Perro mojado

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Creo que estoy sintiendo lo que sentía ayer Jisung, pero sin tener una razón real. Estoy sentado en el sofá con una mochila a mi espalda en la que solo llevo mi pijama favorito (el de gatitos de manga larga), una muda de ropa para mañana y la ropa interior. También tengo mi cepillo de dientes, un peine y pastillas por si me encontrara mal, aunque eso es por obligación de mi tía. 

Oh, sé que me ha guardado un paquete de galletas de chocolate en el bolsillo pequeño, pero voy a hacer como que no me doy cuenta.

Changbin toca al timbre y me levanto de golpe, me seco las manos en los pantalones y voy directo a abrir.

—¿Estás listo?

—Sí —respondo.

Caminamos en silencio hacia la estación de trenes y nos quedamos uno al lado del otro. Antes nuestros silencios eran cómodos, incluso bonitos, ahora son tan tensos que preferiría estar solo. No quiero sacar el móvil y ponerme a hablar con Jisung sobre cualquier tontería porque sería irrespetuoso, así que me dedico a mirar las vías.

—Sabes... Me gustaría entenderte.

Giro la cabeza en su dirección.

—¿Qué?

—¿Cuándo me explicarás qué te he hecho? Déjame arreglarlo, Lix.

Agacho la mirada y dejo escapar el aire.

—No has hecho nada, Bin —respondo, y creo que ambos nos sorprendemos de que lo haya llamado así—. Siempre has sido bueno conmigo y has hecho todo lo posible por verme bien.

—¿Entonces por qué estamos así? ¿Qué ha pasado?

—Es injusto, ya lo sé, pero no puedo hablar de eso. Solo necesito decirte que lo siento mucho.

Lleva puesta una camiseta negra ancha y unos vaqueros del mismo color. A veces me pregunto si le daría un ataque de pánico si se pusiera algún otro tono.

—Está bien, no te disculpes —responde—. Si lo haces confío en que es porque es lo mejor.

Es tan buena persona que solo deseo abrazarlo y pedirle perdón mil veces más por alejarme de él. ¿Por qué tiene que confiar tanto en mí? ¿Y por qué yo no lo hago? Quizá si le dijera todo lo que siento podría entenderme y alejarse hasta que estuviera listo. Seguro que lo haría por mí. Yo lo haría si fuera por él.

—Tengo los caramelos —me dice—, y son de café. Los que te gustan.

Saca un par del bolsillo, abre uno y me lo tiende. Lo cojo y me lo meto en la boca. Luego abre el otro y se lo come.

—Gracias —digo—. Por todo.

—¿Por todo?

—Por el caramelo y por cuidarme el otro día.

—No seas idiota —dice y me da un codazo con suavidad.

Ambos miramos hacia el fondo de las vías cuando escuchamos el tren, y cuando nos subimos, deja que me siente en la ventanilla. ¿Cómo puede saber tanto sobre mí y sobre lo que me gusta? 

Ni siquiera Jisung me deja sentarme en este lado cuando vamos a casa de Chan.

Saca los auriculares y me pasa uno. Parece que no me ve con mucha predisposición a hablar y quiere llenar el silencio con música.

—He descubierto cosas nuevas que puede que te gusten.

Me enseña la pantalla de su teléfono donde hay un montón de canciones dentro de una carpeta con un corazón negro. Busca una y le da a reproducir. No la he escuchado en mi vida, ni siquiera conozco al grupo. Apoyo la cabeza en el respaldo y miro el paisaje que ya me conozco de memoria.

He's in the rain [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora