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-2 para el capítulo final
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—¿Luna? No es tan imposible como crees. Podemos hacer que funcione. Piénsalo. ¿El amor no es suficiente? Yo sé que me quieres y sé que quieres a los niños.

Pero no había nada que pensar. Sí, quería a los niños y quería a su padre, pero no tanto como se merecían... Fede, Fio y Franco se merecían una madre, no una mujer que les diera un amor de segunda mano, que los convirtiera en sustitutos de sus propios hijos. Matteo iba a decir algo, pero en ese momento sonó su móvil y Luna vio que se ponía pálido.

—¿Gutiérrez? ¿Qué pasa, les ha ocurrido algo a mis hijos...?

Ella se llevó una mano al corazón.

—¿Qué ha pasado? —preguntó unos segundos después, cuando Matteo cerró el teléfono—. ¿Qué ocurre?

Han encontrado a Ámbar.

[...]

El viaje de vuelta a casa lo hicieron en completo silencio. Matteo se sentía físicamente enfermo. No sabía qué decir, qué pensar. Gutiérrez le había dicho que la identificación era positiva:

—Han encontrado a tu mujer. No puedo decirte nada más por teléfono. Se supone que no debería haberte dicho nada, pero quería que estuvieras preparado. La gente de Ortona está aquí, pero les he convencido para que me dejasen hablar antes contigo. Te espero en tu casa para darte los detalles.

Habían encontrado a su mujer. Las palabras que llevaba tres años esperando escuchar... llegaban el mismo día que le pedía a Luna que se casara con él. Otra ironía.

Debería sentirse feliz por sus hijos, por Antonio y Sylvana. Pero aunque él seguía sintiendo afecto por Ámbar, el matrimonio estaba roto para siempre. Ya no era el mismo crío inmaduro que había sido tres años antes. Había crecido y su corazón había crecido con él... y se lo había entregado a Luna Valente.

Pero si Ámbar estaba viva y quería retomar su relación, sabía que Luna desaparecería discretamente de su vida. Sin embargo, él estaba seguro de que Ámbar había muerto. Si sabía algo sobre su ex mujer era que jamás habría abandonado a sus hijos por voluntad propia.
Y tampoco lo habría dejado a él.

Cuando llegaron a casa, Luna se bajó de la moto absolutamente pálida.

—Luna...

—Reinaldo te está esperando.

Ven conmigo, por favor. Te necesito.

Ella asintió con la cabeza.

Reinaldo, que los esperaba en la puerta, estaba muy serio y Matteo supo enseguida lo que iba a decirle.

Está muerta, ¿Verdad?

No lo había dicho con emoción pero, de repente, al decir esas palabras en voz alta algo se rompió dentro de él.

—Vamos dentro, Matteo.

Luna los siguió sin decir nada. Parecía flotar, como un bote dejado a la deriva. No quería estar allí, pero sabía que él la necesitaba.
Reinaldo empezó a frotarse las manos, nervioso.

Sí, está muerta. La encontraron hace un par de semanas, pero tuvieron que hacer pruebas de ADN para estar seguros del todo.

Matteo agachó la cabeza.

—¿Dónde la encontraron? —preguntó, casi sin voz.

—La persona que... la mató envió una carta anónima al departamento de policía.

—Dios mío. Asesinada... Ámbar fue...

—Según la carta fue un accidente. Un hombre la atropelló con el coche y, temiendo acabar en la cárcel, enterró el cuerpo. Quizá algún día quiera confesar y aparezca en alguna comisaría. Nunca se sabe. Pero debe de tener algo de conciencia para haber enviado esa carta diciendo dónde estaba enterrada.

Tantos años culpándola, tantos años resintiendo aquel abandono... y la pobre Ámbar había muerto. Matteo sentía como si un puño le estuviera apretando el corazón. ¿Cómo iba a decírselo a sus hijos?

—La encontraron en un bosque al sur de Dural. Llevaba la alianza y los análisis dentales han confirmado que es tu mujer.

—Dural...

—Según los informes, murió el mismo día que se marchó de casa —dijo Gutiérrez—. No sabemos qué hacía en esa carretera, quizá se despistó... pero según los forenses murió instantáneamente, sin dolor.

Matteo hizo una mueca.

—Gracias, Gutiérrez. Gracias por todo. Ahora, si me perdonas, tengo que hacer algunas llamadas.

—Los de Personas Desaparecidas ya se han puesto en contacto con tus suegros para decirles que tienen información sobre el paradero de Ámbar. Vienen hacia aquí con los niños. ¿Quieres que me quede?

Matteo negó con la cabeza. Aún tenía que acostumbrarse a la idea de que Ámbar había muerto en un estúpido accidente, pero sus suegros ya iban hacia allí, en su estúpida caravana que era para ellos como el Santo Grial. No tardarían más de una hora en llegar.

—No, gracias. Si tienen alguna duda, supongo que llamaran al Departamento de Personas Desaparecidas.

Y lo harían. Matteo estaba seguro.

—Lo siento mucho. Por ti y por los niños. Sé que estaban esperando...—Ronaldo Gutiérrez no terminó la frase—. Adiós, Luna.

Una situación extraña para todos. Pero por fin había conocido el paradero de Ámbar. Y ahora tenía que decírselo a sus hijos, a Antonio, a Sylvana... Cuando el coche de policía desapareció al final del camino, el silencio descendió sobre la casa. Tenía que pensar, y rápido, porque los niños estaban a punto de llegar y él tenía que decidir lo que iba a decirles y cómo.

Corazón De Madre ➳ Lutteo [Adaptada] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora