26; final ❁

1.9K 148 31
                                    

—No me has mirado a la cara desde que les dije a mis suegros que quería casarme contigo.

—Te dije que no quería casarme, Matteo. Eso no ha cambiado. No cambiará nunca.

—Me dices que no porque quieres tener un hijo. Me quieres tanto como yo a ti, pero no puedes tener un hijo conmigo, de modo que los cinco tenemos que sufrir las consecuencias. Tú no consigues algo que quieres y todos perdemos la oportunidad de ser felices. ¿Es eso?

—Matteo...

—¿Es eso, Luna? Fuiste tú la que dijo que la vida no era justa, que uno no conseguía todo lo que quería. Así que yo pierdo el amor de mi vida por un defecto genético y mis hijos se quedan sin una madre a la que adoran porque no son suficiente para ti.

—¡No es eso!

Era justo al contrario... ¿O no?

—Sí, parece que no conseguimos siempre lo que queremos —suspiró Matteo—. Rechazarme no hará que tengas un hijo y, sin embargo, por alguna razón, pareces pensar que castigarnos a todos por tus sueños rotos es lo que necesitas.

—No es eso... no digas eso. Matteo, por favor...

Me quieres, pero eso no es suficiente. Quieres a mis hijos, pero eso tampoco es suficiente. Mis niños deberían llevar tu código genético para que los quisieras con todo tu corazón...

—¡Matteo, por favor! Tus hijos me necesitaban más que los otros niños y yo sólo quería ayudar. Me veía a mí misma como una madre de transición, alguien que podía ayudarlos. Y luego, cuando encontrases a otra mujer, estarían preparados...

—Ah, qué noble por tu parte —la interrumpió él—. Pero supongo que te habrás dado cuenta de que eres muy importante para ellos. Y supongo que habrás pensado que no podían pasar de una mujer a otra como si esto fuera un juego. ¿Cuándo decidiste cerrar los ojos, Luna? ¿Cuándo decidiste que lo importante era jugar a las casitas con nosotros, sin pensar en el daño que les hacías a los niños?

Era como si estuviera poniendo un espejo delante de su cara y pudiera verse de verdad por primera vez desde la muerte de Luciano. Sí, había jugado a las casitas con los Balsano sin pensar en las consecuencias. Pero ella sólo quería ayudar, quería que no se sintieran solos... Luna se levantó, pasándose una mano por el pelo, confusa.

—Matteo...

No vuelvas por aquí, Luna. No vuelvas a acercarte a mis hijos a menos que pienses quedarte. No juegues más con nosotros. Mis hijos no son muñecos.

Nunca lo había visto tan duro, tan inflexible. No habría más besos ni más copas de vino a la luz de la luna. No más sonrisas ni abrazos para llenar su vida. No habría Matteo, ni palabras de amor... Se había terminado.

Intentando contener un gemido, Luna se dirigió a la puerta e incluso consiguió llegar a su casa antes de ponerse a llorar y vomitar de tanta angustia.

Tres semanas después

—Papá, esa bandeja está muy caliente. Tienes que ponerte un guante de cocina.

—Ah, gracias —sonrió Matteo, despistado.

El niño lo había estado vigilando como un halcón desde que volvieron del funeral de Ámbar. No hablaba mucho, pero lo miraba como si intentase descifrar qué pasaba por su cabeza.

—Come, Fede.

—Y tú también. No has comido nada.

—Es que no tengo apetito.

Corazón De Madre ➳ Lutteo [Adaptada] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora