Matteo Torpe Balsano tenía la peor clase de sonrisa. La clase de sonrisa que la hacía olvidar lo que estaba haciendo.
Y eso no estaba bien. Nada bien, porque no había reaccionado así ante un hombre desde que Simón Álvarez apareció en su vida cuando tenía diecisiete años. Y había salido de ella exactamente siete años después, tres meses antes de que Luciano sufriera el último ataque, tan virulento que ni toda la medicación del mundo pudo hacerlo respirar otra vez.
Luna apretó el puño para disimular el temblor de su mano derecha. Le pasaba desde hacía dos años. ¿Por qué sólo le temblaba una mano? Era como si una parte de su cerebro dejase de funcionar repentina y temporalmente. Había hecho todo lo que pudo para volver a vivir una vida normal. Había aceptado el pasado y el futuro. Era portadora de una enfermedad genética, fibrosis quística, y hasta que encontrasen una cura no podía arriesgarse a tener hijos. Simón, también portador recesivo, había desaparecido de su vida para vivir una menos complicada. Desde entonces, y a pesar del dolor, su mundo era plácido, sereno. No quería nada que lo completase. Era suficientemente feliz. Pero... ¿Por qué su mano derecha seguía traicionándola de esa manera?
—¿Dónde están los espaguetis?
La voz de Franco consiguió que dejara de temblarle la mano, como por arte de magia.
—Ahora mismo los hago —sonrió Luna que, para demostrar que ya no le temblaba la mano, tiró del cajón de los cubiertos con demasiada fuerza. Tanto que se quedó con él en la mano mientras el contenido caía al suelo...
Los niños soltaron una carcajada, pero Matteo se acercó para ayudarla.
—¿Te has hecho daño, Luna?
—No, no, estoy bien —contestó ella, nerviosa. Porque el roce de las manos del hombre la hacía sentirse extraña... sentía como una debilidad en las piernas y... Tenía las manos fuertes, capaces, como su cuerpo, fibroso y masculino. El cuerpo de alguien de quien se podía depender.
«Te engañaste a ti misma con Simón de la misma manera. ¿Es que no te acuerdas?».
—¿Seguro que estás bien?
—Sí, sí, no ha sido nada.
Sólo entonces se dio cuenta de que él seguía apretando sus manos.
—Aparte de mi dolorida dignidad, estoy bien —consiguió añadir—. Gracias... Matteo.
—¡Papá, no la toques!
Los dos se volvieron para mirar a Fede y luego Luna miró a Matteo, en cuyos ojos había un dolor más viejo que él. «Su mujer», pensó. «Está casado, aunque su mujer se haya ido. Si no se ha divorciado, no es un hombre libre».
—Federico, estás siendo un grosero —lo regañó su padre—. Luna se ha hecho daño con el cajón. Necesitaba ayuda.
El niño bajó la mirada.
—No tenías que...
No lo dijo, pero estaba claro: «No tenías que tocarla». Con esas palabras, Luna había pasado de amiga a enemiga a ojos de un niño que sólo quería recuperar a su madre.
—Tenía que tocarla y si tú no sabes por qué, creo que no te he enseñado buenas maneras. Luna ha sido muy amable con ustedes. ¿Esperabas que no la ayudase?
Federico no levantó la mirada, pero la dignidad con la que Matteo intentaba razonar con su rebelde hijo la dejó sobrecogida. Resultaba curioso, pero era como si la mujer de Matteo estuviera en la habitación con ellos. Su presencia en el corazón de Federico era tan real, tan vívida, que Luna casi podía verla.
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Corazón De Madre ➳ Lutteo [Adaptada] EDITANDO
Fanfiction¿La amaba realmente... o sólo buscaba una madre para sus hijos? ❁ Fecha de publicación: 12.08.19 ❁ Fecha de finalización: 22.10.19 ❁ Historia adaptada. ❁ Todos los derechos y créditos reservados a su autora original.