Pensamientos y emociones infinitas

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Changbin~

Las clases nunca se me habían hecho tan pesadas.

Jisoo no cesaba en insistir en que fuera a comer a su casa y yo ya no sabía cómo decirle que no. No quiero aguantar una comida en la que sus hermanos mayores estén presentes. Ni sus padres. Todos tienen complejo de modelo. Creen que son lo más bello que hay en la Tierra. Además, comen tan poco que, cada vez que vuelvo a casa, tengo que volver a comer. Y todo son vegetales. Dios me aleje de ellos. Ya tengo suficiente con aguantarla a ella y a sus estupideces.

Sinceramente, lo único que me motiva a seguir con Jisoo es el momento de dejarla. No es que esté deseando hacerla sufrir ni nada por el estilo, pero estoy deseando terminarlo todo. Ese momento llegará en nada, porque aprovecharé que cuando acabe el curso tiene que viajar por trabajo junto a su hermana. Se van a Japón o algo así para participar con no sé qué tienda de marca.

No es que no la quiera. Hemos estado juntos bastante tiempo, pegados como lapas. Le tengo mucho cariño y respeto, pero este tiempo me ha bastado para darme cuenta de que en ningún momento he estado enamorado. Quizá lo he estado de la idea de tener una chica que me quiera, y simplemente me he dado cuenta de que no me gusta el amor.

Espero al ascensor con la esperanza de encontrarme a Felix, como algunas otras veces. Necesito que me diga por qué lloraba esta mañana, ya que se ha ido tan deprisa. Y ya de paso, intentaré que me explique por qué me ignora. Estoy preparado para pedir disculpas si he hecho algo mal.

Sí, yo, Seo Changbin, estoy dispuesto a disculparme. Todo sea por el pequeño de las pecas. Pero el ascensor llega y no aparece. En su lugar, la anciana Lee sale con una bolsa gigante de basura.

—¡Binnie! —exclama contenta al verme.

Son pocas las veces que me la he cruzado desde que Felix y yo dejamos de hablar. Creo que no tiene ni idea de que su nieto y yo ya no somos amigos.

—Hola, señora —respondo con una media sonrisa. No estoy de humor para demostrar la felicidad que me da verla bien—. Deme, yo iré a tirarle eso.

Estiro la mano para que me dé la bolsa, pero la mujer se ríe y niega con la cabeza.

—No hace falta, todavía me valgo por mí misma. ¿Ya has llegado de clase? —Asiento—. Lixie vino hace unas horas porque le dolía el estómago. Está con Jisung en casa. ¿Has comido?

Siempre me ha gustado cómo suena el nombre de Felix en sus labios. Lo dice con tanto cariño que entiendo por qué solo deja que sea ella la que lo llame de ese modo. Sé que no le dolía el estómago. No se llora por un simple dolor así. Pero no digo nada, sino que me limito a decir que todavía no.

Tengo que subir a casa y prepararme algo rápido porque mi madre debe estar durmiendo todavía. Anoche tuvo turno en el hospital y debe estar cansadísima.

—¡Qué bien! —responde—. Sube a casa y toca al timbre. He hecho comida de sobra, y seguro que los chicos se alegran mucho de recibirte.

—¿Qué? No, no. No es necesario, ya los veré mañana en el instituto.

—¡Nada de eso! Venga, vete. Además, Lixie se sentirá mucho mejor si sus amigos lo cuidan.

La mujer se marcha y no tengo más remedio que meterme en el ascensor y subir al cuarto piso. Hacía tanto tiempo que no pisaba este rellano que se me hace raro estar mirando con tanta fijeza la puerta de Felix. Me giro para encarar la de su abuela y toco al timbre un par de veces.

Esta situación es tan incómoda que preferiría haber ido a comer hierba a casa de Jisoo.

—¡Ya voy, abuela! —grita Felix.

Escucho cómo corretea por el pasillo para abrirme la puerta y soy consciente de lo rápido que desaparece su sonrisa al verme.

—¿Changbin?

—Me ha visto en el ascensor y me ha presionado para que venga a comer —me excuso—. Ya sabes lo difícil que me resulta decir que no cuando me insisten.

Me refiero a cuando me obligó a jugar al fortnite durante toda la tarde, claro, y sé que es eso lo que se le pasa por la cabeza cuando asiente y se hace a un lado para dejarme pasar.

—Gracias —digo.

—¡Lix, mira lo que están dando por la tele! —grita Jisung.

Cuando aparezco con Felix detrás, a Jisung se le corta el riego de sangre que va al cerebro.

—Hola —digo.

—¿Qué haces aquí?

—Ha sido mi abuela —responde Felix por mí. Luego va a sentarse en la silla donde está su plato.

Jisung se lleva los palillos a la boca para tenerla llena y no poder hablar. Somos amigos, y a diferencia de Felix, con él sí continúo hablando, y lo conozco demasiado.

Lo suficiente para saber que comprende lo que yo no. Por qué esta situación es tan incómoda cuando nunca me había sentido así cerca del pequeño. Me encantaría gritar, o por lo menos aprovechar para preguntarles, pero el timbre vuelve a sonar y Felix se marcha todo lo rápido que sus piernas le permiten.

—Pero Binnie, siéntate, anda —dice la anciana.

Obedezco y voy a la única silla que no tiene un plato delante. La mujer no tarda en servirme y yo le doy las gracias.

Hay tanta tensión que no entiendo cómo no puede darse cuenta.

Aprovecho para mirar a Felix todo el tiempo posible sin que él me vea. Hace mucho que no nos miramos, y creo que hemos perdido esa conexión tan bonita que teníamos. Yo no se lo hacía saber, pero siempre lo he apreciado muchísimo. Siempre ha tenido algo que me ha llamado la atención y siempre le he consentido todo. Es decir, a mí no me gusta jugar a la maldita play, pero cuando él me lo pedía nunca me negaba, aguantaba todo lo que Felix quería, porque verlo divertirse me divertía.

En cambio, aunque Jisoo es una apasionada de los videojuegos, no he jugado con ella ni una sola vez en estos meses. No sé, le falta ese aspecto que me haga querer hacer cualquier cosa por verla feliz.

No muchas personas consiguen eso de mí.

Observándolo me doy cuenta de algo que me impacta en seguida: sus ojos ya no esconden pensamientos y emociones infinitas.

He's in the rain [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora