30:Secreto oculto.

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Cuando bajo a cenar se encontró con que Tayler estaba allí. Verlo era una tortura ¿Acaso aquel hombre se ponía más guapo cada día?

Conteniendo el anhelo de tocarlo se sentó lo más alejado posible de él. Lo miraba con disimulo al menos eso pensaba ella. Porque para él no había pasado desapercibido sus miradas.

¿Cómo una mujer que le había engañado con otro podía mirarlo así? Aquello no tenía sentido, y sabía que su mirada no era fingida pues le había estado observando cuando ella pensaba que no lo hacía.

La cena fue servida en un despliegue de varios platos.

Mirian miro todo con apetito. Estaba muy hambrienta, asumía que los medicamentos tenían que ver con aquello, pues días atrás apenas comía.

Empezaron a comer en silencio y Tayler siguió cada uno de sus movimientos.

Ella dejó el cubierto en la mesa y lo miro.

-Sigue comiendo.

-Deja de mirarme como si fuera un bicho raro.

-Un bicho muy hermoso-murmuro para aligerar él ambiente.

Aquello le robó una pequeña sonrisa a la chica.

-Vamos come un poco mas-le animo.

-Eres un mandón.

-Luego tomaras el postre- ella resoplo. No lo miro, de haberlo visto hubiera sido testigo de la sonrisa de aquel hombre y de aquellos ojos que le miraban con añoranzas, con tristes y posiblemente amor.

Después de la cena él se retiró a su despacho alegando que tenía que hacer una llamada. Ella espero que él desapareciera para salir al jardín, pero primero fue por un abrigo. Tayler se había encargado de traer algunas cosas desde su casa y otras la había comprado.

Este se había trancado en su despacho y ella no tenía nada que hacer, al menos hasta el momento llevaban la fiesta en paz.

La noche era fresca justo lo que necesitaba para despejar su mente, era una noche clara iluminada por la luz de la Luna. Se sentó en uno de los bancos que habia en el jardín.

Cerró los ojos por un momento allí se sentía relajada. El aire era fresco y sólo se escuchaba el sonido de algunos animalitos de la noche. Aquel lugar era hermoso, no lo había notado hasta entonces, la casa era de un tamaño moderado, tenía un hermoso jardín, pintada con tonos claros y le rodeaba una gran vegetación de árboles era como una casa de campo moderna.

No había notado ninguno de aquellos detalles, pues al llegar había estado de mal humor y enferma.

¿Cómo Tayler había dado con aquel lugar? Eso no lo sabia, pero era un lugar tranquilo un poco alejado de la ciudad pero no mucho.

No lograba concentrarse en lo que estaba haciendo. Dejó los palés encima del escritorio. paso un mano por su pelo y noto que necesitaba un corte. Frustrado se asomó a la venta y entonces la vio desde el despacho e inmediatamente se asustó al verla inmóvil y con los ojos cerrados. Salió de allí tan rápido como pudo dejando a su paso una reguero de maldiciones. Nada apropiadas, al menos allí no habían niños, aun.

Para ser un hombre que odiaba aquella mujer se preocupaba mucho por ella y no sólo por la criatura.
Le había mandado a su habitación a descansar y ella hacía lo contrario.

No se molesto en cerrar la puerta cuando salió.

-Miriam.

Esta abrió los ojos y se incorporó al escuchar que le llamaban. Por la voz sabía que era Tayler.

Entre un amor del pasado.(2- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora