Amanecí entre los rayos de sol que se colaban por la persiana. Me deshice del amarre de sábanas que yo misma había hecho durmiendo y lentamente subí la persiana observando como poco a poco, Barcelona se colaba en mi habitación. Abrí la ventana, respiré profundo todo ese frío que inundaba cada rincón de la ciudad condal. Con mi pelo salvaje y mi pijama revuelto, decidí afrontar el día, tampoco tenía muchas más opciones. Y así, con el mundo a mis espaldas, volví a la facultad. Allí, sentada entre un mar de sillas y mesas, como un punto negro en un cuadro blanco, me encontré a Vanesa. Me miró, miró al frente y poco después agachó la cabeza para continuar con su teléfono. Sorprendida por su actitud, avancé. No iba a ser yo quien iniciara nada. No después de aquella reacción. Me senté justo delante de ella, de espalda a ella. Empecé a sacar mis hojas, el estuche y el termo que daba cobijo a lo que hacía soportable el frío y la mañana. Di un sorbo al café y me quedé callada. No mentiré, me chocaba tal comportamiento, tampoco esperaba que me recibiera con un beso, ni con flores, ni con nada por el estilo, pero esperaba algo y probablemente, ese fue mi error. Esperar algo de alguien.
El resto de compañeros fueron llegando, llenando de puntos negros aquel cuadro blanco, dándole sentido al mar de sillas y mesas. Continuaba observándola, con disimulo. Ella también lo hacía, analizaba mi actitud, mis miradas.
Terminaron las clases y salí a toda prisa, necesitaba fumar, que me tocara el aire. Una vez fuera de la facultad, saqué mi paquete y coloqué entre mis labios el cigarro. Di una primera calada larga, sacando posteriormente, todo el humo de mi pecho. Cerré los ojos. De golpe, sin previo aviso, como la vida misma, me golpearon los recuerdos a los que tanto temía. Eran destellos desordenados de mi pasado. Ambulancias a toda prisa, los gritos de mi padre, el llanto de una niña asustada. Di otra calada. La policía, yo subida a una moto a 200km/h y el viento acariciando mi cara. Sentí una mano recorrer mi espalda.
-Deja de torturarte.-me susurró.
Me giré, era Paula.
-¿Qué haces aquí?-pregunté confundida.
-Hoy he acabado antes y me he dicho vamos a ver a esa amiga tuya que te abandona cuando estás de resaca.-dijo sonriente.
-Idiota.-respondí con una pequeña carcajada.
-¿Vamos a dar una vuelta?-propuso Paula.
Me volví a girar, y vi a Vanesa mirándome.
-Espera.-respondí tirando el cigarrillo.
-Espera tú.-dijo Paula cogiéndome del brazo.
-¿Qué pasa?-pregunté algo seria.
-¿En qué pensabas?-preguntó acaricándome el brazo.
-En nada, tranquila.-respondí sonriendo.
-No tienes por qué hacerte la fuerte, Malú. No conmigo.-dijo con una sonrisa triste.
-Estoy bien, de verdad.-dije acariciando su brazo.
-Tira, anda.-dijo suspirando.
Me acerqué con paso firme a Vanesa la cual se hacía la despistada.
-¿Qué tal eso de observarme todo el día sin decirme ni hola?-pregunté nada más me acerqué a ella.
-¿Perdona?-respondió fingiendo estar atónita.
-¿Ahora a parte de ser camarera eres actriz?-pregunté acercándome más a ella.
-Pensaba que no te acordarías.-dijo mientras me miraba a los ojos.
-¿Tan borracha pensabas que estaba?-pregunté algo sorprendida.
-Digamos que tu paso era de todo menos firme.-dijo riendo.
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INDOMABLE
Fiksi PenggemarEl alma indomable de quien se alimenta de sus sueños y de la vida, no entiende de rutina, frenos ni muros.