Oscuridad parte 2

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Carta de Loki.

Llegó la hora de la ducha y nuevamente no mire a ninguno de los presos. Heimdall me había dejado incómodo. Bastante incómodo. Me quedé en la cama. Esta vez sentado abrazando mis rodillas con la espalda contra una de las paredes mirando al suelo. Cuando todos terminaron su maldita ducha está desapareció de mi cuarto.
Entoncessólo entonces Frigga se materializó ante mi.

-Dicen que no has comido nada desde que llegaste - susurra.

-No tengo apetito - contesté sin mirarla. Escuchaba sus pasos por la habitación, eran más pesados que de costumbre. La mire un momento, su mirada era triste, le dolía verme allí. Y además llevaba una pila de libros en los brazos.

-Pediré que re traigan una estantería donde puedas ponerlos. - susurra dejándolos en el suelo a mi lado. Se acunclilla ante mi y me mira desde abajo.

- La reina no debería darle tratos especiales a ninguno de los presos.

- Pero yo antes de reina soy madre y tu antes de preso eres hijo - contesto altanera.  Entonces por primera vez la mire, viendo la de verdad. Estaba más pálida que hace dos días y tenía algunas ojeras. Me dieron ganas de soltarle algo así como "Pero este hijo ni es tuyo" no obstante no dije nada. No tenía ganas de herirla. 

Se levantó y me acarició el pelo suavemente. Cerré los ojos para disfrutar del contacto.

-Come un poco Loki.

Observe la bandeja al otro lado de la celda. Había arroz con algún tipo de zumo de frutas, papas ({patatas por si alguien no sabe lo que son las papas}) y un trozo de pescado. Después volví a mirarla. Comería... Por ella.
Me levanté y tome la bandeja con los cubiertos de plástico. Comencé a comerme el arroz muy despacio, también me como el pescado aunque ni siquiera lo intente con las papas. Cuando termine volví a dejar la bandeja en el suelo y volví a mirar a mi madre. Madre porque era la única que merecía ese título siento yo no mereciera ser su hijo. Me volvieron a dar ganas de llorar al verla sonreír sólo porque yo había comido cuatro migajas de arroz pasado y dos trozos de pescado. Se acercó a mi y me acarició la mejilla. Volví a cerrar los ojos para disfrutar de ese contacto. Me sentía como un niño cuando ella me tocaba y eso era una de las pocas cosas que me gustaban. Me seguía sintiendo inocente.

-¿Quieres que traiga algún lienzo, pinturas y pincele? Antes te gustaba mucho pintar.

Sonreí...

-No es necesario madre. Estaré bien.

Me abrazo con delicadeza, con tanta que sentía que me sea que bajaría si seguía teniendo tanto cuidado conmigo.

Desde El Otro Lado Para El Rey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora