Ella...

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Estaba feliz. Volvía a encenderse mi otro yo, dejando para siempre apagada mi parte infeliz.

Sabía que iba a tener problemas con él, pero como mi madre me dijo a base de su experiencia y cada una de sus vivencias: "Los problemas de pareja, se resuelven en pareja. Con amor y fortaleza".

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Ha llegado el día.

Ahora somos el centro de atención.

He sido novia de Nando (apodo que le puse a mi novio) durante 3 años. Y ha llegado el momento de hacer oficial nuestro amor.

Hace un día perfecto. Es otoño, las hojas caen fácilmente con el viento, haciendo que el suelo parezca una cortina de colores anaranjado, amarillo y café.

Yo voy vestida de blanco. Caminando con lentitud hacia el altar, donde me espera mi futuro esposo.

Él va de negro, haciéndolo ver más sexi. Me sonríe con picardía y sus ojos me ven con ternura y deseo.

Sobre las bancas están sentados todos aquellos que son importantes en nuestras vidas.

De un lado está nuestra querida Anahí, del otro lado mi madre y su esposo Ricardo. Michael (de la mano de Lucía) y todos mis amigos del otro lado. Los trabajadores y amigos de la empresa de Nando también. Nos sonríen y con sus ojos se sabe que nos desean felicidad y éxito.

Cabe mencionar que como una de las damas de honor está Angélica, la que en un momento fue "La Anguila".

Sé que están sorprendidos, pero verán, resulta que a ella también le gusta el grupo musical "Mago de oz". Comenzamos a hablar de eso y ahora aunque no lo crean, somos las mejores amigas.

Cuando por fin llegué al altar se hizo todo lo que se hace en una boda.

Nos juramos amor eterno ante la salud y la enfermedad, las tristezas y las alegrías y bla, bla, bla.

Salimos y en la puerta ya nos estaban esperando con puñados de arroz.

Hubo fotos y luego la fiesta.

Bailamos hasta cansarnos. Obvio antes había tomado clases con Armando y descubrí que sí me gustaba hacerlo. Más con él, claro.

Comimos pastel y reímos mucho. Estaba terminando mi pedazo cuando mi esposo me levantó y llamó la atención de todos:

-Buenas noches a todos-saludó-. Estoy interrumpiendo su espacio de alimento pues quiero que escuchen lo que le voy a cantar a mi esposa.

Se aclaró la garganta y pidió la música a los de la banda que habíamos contratado:

Ellos dicen antes de empezar una guerra:

Tú debes saber bien por lo que peleas,

Pero cariño, tú eres todo lo que adoro.

Si amor es lo que necesitas,

Un soldado seré...

Conocía esa letra. Esa canción le había dicho yo, era mi favorita. Le había dicho que contaba nuestra historia.

"Ángel con escopeta".

Él era eso. Un ángel capaz de defenderme ante todo. Un ángel que puede llegar a hacer lo que un demonio hace, pero sólo por el bien.

Soy un ángel con una escopeta

Luchando hasta ganar las guerras.

No me importa si el cielo no me vuelve a recibir

Lanzo lejos mi fe, cariño, para mantenerte a salvo.

¿No sabes que eres todo lo que tengo?

Y yo... quiero vivir, no sólo sobrevivir.

Cuando la terminó, todo mundo aplaudió y rió.

-¿Te ha gustado?-me preguntó sonriente.

Comencé a reír mientras lágrinas recorrían mis mejillas:

-Sí, me gustó.

-¿Entonces por qué ríes?

-Cantas feo, pero así te quiero- y luego le planté un beso rápido en los labios.

Antes de que terminara la fiesta comenzamos a despedirnos, para luego partir a nuestra luna de miel.

Mamá me tomó del brazo y me jaló a un salón solitario. Encendió la luz y entonces ahí estaba aquel baúl, que no había tenido abrir ya hace más de 3 años y que ya había olvidado.

Cuando volteé para preguntarle a mi madre que qué hacía eso ahí, ella ya había desaparecido.

Me acerqué al baúl y en la puerta había una nota:

Desde al principio sabía que yo iba a ser la ganadora de la apuesta.

Te dejo tus libros aun así porque no sé qué hacer con ellos.

Que seas feliz, mi niña-mujer.

Te ama: tu madre.

Abrí el baúl con lágrimas en los ojos y dentro sobre todos mis libros estaba aquella foto de mis nalgas.

Reí. Era obvio que a mamá nunca le había gustado leer y que por eso me los regresaba.

-¿Todo bien?- preguntó mi esposo después de haberme dado un beso en el hombro. Sensual y provocador.

Me apresuré a guardar mi foto, pero él ya me la había quitado y la admiraba divertido:

-Me muero por conocerlas en persona- murmuró con picardía-. La quiero para mi portarretratos, aquel que tengo en mi escritorio vacío.

Me reí y lo abracé con fuerza.

Salimos del salón, pero ya no encontré a mi madre para darle las gracias por todo.

No habíamos preparado nuestra luna de miel, queríamos que fueran al azar, así como cuando nos conocimos.

<<-¿A dónde vamos?-me había preguntado.

-A donde sea, pero contigo.>>

Estaba segura que aunque no había ganado la apuesta, había ganado mi felicidad a lado de aquel ángel vestido de demonio que tanto quería.

Fin. <3

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora