Tenía que hacerlo. Tenía que hacerlo por Fio y por Franco.
[...]
Matteo estaba en la puerta de una clínica privada en Teramo, a una hora de Chieti.
Yamila Sánchez, Asistente Social y Asesora Psicológica. Tras la desaparición de Ámbar había visto a todos los profesionales de la medicina que pudieran ayudarlo con su obsesión de haber sido un mal marido y peor padre, pero quizá debía intentarlo una vez más...
«No es culpa tuya, sólo eres humano. No puedes hacerte responsable de todo lo que vaya mal en la vida de la gente que te rodea».
Eso era lo que solían decirle. Pero... ¿Cómo iban a ayudarlo? ¿Qué sabían ellos, por mucha experiencia que tuvieran? ¿Los había dejado su mujer con tres niños de menos de seis años?
«Esto no es para mí», pensaba. «Tengo que aprender a tratar con Fio y Franco por mí mismo. No puedo dejárselo todo a Luna. No es justo».
Aun así, Matteo empujó la puerta... y se quedó inmóvil al ver a la mujer que estaba en la sala de espera.—Luna...
—Matteo...
En ese momento una joven salía de una de las consultas.
—¿Señor Balsano? ¿Señorita Valente? Soy Jimena Medina, la ayudante de Yamila. Lo siento mucho, pero Yam ha tenido que salir a atender una urgencia...
—¿Qué ha pasado? —preguntó Luna.
—Se ha ahogado un niño.
—Dios mío...
—Lo siento, señorita Valente —se disculpó Jimena—. No debería haberle dicho nada. Sé lo de la muerte de su hijo y...
Luna se puso tan pálida que Matteo pensó que iba a desmayarse.
—Lo siento, señorita Valente —volvió a disculparse la joven, que parecía cada vez más confusa—. Perdone, yo...
—No pasa nada, no es un secreto de estado.
—Cuando comprobamos que eran vecinos, Yamila intentó ponerse en contacto con los dos para que vinieran más tarde, pero ha sido una cosa de última hora. Pueden tomar un café mientras esperan. Hay una terraza muy bonita aquí al lado...
—¿Nos vamos, Luna? —la interrumpió Matteo.
Estaba perplejo, pero intentaba disimular. Luna había perdido un hijo...
«Yo daría la vida por tener lo que tú tienes».
Ahora lo entendía todo.—¿Quieres un café o prefieres comer algo? Es casi la una.
—Creo que vomitaría si comiese ahora. Pobres padres, pobre niño...
—Sí, es verdad —suspiró él, tomándola del brazo—. Sólo nos damos cuenta de la suerte que tenemos cuando pasa algo así.
—Para eso habías venido a la clínica, ¿No? Para solucionar tu problema con los niños.
—Sí, claro. Yo no tengo secretos —suspiró Matteo—. ¿Cuántos años tenía tu hijo?
—Tres —respondió Luna, sin mirarlo.
Él cerró los ojos un momento. Ahora entendía el brillo de dolor de sus ojos. Por eso había mirado a Franco como lo hizo el primer día.
—Se llamaba Luciano Álvarez Valente.
—Luciano, bonito nombre.
—Lo eligió Simón, mi ex marido, pero a mí también me gustaba mucho. Murió de fibrosis quística. Se ahogó... fue como si se ahogara. Sus pulmones no podían ensancharse más.
Hablaba como si fuera algo que hubiera ensayado para una obra de teatro y Matteo se preguntó cuántas veces habría tenido que explicarlo.
—Lo siento muchísimo. ¿Cuánto tiempo hace que vienes a estas sesiones?
—Empecé a hacerlo en el hospital de Florencia, cuando descubrí la enfermedad de mi hijo.
«Empecé», no «empezamos». De modo que lo había hecho sola. Simón Álvarez la había dejado sola en el peor momento de su vida.
—¿Y seguiste haciéndolo cuando te mudaste a Pescara?
Luna se encogió de hombros.
—Algunas sesiones de vez en cuando, cuando siento que me hacen falta.
Habían llegado a la terraza y, después de sentarse bajo una sombrilla, pidieron dos cafés.
—¿Por qué no has vuelto a casarte?
Luna se apartó un mechón de pelo que el viento había lanzado sobre su cara.
—Cuando nació Luciano y descubrieron su enfermedad nos hicieron pruebas para ver quién era el portador... había historial de fibrosis quística en mi familia y en la de mi ex marido, pero mi genoma es tan dominante que cualquier hijo que tuviera nacería con esa enfermedad. Y yo no pienso jugar a la ruleta rusa con un niño sólo para cumplir mi deseo de ser madre.
Matteo asintió con la cabeza.
—Podrías tener hijos de otra manera... con una madre de alquiler, por ejemplo.
—Sí, todas mis hermanas se han ofreciendo a hacerlo, pero... ¿Para qué? Yo quiero un hijo mío, no el hijo de otra mujer. Y no quiero ser...
—¿Madre soltera? No pasa nada, Luna. Te entiendo. Criar hijos solo no es algo que yo recomiende a nadie. Es muy difícil.
—¿Difícil? No sabes la suerte que tienes.
Matteo hizo una mueca. Había vuelto a meter la pata.
—Luna...
—No, déjalo. Esto no es una tragedia griega. Tengo una familia estupenda, amigos que me quieren, un trabajo que me gusta. No es la vida que había planeado, pero...
—Podrías casarte con un hombre que tuviera hijos y que no quisiera tener más —Matteo carraspeó.
Había sonado como una proposición.
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Corazón De Madre ➳ Lutteo [Adaptada] EDITANDO
Fanfiction¿La amaba realmente... o sólo buscaba una madre para sus hijos? ❁ Fecha de publicación: 12.08.19 ❁ Fecha de finalización: 22.10.19 ❁ Historia adaptada. ❁ Todos los derechos y créditos reservados a su autora original.