preparar nada que tenga que ver con fuego. En Australia estuve a nada de quemarle la casa a mi amigo, y desde entonces nadie me ha dejado usar la cocina para cocinar.

Pero se me da estupendamente hacer bocadillos. Aunque Changbin se negaba a comerlos cada viernes, por lo que terminaba preparando algo por sí mismo. Me alimentaba, eso hizo que se ganara puntos dentro de mi corazoncito australiano con miedo al fuego.

También íbamos a tomar helados y a jugar al baloncesto con algunos amigos suyos. Fue entones cuando conocí a Chan, a Woojin y a Minho. Y ese es el año en el que Chan repitió curso y acabamos compartiendo aula.

Me alegré mucho cuando empecé el instituto y lo vi sentado ahí, porque aunque ya he dicho que soy joven y abierto, las primeras veces me aterran. Tenerlo cerca fue un gran subidón de alegría. En cuanto me vio me indicó que ocupase el asiento de su derecha.

Se me ha olvidado comentarlo, algo que nos une a ese chico y a mí es el país del que procedemos. Él se fue de Australia varios años antes que yo, y con el idioma bien aprendido de casa. Sus padres, a diferencia de los míos, eran los que habían decidido irse a vivir a Corea, llevándose a Hannah, Lucas, y Chan, por supuesto. Él decía que extrañaba aquel lugar, yo le respondía que yo todavía no, pero que quizá algún día. Algo que me gusta de Chris, así es como le llamo, es que es la única persona aquí con la que puedo hablar inglés sin sentirme incómodo. Es más, rara vez hablamos en coreano estando a solas.

Todo fue bien durante la primera mitad del curso. Conocí a los chicos y empecé a relacionarme con ellos como si fueran amigos de toda la vida. Me han enseñado prácticamente todo lo que sé sobre el idioma. Hacían juegos tontos para que me acostumbrara a ciertas cosas o a ciertas palabras, aunque se reían cada vez que me equivocaba. Aprendí a aceptar las risas como parte del proceso, porque sabía que no lo hacían con maldad, sino porque simplemente era gracioso ver a un chaval cometiendo errores en lo que ellos consideraban simple. No era simple, me costó mucho, pero ahora los comprendo un poco.

En un curso inferior teníamos a Jeongin, y en el superior estaban Changbin y Minho. Resultó que Woojin había dejado los estudios para dedicarse a la cafetería de unos amigos de sus padres. Aunque no lo vemos en el instituto, siempre que puede acude a nuestras quedadas.

Aunque ya no hay quedadas para mí.

En fin, como iba diciendo, todo fue bien hasta que Changbin me contó que creía que estaba enamorado de una chica de su clase. Eso me partió el corazón y estuve varios días sin estar muy pendiente de él. En ese entonces, hace apenas cuatro meses, yo ya estaba completamente pillado. A decir verdad, lo estoy desde que empecé a concerlo bien en verano.

Recuerdo la primera vez que me di cuenta de lo que sentía por él. Yo siempre le ganaba todas las partidas de fortnite, y me reía de él durante un buen rato. A veces se hacía el molesto para satisfacerme. Pero una vez me ganó él. Fue porque me pilló distraído entrando en un edificio y observándolo. Changbin se burló de mí, aunque trataba de ocultar que se sentía orgulloso por hacerlo, pero estoy seguro de que no cabía en sí de gozo. Me preguntó si estaba bien por perder y yo respondí que sí, pero con un deje malhumorado. Entonces me sonrió, me pasó el brazo por los hombros y me acercó hacia su pecho.

Estábamos sentados en el suelo de mi cuarto, completamente a oscuras salvo por el reflejo del televisor, abrazándonos. Y me di cuenta de que lo quería más de lo que había querido nunca a nadie. Y no como amigo.

Después de esos días escondido, decidí volver a la realidad. Mi amigo estaba enamorado de una chica y yo estaba enamorado de él. Debía aceptarlo sin más. Pude soportarlo hasta que me contó, todo ilusionado, que estaban saliendo juntos.

Puede que fuera bastante mal amigo al alejarme de él después de eso, pero he estado esforzándome durante este tiempo para olvidarlo y verlo como veo al resto del grupo. De esta forma podría alegrarme por completo de su felicidad.

Enamorarme me resultó sencillo, pero olvidar se me da de pena.
Así que esa es la historia. Es simple y tal vez no es para tanto, nada fuera de lo normal, supongo, pero es importante para mí.

He's in the rain [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora