No dejaba de mirarla. Cuando creía que ella no se daba cuenta, Matteo la miraba... y eso la estaba desquiciando.
Luego insistió en ayudarla a bañar a Fio y a Franco. Incluso la ayudó a secar los platos.
Y era muy difícil portarse con naturalidad cuando Matteo la miraba de esa forma.«Eres una mujer fuerte», se dijo. «No necesitas apoyarte en un hombre, no necesitas una familia. Puedes estar sola y no pasa nada».
Podía temblarle la mano, pero era un temblor apenas visible. Esa vez lo tenía controlado.
Pero Matteo seguía mirándola y era como una bomba de relojería.—Deberías cortarte el pelo —le dijo, nerviosa.
—Sí, llevo unos días pensando en hacerlo, pero no he tenido tiempo.
—Yo puedo cortártelo si quieres. Estudié un año de peluquería antes de decidir que no era lo mío.
—Y si decidiste que no era lo tuyo, ¿Por qué iba a confiarte mi pelo? — bromeó Matteo.
—Aprendí lo suficiente como para hacer un buen corte, listo. Pero da igual. Tienes que trabajar y...
—No, en realidad, te agradecería que me lo cortases.
—Bueno, entonces siéntate.
¿Por qué se había ofrecido a cortarle el pelo? ¿No había decidido alejarse de él?, se preguntó Luna, enfadada consigo misma. ¿Una mujer fuerte? ¿Entonces por qué estaba dándole un masaje en el cuero cabelludo, tan cerca, con la espalda masculina rozando su estómago?
—Me gusta el masaje, es muy relajante.
—Se supone que hay que hacerlo... para activar la circulación — murmuró ella, tomando las tijeras.
Mientras le cortaba el pelo, aquel pelo tan bonito, no dejaba de desear que Matteo se diera la vuelta, que la mirase, que la tomara entre sus brazos y...
—Bueno, creo que ya está.
Matteo se miró al espejo.
—Buen trabajo. Gracias, Luna.
—De nada —contestó ella—. Pero se ha hecho de noche. No creo que puedas seguir trabajando.
—He traído un farol que tenía en casa. Quiero seguir trabajando hasta que vuelva Fede.
—Ah, muy bien. Yo voy a barrer esto.
—Si necesitas algo, llámame.
—¿Qué voy a necesitar?
—No lo sé... a lo mejor te apetece hablar con alguien. Es evidente que necesitas hablar, Luna —se atrevió a decir Matteo.
—¿Por qué dices eso?
—Por lo de antes...
—¿A qué te refieres?
El dejó escapar un suspiro.
—Me has dicho todo lo que yo hago mal y tienes razón. Pero hay algo que no me has contado sobre ti misma y, aunque no lo creas, estás deseando hacerlo.
Luna apartó la mirada.
—¿Crees que soy tan débil que tengo que contarle mis problemas personales a un hombre que es prácticamente un extraño?
Matteo hizo una mueca de sorpresa.
—No, creo que eres la mujer más fuerte que he conocido nunca. Y sé que no somos extraños. Pero tengo la impresión de que estás empezando a derrumbarte, Luna. Y eres demasiado fuerte y demasiado orgullosa como para reconocerlo —le dijo—. Hasta los más fuertes se derrumban alguna vez y todos necesitamos ayuda. No es nada malo. Si yo hubiera pedido ayuda antes de que Ámbar desapareciera, cuando estaba tan deprimida que no se levantaba de la cama, mis hijos seguramente aún tendrían a su madre.
Luna sintió un escalofrío. Lo que estaba diciendo era tan cierto...
—Le has dado mucho a mi familia —siguió él, levantando una mano para acariciar su cara—. No te estoy pidiendo nada más, sólo que me dejes ayudarte como tú me ayudas a mí. Yo te sujetaré, Luna, no te dejaré caer.
El roce de la mano masculina era tan cálido...
—Si voy a caerme, deja que lo haga. No puedes salvarme, Matteo. No tienes derecho a hacerlo.
Él apartó la mano inmediatamente.
—Gracias por la cena... y por el corte de pelo.
—De nada. Sólo han sido unas hamburguesas.
Matteo se pasó una mano por la cara.
—Mis hijos te quieren, Luna. Y no sabes lo que significa para mí verlos reír de nuevo. Sé que no tengo derecho a pedir nada más y no pienso hacerlo... pero al menos deja que sea tu amigo.
—¿Es que no lo entiendes? No podemos ser amigos —replicó ella.
Luego entró en su habitación y cerró la puerta antes de que Matteo destrozase por completo la ilusión de que era feliz, de que estaba contenta con su vida. Suspirando, se acercó a la ventana. Sabía que Matteo estaba allí, trabajando en el porche. Sólo con saber que estaba tan cerca le temblaban las piernas. No había hecho nada más que pensar en él desde el día que se conocieron...
Amantes. Si se quedaba en su casa una semana más, pasaría. Estaba segura. Y Matteo tenía que saberlo tan bien como ella.El brillo de sus ojos, la tensión que había en él cuando estaban cerca le decía que no se equivocaba. Un roce, un beso y estarían perdidos.
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Corazón De Madre ➳ Lutteo [Adaptada] EDITANDO
Fanfiction¿La amaba realmente... o sólo buscaba una madre para sus hijos? ❁ Fecha de publicación: 12.08.19 ❁ Fecha de finalización: 22.10.19 ❁ Historia adaptada. ❁ Todos los derechos y créditos reservados a su autora original.