Ella...

5.5K 287 12
                                    

¡¿Pero qué demonios tiene ese chico en la cabeza?!

Quizá no hubiera pensado en mi ropa y sí lo hubiera golpeado.

Toda la gente (en su mayoría mujeres) observó la escena completa y a la única que miraban con desprecio y que juzgaban de loca era a mí.

-¿Qué ha sido todo eso?-preguntó Mich sacándome de mis pensamientos sádicos.

-Vámonos de aquí, por favor.

Mich me condujo a un pequeño parque y ya sentados en una banca, comencé a llorar.

-Lo...lo siento, he sido una tonta-exclamé entre lágrimas.

-No te preocupes. Tal vez sí lo fuiste, pero ¿qué más da?... nadie de los presentes te conoce, así que siéntete tranquila.

Por supuesto que eso no me tranquilizó. Lloraba de enojo pues "Don perfecto idiota" se había salido con la suya.

Es una costumbre para mí odiar desde al principio a una persona. Si no lo hago, no vivo en paz...

Pero así eran los hombres de su tipo: arrogantes. Y debían ser tratados como tal.

Después de un rato, nos dirigimos a la librería que está cerca de una gran empresa llamada "Casas". Según me dijo Mich, esa empresa era muy exitosa y el dueño no tenías más de 30 años.

Eso último me lo dijo con el típico gesto de un amigo a una amiga. Chico a chica. "Por si te interesaba. Eso es cosa de chicas", parecía decir.

Llegamos a mi próximo empleo (claro, todavía quedaba que me conociera el jefe, le cayera bien y me aceptara, me pague mi primer sueldo y todo eso...).

Esa librería era ya antigua. Eran de esas tiendas que cuando entrabas, sonaba una campanilla indicando al dueño que un cliente había llegado. Olía a libro viejo y estaba cubierta por una cortina de polvo un tanto molesta.

El recepcionista reconoció de inmediato a mi acompañante y le indicó que entráramos por una pequeña puerta situada en el fondo del lugar.

Cuando abrimos la puerta, un señor de edad ya avanzada nos esperaba con un té de limón frío en la mano y sentado en un gran escritorio ya bastante descuidado por tantos años de uso.

-¿Qué quieren?- preguntó cortante.

-Hola, señor Walter. Vengo a presentarle a una amiga recién llegada.- Me indicó que me acercara un poco más ya que estaba pegada aún en la puerta. Asustada, para variar.

-Hola, me llamo Abigail- le tendí la mano al dueño, pero éste no hizo ni el intento por mirarme.

-¿Qué quieren?- insistió malhumorado.

-Amm...pues verá, mi amiga es nueva en ésta ciudad y me ha pedido que la ayudara a buscar empleo...

-Que Ángel le diga qué hacer. Ahora váyanse- interrumpió "Don Walter el amargado".

Mis apodos son geniales, ¿verdad?

Salimos a velocidad del rayo de su oficina y volvimos a estar frente al recepcionista "Ángel".

Este ya me esperaba con hoja y pluma en mano.

Mich me ayudó a llenar la solicitud.

-Mañana a las 3 de la tarde empiezas, no te demores- ordenó mi ahora gerente.

Bueno, al menos ya tenía empleo... un empleo que daba miedo.

Mi amigo (porque en eso se convirtió en muy pocas horas. Nuevo récord, admito) me acompañó hasta la puerta de mi casa. Me despedí dándole las gracias y esperé a que desapareciera entre las sombras de la noche.
Me metí con paso cansado a la cocina.

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora