32:Acercamiento.

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Mirian despertó un tanto desorientada, había  pasado la tarde durmiéndolo primero que se  le vino  a la mente fue Tayler.

Tomo una ducha, y se puso  un hermoso vestido amarillo, se  dejó el pelo suelto y se arregló un poco.

Se miro al espejo y sonrió tenía buen  aspecto, a pesar de su estado. Estaba  dispuesta  a no dejarse vencer por aquella enfermedad.  Quería ver su hijo  crecer, estar con él  y darle todo  su amor. El doctor  le había informado  que a la más mínimas molestia que sintiera  fuera a verlo, pues muchos de los casos donde la madre fallecía  era por descuido, a veces ignoraban  los síntomas.

Tayler   estaba en la cocina  tomándose un café bien cargado, después de tomar una ducha.  Había tomado como si aquello fuese a solucionar sus problemas. 

-Señor-le llamo la empleada.

Levantó la cabeza para ver la mujer que le hablaba.

-¿Se siente bien?

No en lo absoluto, pero no era se los hablaban de sus sentimientos, solía guardarse todo para él.

- Lo estaré, algún  día-dijo lo último tan bajo  que la mujer no logró escuchar.

Pero no había  que ser mago para ver que aquél hombre parecía preocupado.

Miriam entró a la cocina y al verlo, como siempre le pasaba ,su corazón traicionero  salto.

Él  se puso en pie y la observó  maravillado, era hermosa, parecía un ángel. Aquel vestido  resaltaba su  vientre y se maravilló aún más al pensar en que su hijo estaba allí creciendo.

-Vamos al comedor, la cena se servirá  en cinco minutos.

-Perfecto.

-Estas hermosa-dijo de repente y ella lo miro un tanto extrañada  pero aquello era bueno para su autoestima.

-Gracias.

-¿Cómo  te sientes?

-Estoy bien, no tienes que preocuparte.

-¡Es mi hijo!-exclamo.

- Y mío, por lo tanto deberías saber que nunca haría  algo que lo ponga  en riesgo. Cuando me sienta mal serás el primero  en saber.

Se encaminó  al comedor sola, ella que pensaba  que le importa  aunque sea un poco, pero  toda su preocupación  era por el bebé. Aquello más que molestarle  le dolía, no podía simplemente dejar de amarlo tan rápido, él  aún era dueño de su corazón,  a pesar de todo lo sucedido. 

Tayler lamento hablar, no pretendía  molestarla. Sólo quería  dejar en claro  que él  tenía  derecho  a preocuparse  al fin de cuentas  el niño era de él. Pero  no solo se preocupaba  por el bebé.

Cuando Tayler llegó al comedor ella , ya había  tomado asiento  y se había  sentado tan lejos como había podido  del lugar  que él solía ocupar.

Ella no levantó la vista cuando  él entro, si no que continuó mirando él mantel  como si fuera una obra  de arte muy interesante.

Él  frunció el ceño, lo estaba  ignorando a propósito.

Una traviesa  sonrisa se dibujo  en su rostro.

Se sentó  justo a su lado, al sentarse su brazo  roso el de ella y la sintió estremecerse.

-Estas invadiendo  mi espacio personal-dijo mirándolo  con enojo.

-Oh discúlpame.

-Muévete.

Entre un amor del pasado.(2- Serie magnates apasionados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora