25: Confrontación.

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Durante  los siguientes  días ella se mantuvo  distante.  Algo  que él  noto.

Lo evitaba  todo  lo que podía e inventaba las excusas  más absurdas.

Aquel día no fue diferente.

Cansado de su actitud, la acorralo en su oficina. Iba a poner  punto final a aquello.

-¿Qué sucede?- pregunto  sin rodeos.

-¿Con qué?

Él  la miro con el ceño fruncido.

-Con nosotros-gruño.

- Nada-contesto a duras penas.  Aunque  en su interior  quería  gritar y reprocharle.

-Si algo  va mal, necesito  que hablemos. Sabes que eres muy importante para mi-dijo con ternura.

Pero  no me amas, le recriminó en sus pensamientos. No podía  continuar así.

-Solo estoy un poco cansada, en los últimos días no me he sentido  muy bien.

-Debiste decírmelo, te llevare  al médico  de inmediato.

-No, estoy  bien. Es solo cansancio.

-Cariño, no te vez muy bien.¿ Segura  que estas bien?

- Si-contesto. Agradeció estar sentada porque  nuevamente  allí estaban aquellos  mareos. Además lo último  que necesitaba  de él, era que se portada tierno.

Al llegar el medio día no se sentía mucho mejor, pero  como iba  a sentirse bien  cuando  su corazón estaba  destrozado. 

Entro a la sala de junta y se sentó al lado de él, como era de costumbre.

Lo observó dirigir la reunió con liderazgo. Era muy bueno en su trabajo. 

-Mirian, puedes impartir las carpetas  con la información  del nuevo proyecto -le pidió  una vez terminó de hablar.

Ella noto alarmada  que la había  olvidado en la oficina  de él.

-Creo que la olvide en tu oficina, iré por ellas.

Él  asintió y la miro al salir con preocupación.  ¿Que estaba mal? se pregunto nuevamente.

Escucho la puerta abrirse, una de las secretarias se acercó  a él  y con discreción que comunicó  algo.

Inmediatamente  dejó todo y salió tan rápido de allí como pudo. Su salida no fue nada discreta. 

Cuando entró  a su oficina, la vio inmóvil  en el piso.

Un creciente miedo lo invadió. Soltó  una maldición.

Se arrodilló a su lado y la tomo en brazos, estaba completamente inconsciente, la llevó  hacía  el sofá.

-Mirian-dijo-vamos cariño habré los ojos-nada, ella continuaba  inmóvil.

Tomo el pañuelo  que solía llevar en el bolsillo  y lo humedeció  con un poco de agua, del vaso  que le había pasado  la joven.

Lo paso  por la frente, las mejillas, entonces noto que parpadeaba-eso es abre los ojos-le animo.  Sin dejar de acariciar  su cabeza.

-¿Qué pasó? - le preguntó  a la  otra mujer.

- No lo sé señor, pasaba por aquí y escuche un  fuerte  ruido, por eso me atreví a entrar -aclaro rápidamente  pues sabia lo receloso  que era su jefe con su intimidad -la vi tirada en él suelo  y sólo pensé en informarle.

Entre un amor del pasado.(2- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora