Capítulo 26 - Epílogo

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Han pasado ya cinco años de aquella mañana fatídica en la que perdimos a Miquel, sí, en plural, porque todos los habitantes de este mundo perdimos un  poco con su adiós. Las cosas cambiaron mucho a partir de aquel día. Mi mundo cambió mucho. Me licencié en Educación primaria rodeada de un grupito, aunque reducido, maravilloso. Cuando terminamos la carrera nos fuimos juntos de viaje un mes a Gambia, la sonrisa de África. De allí volví siendo otra ya que decidimos alojarnos en una casita de un pueblecito humilde, conseguimos el hospedaje por medio de una fundación. Fuimos allí en calidad de profesores y a cambio teníamos el hospedaje. Sin duda alguna, una experiencia maravillosa que me llevó a las raíces más profundas del ser humano, a lo primitivo. Recordar el valor de cada elemento natural, reducirlo todo a lo esencial.

Cuando volví de aquella fantástica experiencia, Paula y Álvaro me contaron la feliz noticia de que se habían decidido a comprar la librería Gibernau, nuestro trocito de cielo. Por cierto, de aquella noche en Arena salió una relación que poco a poco se consolidó. Ahora mismo viven juntos, adoptaron un perro que encontraron abandonado en una carretera cuando volvían de ruta de los Alpes, porque sí, aquel par de locos se aficionaron a hacer rutas por la montaña y eso les llevó a probar la experiencia de hacer picos y bueno ahí están con la meta de subir el Everest aunque de momento con los Alpes tienen suficiente. 

Aunque fue al volver del viaje que me confirmaron la noticia, todavía no han abierto la librería, me dijeron que querían pensar bien cómo iban a darle el cambio de enfoque sin perder la esencia. Finalmente hoy van a inaugurarla, hoy, miércoles a las 5. Un miércoles de mercadillo del libro. Quisieron dejarlo todo bien atado y perfectamente en sincronía con todo lo que suponía esa reapertura. No me habían querido contar nada de cómo iba a ser la librería, qué habían añadido, qué no. Ni tan siquiera me habían enseñado fotos de la remodelación. Tampoco sé qué van a hacer hoy, concretamente dentro de cinco minutos. Tan solo recibí la semana pasada una carta donde ponía: Miércoles, 28 de 2024 a las 5 de la tarde vuelve al mercadillo. Paula quiso dejarme esa carta en el buzón pese a ser vecinas, hay cosas que nunca cambiarán y la ilusión de Paula por los pequeños detalles era infinita. Aunque no conocía nada del estado de la Gibernau, sabía de buena mano que le habían echado muchas horas ya que Paula volvía muy tarde y siempre la veía cansada aunque con una sonrisa en la cara. Ahora ella es una joven promesa del arte contemporáneo, su especialidad era la pintura aunque también despuntaba en la escultura, una destacada empresaria le ofreció la semana pasada que expusiera su última colección en su galería de arte. Por otro lado, Álvaro se licenció en educación social y trabaja en un centro de educación especial para niños de 0 a 12 años. Era muy feliz con sus niños y se notaba. 

Y os preguntaréis ¿qué pasó con Sara y Vanesa? Bien pues la vida dio mucha vuelta, aunque en verdad, todo estaba más claro de lo que yo en aquel momento podía ver. Vanesa volvió a intentar que retomáramos aquello que un día tuvimos, pero lo que ella me ofrecía no era más que un juego de máscaras. Continuaba con Clara y eso implicaba volverme a meter en una espiral de la que estaba saliendo. A partir de aquella mañana fatídica decidí llamar a mi hermano, hablar con él sobre toda esta experiencia de Barcelona y sobre mi voluntad de recibir ayuda psicológica para poder coger las riendas de mi vida sin fisuras. Él es un prestigioso psicólogo y me recomendó un colega que daba consulta a diez minutos de mi casa. Así que empecé una fase de recuperarme a mí misma que duró dos años y medio, aunque bueno, jamás te recuperas a ti misma del todo.  Sigo yendo a ver al psicólogo de tanto en tanto, me relaja y me ayuda a seguir creciendo. Vanesa nunca entendió esa necesidad intrínseca que me nacía de ponerme en equilibrio. Sin embargo, Sara se mostró abierta, empática y dispuesta a ayudarme, entendiendo que tal vez debíamos ir avanzando algo más despacio pero bien. Tuvimos la conversación pendiente y ahí pude darme cuenta de que hay personas que te quieren mucho, pero hay otras que te quieren bien y las segundas siempre deben pasar por delante las primeras. Porque no, la cantidad no determina la calidad. No se trata de beber los vientos por alguien sino de cuidarle, respetarle, entender sus necesidades y acompañarle sin miedo. Así que vi claro el camino y aquí estoy viviendo con Sara un pisito no muy lejos del piso de estudiantes donde viví con Paula y Álvaro. Aunque ahora éramos vecinas de mis amigos, ellos se mudaron a nuestro bloque recientemente, ya que incialmente se marcharon a un pisito del barri gótic ya que allí Paula encontró un local que usaba de taller y espacio de creación. Pero cuando Álvaro empezó a trabajar en la escuela, esta estaba bastante más cerca del piso donde nosotras vivimos y por esta zona Paula encontró un local más grande y barato,  así que decidieron mudarse. 

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