Ella...

3.4K 269 8
                                    

-Disculpe, señora Luisa, ¿cuándo los deja comer a ustedes? Desde que llegué no he visto que tengan tiempo libre- pregunté un poco apenada pues me rugían las tripas.

Ya sé, ya sé. Es mi primer día y ya me estoy quejando...

-No comemos hasta que llegamos a nuestra casa, señorita Abigail. Recuerde que es medio turno, y se supone que usted ya debe venir con alimento en el estómago.

Pues no suponga, quise decir.

-Sí, pero bueno, algo pequeño para aguantar hasta la noche no hace daño. Le aseguro que ahorita el jefe está comiéndose alguna galleta, ya sabe, como no lo podemos ver pues su puerta está cerrada...

Y justo como pasa en las películas, la señora Luisa me dijo en voz baja que el jefe se hallaba detrás de mí y que había escuchado todo.

-Señorita Abigail, hágame el favor de entrar a la oficina. De nuevo- me dijo extremadamente educado. Una clara y mala señal.

.............................................................

-Uff...no sabía que ser su secretaria fuera tan cansado-le dije en cuanto me senté. Para romper el hilo... Quizá si lo distraía, se le olvidaría lo que acababa de escuchar.

Sí, cómo no.

-Pues de ahora en adelante tendrá más trabajo- replica molesto.

-La verdad me gusta lo que estoy haciendo, retiro lo dicho.

Sonrío.

-Así que ingiero alimentos a escondidas...

-¿Lo hace?- pregunté fingiendo inocencia.

-Claro, ¿por qué no?

Ahora usa el sarcasmo. ¿Adorable, no?

-Sólo era una pequeña broma- admito al fin-. En realidad no creo eso.

-¿Y qué cree entonces?

-Pues que usted es un hombre muy inteligente, justo... ya sabe, cualidades de un jefe.

-Entonces me permitiré reir por su broma, señorita.

-Ya, ya. Dígame el castigo, no se haga.

-Hoy te vas más tarde- sacó de su escritorio más carpetas como las de hace apenas un rato y me las tendió todas.

Suspiré y las tomé. Ya me levantaba cuando preguntó:

-¿Vive muy lejos?

-A unas cuantas cuadras.

-Está bien.

-¿Por qué preguntó eso? -lo miro con curiosidad.

-Tienes mucho trabajo. Vete de aquí.

Pfff...genial.

.............................................................

Ya llevo dos semanas aquí. Es un buen avance, ¿no les parece?

La señora Luisa me trata como a su nieta y me hice buenos amigos. Armando hace una semana que se fue a otra ciudad por asuntos de trabajo y hoy regresa.

No es que eso sea importante, sólo pues... se siente raro que él no esté aquí dando órdenes y observándome de mala gana.

Estaba concentrada realizando un importe cuando la anguila (apodo que le puse a la recepcionista, cuyo nombre era Angélica), golpeó con un puño de hojas y carpetas mi escritorio:

-Aquí hay más trabajo, niña. Muévete.

Bien era su turno de enseñarle cómo dar respeto.

-Querida Angélica, mi nombre es Abigail- deletreé mi nombre como si de un retrasado se tratase.

-No me caes bien, ¿sí? Es mejor que mantengas tu distancia conmigo.

¿Así que ahora me amenazaba?

-La mantendré sólo si pronuncias mi nombre correctamente, no es difícil. ¡Vamos!- la miré de manera desafiante.

-Vaya a su lugar de trabajo, señorita Angélica- nos interrumpió Armando.

Dios... mi estómago dio un vuelvo y mi corazón comenzó a latir con fuerza.

Qué asco, ¿por qué están haciendo eso mis órganos? ¿Acaso me odian?

-Sí, lo siento. Es sólo que esta niña me interrumpió y además me maltrató verbalmente, yo sólo me estaba defendiendo.

¡Vaya mentira!

-No es una niña, ya te lo dijo. Se llama Abigail- la corrigió–. Además, no te ha dicho nada grosero... lo sé porque he estado parado en el umbral de la puerta desde que llegaste a su escritorio.
La anguila se le quedó viendo atónita. Asintió después de un rato y desapareció con paso muy muy veloz.

-Deja de sonreír- me ordenó de inmediato.

-Lo siento- bajé la mirada fingiendo tener vergüenza.

-Ven un momento. 

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora